lunes, 30 de junio de 2008

Perversas mercancías

No hay palabra que les parezca más siniestra a los progres que "mercancía" y sus derivados. La fuerza de trabajo no es una mercancía, proclaman los sindicalistas. Los libros no son meras mercancías, dijo una ministra de Cultura. Podríamos multiplicar los ejemplos. Hace unos días leí que en el centro de Madrid, unos colectivos se oponían a la "mercantilización" del barrio de Universidad. El motivo era que algunos comerciantes se han organizado para limpiar las calles de prostitutas y drogadictos favoreciendo la implantación de tiendas y locales de calidad.

Siempre que alguien habla del mercado y de las mercancías como cosas intrínsecamente perversas, no falla: Quiere restringir la libertad de las personas a intercambiar productos. Los sindicatos se oponen al derecho elemental de cualquier trabajador a ofrecer su fuerza de trabajo en las condiciones que él mismo decida. Aquella ministra de cultura, cuyo nombre no recuerdo ahora, estaba en contra de que puedan venderse los libros que no sean de texto por debajo de un precio mínimo. La asociación del barrio exige a la administración que ponga trabas a la apertura de comercios en determinadas calles.

Dicen que quieren proteger a los trabajadores, a los libreros o a los vecinos, pero lo que consiguen es justamente lo contrario: Que haya más paro, se vendan menos libros, el barrio se degrade. Y luego, adivinen a quién culparán de ello. Exacto: al mercado.

domingo, 29 de junio de 2008

Pues te jodes

Puigcercós: "No tengo más remedio que ir con Alemania".

El sentido de los conservadores en Red Liberal

Es un tema recurrente, lo sé, pero la enésima polémica generada por los temas de la eutanasia y la legalización de las drogas me lleva a escribir esta breve recapitulación de reflexiones anteriores. Aunque me temo que no será la última.

Ciertamente, la web que compartimos se llama Red Liberal: No Red Liberal-Conservadora ni Red Conservadora. Por tanto, podría parecer legítimo que su propietario adoptara un criterio restrictivo que excluyera a todos aquellos blogs que entendemos el liberalismo en un sentido que, en ocasiones, nos vemos obligados a precisar terminológicamente con el añadido "conservador", a fin de distanciarnos de posiciones que, presumiendo de encarnar el liberalismo más consecuente, no retroceden ante conclusiones que desafían al sentido común. Sin embargo, creo que sería más apropiado o útil denominar como libertarias a dichas posiciones, y mantener la denominación liberal para los demás, aun cuando podamos coincidir en muchas cosas.

El liberalismo no ha surgido de la mente de algunos filósofos que habrían iluminado a la humanidad sobre el camino a seguir. Algunas sociedades, por razones históricas harto complejas, han evolucionado hacia unos sistemas donde unos niveles comparativamente altos de libertad individual han tenido como resultado un aumento de la prosperidad más que notable. Esto ha llevado a una serie de pensadores, desde Adam Smith hasta Hayek, a reflexionar sobre cuáles pueden haber sido las causas de esta evolución, y a intentar explicar la relación entre libertad y prosperidad. Sus teorizaciones, basadas en la observación, nos permiten tratar de influir sobre nuestro propio destino como sociedad, en la medida de lo humanamente posible, que dicho sea de paso, seguramente es mucho más reducida de lo que nos gusta creer.

El libertarismo, por el contrario, surge de una sobrevaloración de la teoría, muy propia de los intelectuales, por la cual caen en el olvido sus humildes orígenes en la observación. Ciertos autores acaban creyendo que es posible construir un sistema rigurosamente deductivo, a partir de unos pocos principios dogmáticos, supuestamente autoevidentes, y si la realidad no se adapta a la teoría... peor para la realidad. En este sentido, el libertarismo es otra variante, junto al socialismo, del error constructivista que denunciaba Hayek. Por eso no es casual que los libertarios, al igual que los marxistas, tengan la misma tendencia a anatemizar al que consideran que se desvía de la recta doctrina, con calificativos exorbitantes ("fascista", etc), y a imaginar a los herejes como agentes infiltrados en sus filas, que no son verdaderos socialistas o verdaderos liberales, sino que están "a sueldo" de la burguesía internacional o de la carcunda, respectivamente.

De hecho, al igual que los comunistas no distinguían, al menos según su propaganda, entre fascistas, conservadores y socialdemócratas, sino que todos quedaban englobados dentro de los primeros, los libertarios no distinguen entre socialistas y conservadores, para ellos todos son estatistas. Por supuesto, con esta defensa entusiasta de la polarización, acaban favoreciendo al socialismo, de la misma manera que los comunistas acababan favoreciendo a su primo hermano el fascismo, al presentarlo como lo más antitético a ellos mismos. Por cierto que a veces, por su actitud en determinados debates, los libertarios parecen primos hermanos de los socialistas, sus supuestos enemigos máximos.

Por el contrario, yo creo en una derecha liberal, una derecha defensora de la libertad individual, contraria al paternalismo socialdemócrata, amiga de los Estados Unidos e Israel. Una derecha que se oponga al estatismo tanto por las abrumadoras pruebas que existen de las bondades de la libertad económica, como también por razones profundamente morales. Esa derecha, por mucho que quieran negarlo los libertarios, existe, aunque no pueda identificarse plenamente con un partido político. Precisamente ahí está la tarea, encontrar unas siglas, sean viejas o nuevas, desde las cuales podamos convencer a la sociedad de que existe una verdadera alternativa a la izquierda.

Lo anterior no me impide al mismo tiempo pensar que, en casi todo liberal, suele haber un libertario (un racionalista) más o menos reprimido. Por eso a los liberales nos gusta leer blogs de libertarios, y simpatizamos no pocas veces con ellos. Lástima que sea un amor tan poco correspondido.

Respuesta a Estela. Actualización.

En un post anterior he recibido, firmado por la hija de Elpidia Esteban (quien ha solicitado que llegado el momento le sea aplicada la eutanasia), el siguiente comentario:

"El q[ue] ha escrito esto, me gustaria [sic] hecharmelo [sic] a la cara.[ ]No te mueve mas [sic] q[ue] la miseria notable de tu inexistente sensibilidad. Estela (la hija)"

Ante todo, pido disculpas a Estela por aquellas de mis palabras que la hayan podido herir.

Pero por supuesto, eso no significa que me retracte lo más mínimo de mis ideas. No creo que el sufrimiento por la enfermedad de su madre le dé la razón. Muchas personas sufren por sus seres queridos sin plantearse siquiera la posibilidad de la eutanasia. Muchos padres deciden tener hijos sabiendo que padecen síndrome de Down u otras graves enfermedades genéticas. Seguramente, tanto unos como otros se sienten ofendidos ante algunas manifestaciones de quienes defienden la eutanasia o el aborto como una liberación y un progreso, como si quienes rechazan con entereza esas opciones fueran retrógrados y supersticiosos.

Lo siento, pero no soporto los chantajes emocionales. Reitero mis disculpas a Estela, pero por la forma, no por el fondo. Y por supuesto, tiene abierto este blog para cualquier aclaración o precisión que considere oportuna. Pero le rogaría que aportase información o argumentos, no victimismo.

ACTUALIZACIÓN: Reproduzco en el cuerpo del post, por su importancia, el último comentario de Estela:

"De nuevo yo por aqui, soy Estela y tan sólo queria decirte y aclararte q yo no apoyo la decisión de mi madre, es ella la que está opinando por lo que cree que seria lo mejor para ella y para todos los que la rodean. Yo respeto su desisiñon pero no la comparto. Ella me dió la vida y yo lucharé por la suya hasta que mis fuerzas aguanten.No es victimismo,no lo confundas, he batallado a brazo partido con la sanidad, el gobierno y todo lo que podais imaginar por una calidad de vida para ella, pero me sigo viendo en el mismo punto que hace 8 años...yo sigo con las mismas fuerzas pero a ella ya se la están acabando y no ve otra salida. Nunca me he rendido y no lo voy ha hacer ahora ok. Un saludo. ESTELA"

A la luz de estas palabras, comprendo que no había interpretado bien la actitud de Estela, por lo cual le pido nuevamente perdón, pero me reafirmo todavía más en mi denuncia de la manipulación de El País.

Estela, ¡un saludo y ánimos!

viernes, 27 de junio de 2008

Dudas sobre la legalización de las drogas

Todo el mundo sabe que la famosa Ley Seca promulgada en Estados Unidos en los años veinte fue un tremendo error. Sólo sirvió para favorecer el crimen organizado, las muertes por consumo de bebidas adulteradas y el descrédito de la Ley en general. Hay una escena magistral en Los intocables de Eliot Ness, la estupenda película de Brian de Palma, en la que vemos a Sean Connery (en el papel de uno de los hombres del legendario policía, y poco antes de caer acribillado por los gangsters en su propia casa) servirse una copa de whisky. En dos segundos percibimos la trágica ironía de aquellos años.

Para muchos liberales como Valín, la actual "guerra contra las drogas" no es más que una nueva edición de aquella Ley Seca promovida por una minoría de moralistas fanáticos. Si se legalizara el tráfico de drogas, nos dicen, dejaría de ser un negocio en manos de peligrosas bandas mafiosas, se evitarían las muertes por consumo de productos adulterados y la policía podría dedicarse a perseguir a los verdaderos delincuentes. El argumento tiene el atractivo de todas las soluciones fáciles, y reconozco que a mí también me sedujo durante un tiempo. Pero ya no lo veo tan claro.

En primer lugar, es falso que el crimen organizado surja sólo por la existencia de un mercado negro. Por ejemplo, en muchos lugares donde el juego es perfectamente legal, suele a pesar de ello estar controlado por familias mafiosas. Si se legalizaran las drogas, quienes tienen la violencia como oficio sencillamente se centrarían en otras actividades. No es evidente que la sociedad en su conjunto ganara algo con ello. Por contra, es posible incluso que sectores tradicionalmente decentes se vieran corrompidos por la penetración de capitales de origen criminal. El argumento que culpa a la prohibición de la existencia de las mafias me recuerda al de quienes culpan a la ocupación aliada del terrorismo en Iraq. Posiblemente no caen en la cuenta de que es mejor tener a los terroristas concentrados geográficamente y muriendo a centenares en Iraq, que en nuestra propia casa y aprovechándose de nuestros sistemas garantistas.

El argumento empírico de los antiprohibicionistas (que la prohibición es la causa del problema y no su solución) me parece, pues, discutible. Pero el argumento fundamental que aducen es que el Estado no puede decidir qué sustancias puede tomar o no un adulto. Su función debe limitarse a proteger la vida, la libertad y la propiedad, y ello no incluye protegernos de decisiones que afectan exclusivamente a nuestra salud. Asimismo, aquel que vende una dosis de cocaína, como el que vende un abrecartas afilado, no es responsable del uso que haga de ese producto el comprador.

Sin embargo, este razonamiento deductivo encierra otra premisa de carácter fáctico que me parece harto dudosa. Drogas como la cocaína, la heroína, etc, se nos sugiere, no son malas en sí mismas, en todo caso puede serlo el uso que se haga de ellas, de la misma manera que un arma puede emplearse con fines defensivos legítimos o bien para atracar bancos. Ahora bien, ¿realmente existe un uso adecuado de esas sustancias? Creo que es una burda simplificación comparar la cocaína o la heroína con el vino, la cerveza o el tabaco. Las primeras se administran por vías fisiológicas que inciden directamente sobre el sistema nervioso, sin intermediación de los sentidos, mientras que los segundos son inconcebibles sin sus notables cualidades organolépticas, por mucho que en su composición se hallen ingredientes de naturaleza más o menos perniciosa. La mayoría de personas consumimos algunos de estos productos por esas cualidades de gran raigambre cultural, no porque padezcamos ningún tipo de toxicomanía.

En cambio, las que solemos llamar drogas (aquí no incluiría el cannabis) se caracterizan por su carácter banalmente destructivo. ¿Debe el Estado adoptar una posición de relativismo extremo y permitir la comercialización de productos que degradan con pavorosa facilidad a quien los consume, a cambio de proporcionarle meras sensaciones de euforia?

Hay una cuestión en la que admito que los antiprohibicionistas tienen razón, y es que la lucha contra las drogas proporciona al Estado el pretexto para entrometerse en el comercio y consumo de otros productos. Desde luego, no debemos ceder ante ello, pero precisamente opino que en ocasiones, determinadas posiciones de libertarismo extremo pueden tener efectos contraproducentes y al final acabar favoreciendo que el Estado acuda a "salvarnos" del caos que nosotros mismos hemos contribuido a crear.

Mira la carretera

La imaginación que demuestran los políticos para encontrar mil y una maneras de gastarse nuestro dinero es prácticamente ilimitada. Ahora no se le ha ocurrido otra cosa a la Generalitat catalana que llenar la comunidad autónoma de vallas publicitarias aconsejando ("mira la carretera") que, mientras conducimos, no nos distraigamos contemplando... vallas publicitarias. Hay que reconocer que ingenio no les falta. Lo que me temo es que al final obliguen a Intimissimi a superponer sobre sus anuncios algo parecido al aviso de las cajetillas de tabaco: "Mirar este anuncio puede provocar un accidente". A estas alturas ya no me sorprendería nada.

Pero ¿saben qué es lo que más me jode? Que la gente esté tan acostumbrada a ver como normal que la administración siga tirando con total impunidad el dinero de nuestros impuestos. Y encima no faltarán gilipollas que lo aplaudan, como si lo viera: "Me parece una campaña muy necesaria para concienciar a los conductores". Exasperante.

jueves, 26 de junio de 2008

La causa del terrorismo islámico es el liberalismo

O al menos es lo que se deduce de un artículo aparecido hoy en El País, según el cual "cien millones de jóvenes de Oriente Próximo están abocados al paro, la emigración o el extremismo islámico". De entrada, es de señalar el determinismo amoral que entraña esta frase. "Están abocados", como si los terroristas no fueran seres a los que pueda aplicarse el concepto de responsabilidad individual, no tuvieran capacidad de distinguir entre el bien y el mal. La vieja patraña de que la violencia nace de la pobreza, en definitiva.

Pero atención a la explicación que se da de la situación. Según el directivo de una ONG, "el principal problema es que la zona está evolucionando de economías proteccionistas a economías de mercado... En consecuencia, el Estado ya no puede garantizar el trabajo en el sector público."

El artículo prosigue exponiendo las consecuencias sociológicas de esta elevada tasa de desempleo juvenil, mostrando un panorama de frustración generalizada, y sin aventurar ninguna vía de solución. Es decir, que el típico lector de El País puede reafirmarse en la malsana convicción de que la culpa de todo la tiene esa maldita liberalización. Si los universitarios de El Cairo o Teherán contaran con una salida profesional en la administración, evitaríamos que la región se convirtiera en una cantera de terroristas.

Lo que no se recuerda es que los salarios de los funcionarios proceden de los impuestos, los cuales en su conjunto los paga el sector privado. Por tanto, inflar la administración para aumentar la tasa de empleo (con la consiguiente contracción de la inversión y de la generación de empleo productivo) es una solución tan quimérica como la máquina del movimiento perpetuo. Sólo puede funcionar trasladando el déficit envenenado a las generaciones futuras, que es lo que sugería cínicamente Keynes cuando dijo que a largo plazo todos estaremos muertos.

Si fuera cierto que las economías de Oriente Medio se están liberalizando, entonces se hallarían en el buen camino. Ello se correspondería con la tendencia a nivel mundial, que contradice la cantilena pesimista de la izquierda de que cada día hay más pobreza en el planeta. Pero aunque no fuera así, es vital que se identifique el verdadero problema de esta región, que no es Bush ni Israel, sino la falta de libertad, de capitalismo y de globalización. Todo lo contrario del análisis intoxicador que gustan de hacer los seudoprogresistas, esos tontos tan útiles para los islamistas.

miércoles, 25 de junio de 2008

Danke


Alemania 3, Turquía 2

Muerte a la contra climática

En un artículo publicado en El Mundo de hoy, titulado Dos décadas de resistencia numantina, el catedrático de Física Antonio Ruiz de Elvira denuncia "la carrera hacia la autodestrucción de la civilización" que representa el uso de combustibles fósiles, cuyos efectos sobre el clima ya vaticinó en 1988 Jim Hansen. ¿Que quién es este Hansen? Pues uno partidario nada menos que de juzgar por crímenes contra la humanidad a los ejecutivos de las compañías petrolíferas, por sembrar dudas sobre el cambio climático.

Cuando uno está en posesión de la verdad absoluta y de la fórmula salvadora de la humanidad, toda represión contra quienes se le opongan le parecerá justificada. Es exactamente la misma psicología que en los regímenes comunistas lleva a perseguir sin piedad a quienes se califica como contrarrevolucionarios.

Ruiz de Elvira se muestra como un seguidor fiel de su maestro Jim Hansen, en el sentido de que no se anda con excesivos matices.

"Los grandes señores feudales actuales -dice-, los dueños de las empresas del petróleo, los jeques árabes y los caudillos hispanoamericanos realizan desde hace años una campaña semiexitosa contra la realidad, casi convenciendo a los pueblos de que el cambio climático es una invención de un puñado de científicos chalados."

No vale la pena detenerse demasiado en el pobre bagaje conceptual en ciencias sociales que delata la expresión "señores feudales", aplicada a accionistas o a jefes de Estado. No hace mucho, un artículo de Francisco Capella nos ilustró brillantemente acerca del grado de ridículo en el que caen a veces algunos científicos cuando se creen que pueden pontificar sobre cuestiones sociopolíticas y económicas, sin la cautela y la humildad que normalmente emplean cuando opinan de otras disciplinas que no entran dentro de su especialidad.

Lo que me ha llamado la atención es que incluya a los "caudillos hispanoamericanos" dentro del partido de los escépticos climáticos. Este hombre por lo visto no se ha enterado de las tremendistas declaraciones de Evo Morales en las que acusa, cómo no, al capitalismo de estarse cargando el planeta mediante las emisiones de CO2. Ni de las de Castro, o incluso, pese a sus intereses petrolíferos, las de Chávez.

Pero lo que ya me lleva preguntarme en qué mundo vive Ruiz de Elvira, es su queja de que partidarios y detractores de la nueva religión climática "reciben el mismo peso" en la televisión. Me pregunto qué canales ve este señor, pues en los medios de comunicación que yo conozco, salvo escasas excepciones, no es que se decanten descaradamente por las tesis apocalípticas, es que incluso se oculta que exista siquiera un debate sobre su validez científica. Eso por no hablar del talante dogmático que manifiesta quien se escandaliza de que dos posturas intelectuales reciban el mismo trato.

Una vieja táctica del discurso progre consiste en presentarse como minoritario y débil en un mundo dominado por la ideología "neoliberal". Evidentemente, la situación es exactamente la contraria, la mayoría de periodistas occidentales son en mayor o menor grado de izquierdas, pero no importa, como la posición débil siempre le parece a la izquierda más digna de simpatía, se complace en verse a sí misma como si estuviera reducida a una reserva india. Y nuestro apóstol del cambio climático es en esto un perfecto progre de manual.

Por si quedara alguna duda de ello, remata su breve artículo criticando al propio Zapatero por no pasar de la retórica a los hechos en la lucha contra el cambio climático. Concretamente, se indigna por que "se autorizan nuevas refinerías, se sigue produciendo electricidad con carbón" y "aumentan las facilidades para los coches, mediante cada vez más kilómetros de autovías". Este es el esplendoroso futuro que nos prometen los visionarios del clima. Mayor intervención en la economía, menos autovías. Y a la cárcel con los contrarrevolucionarios. ¿Les suena la música?

martes, 24 de junio de 2008

Gracias, Martha


Intentaré estar a la altura.

La manipulación hecha arte

La campaña de PRISA y otros medios a favor de la eutanasia se enmarca dentro de una estrategia de agitprop que genera debates artificiales a partir de temas de enfrentamiento con la derecha (el "matrimonio" homosexual, el aborto, la eutanasia, etc) que permiten presentarla como retrógrada porque la mantienen en una constante posición defensiva, de manera que prácticamente no tiene el mínimo respiro necesario para llevar a cabo una buena labor de divulgación del ideario liberal-conservador. Constantemente debe estar parando golpes, y por ello da la impresión de que carece de ideas propias, y se limita a oponerse a los cambios por su propia naturaleza cerril e inmovilista.

Hoy aparece una noticia en El País cuya redacción merece ser estudiada, porque concentra en unas pocas líneas muchas de las falacias y las manipulaciones que constituyen el núcleo del paradigma progre.

El título ya es toda una declaración de intenciones: "No quiero que sea lo que Dios quiera, sino lo que yo decida", dice citando las palabras de una mujer, aquejada de una grave clase de esclerosis, que pide la eutanasia. Obsérvese que, tras la innecesaria formulación blasfema, la protagonista de la noticia lo que sugiere es que no cree en Dios, y que por tanto tampoco en una moral absoluta que podría poner trabas a la realización de sus deseos. Estamos desde el principio ante la falacia central de la eutanasia, que es la de presentarla como una batalla más de la lucha por la libertad. ¿Cómo se consigue esto? Pues escamoteando el significado político más fértil del término libertad, que es no estar sujerto a la arbitrariedad de un tercero, y sustituyéndola hábilmente por su acepción más tosca. Según ésta, ser libres es simplemente poder realizar nuestros deseos. Por tanto, el principal enemigo de la libertad deja de ser el poder político, y pasa a ser la religión y la tradición. Más aún, el poder político se convierte en un verdadero aliado en la lucha contra esas rémoras que nos impiden liberarnos... Y acogernos a la paternal protección del Estado.

El artículo es una mezcal inextricable de información y opinión -mejor dicho, monserga ideológica. Nos dice que esa mujer afronta con resignación la muerte, que "lo hace por amor a la vida. A una vida de calidad." Se trata de un recurso utilizadísimo, el de convertir algo en su opuesto, el de presentar lo negro como blanco. Querer morir ahora resulta que es "amor a la vida".

A continuación sabemos que Elpidia Esteban, que así se llama, todavía puede valerse por sí misma, pero a causa de su enfermedad degenerativa, llegará un momento en que necesite cuidados de una persona las 24 horas del día, y no quiere ser una carga para su hija, con la que vive. Vemos entonces cómo se van ampliando las justificaciones de la eutanasia. Primero nos la presentan como una forma de acabar con un sufrimiento inhumano, pero ahora ya el objetivo confeso es evitar molestias innecesarias a los vivos... ¿Creerán que "su hija es una de las personas que más la animan a exigir" la eutanasia? De nuevo, la técnica de la inversión: Ahora lo que moralmente se presenta como digno de elogio no es el sacrificio de tener que cuidar a un ser querido, sino colaborar en su eliminación.

El artículo continúa mostrándonos a Elpidia como una persona reivindicativa, para nada "nihilista", sino que reclama más investigación médica y laboratorios. Y es que claro, la gente que no somos progresistas, básicamente como lo son los lectores de El País, no queremos que haya más laboratorios, ni más escuelas, ni más carreteras. Hombre, ¡si hasta nos oponemos a la eutanasia, que es algo de "sentido común"!

Pero un panfleto de PRISA no sería completo si no se metiera con Esperanza Aguirre. Porque la Comunidad de Madrid por lo visto le había denegado a nuestra heroína la teleasistencia (lógico: vive con su hija) y una ayuda para el taxi para asistir a unos "talleres ocupacionales" (puestos a pedir...) Así de malvada es la derecha que se opone a la eutanasia y el aborto libre y gratuito. Y así es como se las gasta el diario oficial de la progresía.

ACTUALIZACIÓN: Entre la hija de Elpidia Esteban, que se llama Estela, y yo, ha habido un intercambio de comentarios que son del máximo interés y han dado lugar a otro post, Respuesta a Estela.

lunes, 23 de junio de 2008

El nacionalismo sin máscara

La Generalitat catalana ha cerrado (o no le ha renovado la licencia: es lo mismo) Radio Unión de Cataluña, por no cumplir la normativa lingüística. Es un ejemplo perfecto de lo que queremos decir algunos cuando acusamos al nacionalismo de atentar contra las libertades.

A ver si me sé explicar.

El nacionalismo no cierra una emisora de radio porque desde ella se predique la guerra santa, la sumisión de la mujer al hombre o la destrucción de Israel. No. Es porque en ella dicen (¡horror!) "buenos días" o "feliz fin de semana", así, descaradamente, en el español de Cervantes.

¿Todavía no se entiende? Veamos si de esta manera resulta más claro:

EN ESPAÑA SE PUEDE CERRAR UNA EMISORA PORQUE SÓLO EMITE EN LENGUA ESPAÑOLA.

Espero que ahora se haya entendido mejor.

Todos caben: Pero algunos son más todos que otros

En su discurso central del pasado congreso de Valencia, Mariano Rajoy ha vuelto sobre un tema que ya apuntó en aquel otro discurso de Elche, recordado sobre todo por la invitación a marcharse al partido liberal y conservador a aquel que quisiera hacerlo. Me refiero a la cantinela de "libertad económica sí, pero..." (y a continuación pongan ustedes las palabras más conmovedoras que se les ocurran en recuerdo de "los más desfavorecidos"). En concreto, en esta ocasión ha dicho lo siguiente:

"Creo que no es posible defender la libertad del individuo y la igualdad de oportunidades desde el egoísmo, desde la indiferencia ante el infortunio. No es justo tratar igual a los desiguales, a los que ha castigado la vida, o la fortuna, o el azar de una catástrofe o la mano asesina de un terrorista. Creo en la solidaridad con todos los que sufren por su salud, por su ignorancia, por su pobreza, por su debilidad o por el capricho de un criminal."

¿A cuento de qué viene todo esto? ¿Es que el liberalismo está en contra (salvo variantes extremas cuya repercusión apenas trasciende el debate académico) de que la sociedad se haga cargo de las víctimas de catástrofes, de atentados terroristas, de los ancianos, etc? Con su enternecedora manifestación de buenos sentimientos, el Sr. Rajoy parece dar a entender que sí. En lo cual coincide con la propaganda más genuinamente socialista, que tanto gusta de amedrentar con el fantasma del "neoliberalismo salvaje".

Creo que demostraría mucha mayor solvencia intelectual explicar la manera en que la libertad del individuo ha permitido prosperar a muchísima más gente que todas las políticas de redistribución que la izquierda ha ensayado, con pobrísimos resultados. Y sobre todo, no mezclar la protección a los disminuidos, o a los damnificados por catástrofes naturales, con otras cosas que nada tienen que ver.

En definitiva, lo que demuestra Rajoy con este tipo de retórica empalagosa es que, cuando habla de dar cabida a las distintas "sensibilidades" de "liberales, conservadores, demócratacristianos", parece más preocupado por la última, o por otras que no menciona explícitamente (¿socialdemócrata?) que no por la primera. A los liberales, más bien parece complacerse en meterles el dedo en el ojo. Si no, no me explico esa obsesión en contrapesar sistemáticamente la defensa de la libertad económica, como si por sí sola fuera una ocurrencia parcial y sectaria.

viernes, 20 de junio de 2008

Pyongcelona

El otro día comprobábamos que el Ayuntamiento de Barcelona no sólo no veía con buenos ojos que un videojuego “violento” promocionara la ciudad condal, sino que incluso estudiaba retirarlo del mercado. Ahora, este artículo me acaba de dar la clave del modelo que las autoridades barcelonesas tienen en mente.

Rótulos luminosos publicitarios de lugares tan céntricos como la Plaza Cataluña, entre otros, están siendo progresivamente eliminados por una reglamentación urbanística que, basándose supuestamente en criterios arquitectónicos y ambientales, arrambla con todo lo que suene a capitalismo, dejando vía libre a una propaganda institucional cada vez más abrumadora. Sólo así se conseguirá que Barcelona expíe sus pecados de consumismo desenfrenado y sea cada día un poco más progresista, más socialista -más oscura y más triste. Más como su modelo: Pyongyang.

miércoles, 18 de junio de 2008

La gentuza de Esquerra

Esquerra Republicana no apoya que se dedique una calle o una plaza de Barcelona a las víctimas del terrorismo.

Casi tan miserable como esta actitud es la justificación que la formación de Puigcercós* da de ella, esto es, que no pueden aceptar una propuesta del PP. Pero lo fundamental aquí es el guiño que se les hace a los etarras, como diciendo que el pacto de Perpignan sigue en pie, que están en la misma lucha. Que en el fondo les caen bien, vamos.

Esta es la clase de gentuza que hay en el gobierno de Cataluña. Por si quedaba alguna duda.

__________
* Durante el congreso de su partido, Puigcercós confesó haberse hecho independentista por culpa de un funcionario de RENFE que al hablarle en catalán, se limitaba a repetir en plan borde "¿cómo?" Cabe preguntarse si funcionarios repelentes sólo los hay en España y, sobre todo, si en el caso de que ese tipo hubiera actuado igual, pero ante alguien que se le dirigiera en castellano, repitiendo "com?" hubiera sentido la misma indignación. A juzgar por las campañas del gobierno autonómico recomendando hablar siempre en catalán, incluso con extranjeros recién llegados que manifiestamente no pueden entenderlo, no me cabe la menor duda de que todo lo contrario: lo habría aplaudido. Sería un borde dels nostres!

martes, 17 de junio de 2008

No pasa nada (por ahora)

He leído la sentencia que condena a Jiménez Losantos por un delito de injurias y, sinceramente, no creo que la libertad de expresión esté en peligro. Puede que sea un ingenuo o que mi ignorancia del derecho me lleve a ser excesivamente optimista, pero, hablando en serio: ¿De verdad podemos creer que un texto jurídico tan chapucero e incompetente no será tumbado por cualquier instancia superior con cara y ojos a la que se recurra?

Ignoro si es costumbre de las transcripciones judiciales de discursos orales optar por la grosera fonetización de nombres propios extranjeros, como por ejemplo "Juliani", repetido sistemáticamente en la sentencia para referirse al alcalde neoyorquino Giuliani, entre otras igualmente ridículas, y si es normal la carencia de puntuación casi total en dichas transcripciones.
No me entretendré en comentar aspectos formales, a fin de no desviarme de lo importante, que es el argumento esencial de esta sentencia. Traducido al lenguaje corriente, aquel en el que Giuliani se escribe Giuliani, podría formularse así:

Federico Jiménez Losantos no puede ampararse en la libertad de expresión porque no se puede probar que el alcalde Gallardón dijera lo que algunos afirman que dijo, es falso que literalmente dijera cosas como "quiero tapar el 11-M" y no es cierto que todo el mundo interpretara de la misma manera sus palabras.

Es decir, la jueza nos está diciendo, primero, y en contradicción con los mismos fundamentos de derecho que la propia sentencia cita poco antes, y que definen la veracidad en términos de los cánones comúnmente admitidos de profesionalidad, que sólo es información veraz aquella que se puede probar. Nótese la enormidad de semejante afirmación. Prácticamente se carga toda posibilidad de opinión libre. Podemos comprobar que está lloviendo porque nos mojamos, pero ¿cómo demostrar enunciados complejos del tipo de "Gallardón traiciona los principios del PP"?

En segundo lugar, aunque en el fondo deriva de lo anterior, la sentencia increíblemente prohíbe toda interpretación. Puesto que el alcalde madrileño en ningún momento dijo literalmente que él no quería investigar el 11-M, no se puede afirmar legalmente (!) que ese fuera el sentido de sus palabras.

En tercer lugar, de manera increíblemente burda, la sentencia presenta triunfalmente como una falsedad más, imputable al querellado, la tesis de que todos los medios habrían interpretado del mismo modo las palabras de Gallardón. Y si fuera cierto que Federico hubiera incurrido en esa exageración ¿de verdad eso es materia de interés penal? Y sobre todo, ¿demuestra algo en absoluto, salvo que cada cual es libre de interpretar las palabras de un alcalde o las del rey como le venga en gana? Pues parece que según la ilustrísima magistrada, no es así.

Que los epítetos dedicados a Gallardón sean más o menos hirientes, es cuestión en la que, por sí sola, no se podía fundar una sentencia condenatoria. Insultar es llamar a alguien hijo de puta o cabrón, y todo lo que no sean expresiones de este jaez no pueden ser consideradas insultos, salvo que se quiera hacer imposible la crítica a los políticos. Por eso la magistrada ha optado por una estrategia argumentativa tan desesperada como era la de entrar en la veracidad de las afirmaciones de Federico, lo que nos conduce a algo tan absurdo y quimérico como querer fijar la interpretación que era lícito dar a las palabras pronunciadas por Gallardón en un acto del diario ABC.

Así que tranquilos. La libertad de expresión sigue indemne, por el momento. Con sentencias así, da gusto recurrir.

viernes, 13 de junio de 2008

La derecha virtual

El Ayuntamiento de Barcelona estudia si es posible retirar del mercado The Wheelman, un videojuego de próxima aparición en España, inspirado en las películas de acción y carreras de coches, con espectaculares persecuciones, tiroteos, explosiones y todo lo que cabe esperar de este tipo de productos de entretenimiento. ¿El motivo? Que el juego transcurre en una recreación virtual de las calles de Barcelona y "es contrario -en palabras de la concejal de Educación- a los valores que caracterizan la ciudad".


No puede ser, dirá alguno. No es posible tanta imbecilidad. Pues sí, desgraciadamente lo es. Y no pensemos que tras la iniciativa del gobierno municipal está sólo el partido de la concejal, el PSC. Regidores de CiU (Sònia Recasens) y del PP (Alberto Fernández, escuchado hoy en la COPE) se han apresurado a mostrar su apoyo a las medidas contra el videojuego.

Y yo que me pregunto ¿por qué no prohibir también las películas y las novelas de temática violenta que tengan como escenario la ciudad condal? ¿Acaso no son también contrarias a sus "valores"?

Más aún. Independientemente de su localización figurada ¿no habría que impedir la difusión de todo tipo de obra literaria y audiovisual que no defienda los valores de la ecología, el pacifismo, y la Dirección General de Tráfico?

Pero qué quieren, a mí lo que me ha conmovido ha sido lo de Alberto Fernández. Es curioso. Por una parte se opone a la venta de videojuegos violentos, pero por otra se queja de que el Ayuntamiento declare Barcelona ciudad antitaurina. Se opone a la libertad de horarios comerciales, y luego protesta por que les digan a los comercios en qué idioma pueden rotular y en cuál no. Es decir, primero contribuye a prepararle el terreno a la dictadura de lo políticamente correcto, y luego se lamenta de sufrir sus consecuencias. ¿No será que cierta derecha es la recreación virtual de un videojuego? ¡Un videojuego, por descontado, creado por un programador progre!

P.S. Cualquier coincidencia del título de este post con la situación del PP nacional es mera coincidencia. O no.

jueves, 12 de junio de 2008

Qué manía

En los últimos años, tanto los gobiernos como los bancos centrales de Estados Unidos y Europa han adoptado multitud de decisiones que suponen una distorsión considerable del mercado libre. Por no hablar de la mayor distorsión de todas, que es la hipertrofia del sector público. Sin embargo, según la sabiduría convencional hoy imperante, cuando la economía entra en crisis, la culpa sólo puede ser del mercado libre.

Esta obsesión contra la libertad económica se torna patente ya no cuando se achacan a ella prácticamente todos los males, sino cuando se atribuyen al liberalismo decisiones que no tienen nada de liberales. Así, ante la propuesta de la Unión Europea de permitir las 65 horas laborables a la semana, no ha faltado quien ha hablado, concretamente desde el conocido periódico marxista-leninista de Barcelona, es decir, La Vanguardia, de "fundamentalismo del mercado".

El liberalismo, por supuesto, lo único que defiende al respecto es que cada cual pueda trabajar las horas que le dé la gana. Por tanto, está en contra de que ningún gobierno nos permita trabajar más o menos horas, o que dicte los horarios comerciales.

Inciso: Entiendo que esto para algunos es sencillamente escandaloso. Supone caer en un capitalismo salvaje como el que asola Inglaterra, con esas jornadas espantosas que padecen sus habitantes. ¿Os habéis fijado en esos pubs vacíos, en esos centros comerciales desiertos, debido a que todo el mundo está trabajando? ¿En esos pobres hooligans que no pueden desplazarse junto a sus equipos de fútbol por toda Europa, porque están férreamente atados a sus puestos de trabajo? ¿Alguien ha visto alguna vez a un inglés (¡uno solo!) disfrutando de unas merecidas vacaciones en Salou? (Fin del inciso.)

Que el vicedirector de La Vanguardia nos proporcione una abrumadora demostración de centrismo, escribiendo en tono elegíaco sobre las supuestas conquistas del movimiento obrero, entra dentro del guión más previsible. ¡A ver si El País o Público se van a creer que tienen la exclusiva del progresismo!

Ahora bien, que además ese señor demuestre no tener ni pajolera idea de lo que es el liberalismo, la verdad es que ya me deja un tanto descolocado. ¿Será posible, al fin y al cabo, que esa manía de nuestras clases supuestamente ilustradas contra el liberalismo se deba simplemente a que de ilustradas tienen mucho menos de lo que parece?

miércoles, 11 de junio de 2008

Relajación moral

No me ha sorprendido que la sociedad española no reaccione apenas ante el escándalo de toda una presidenta del Tribunal Constitucional prestando consejos particulares a una acusada de asesinato. Si ha renovado en su cargo a un presidente del gobierno que ha mentido de forma flagrante en asunto de tanta gravedad como sus negociaciones con una organización terrorista, esperar otra cosa sería pecar de ingenuidad.

Se puede ver ahora con claridad cómo la relajación moral, al contrario de lo que se suele creer, es la gran enemiga de la libertad. Un pueblo que está dispuesto a tolerar o relativizar conductas que chocan con principios morales elementales que todos hemos aprendido de niños, y que algunos además intentamos transmitir a nuestros hijos, difícilmente se escandalizará ante el incumplimiento de la ley o la falta de independencia del poder judicial. A duras penas comprenderá que eso pueda tener tanta importancia.

A una sociedad así se le tomará el pelo una y otra vez, porque en el fondo, como a los cornudos, no le importa ser engañada. Carece de dignidad, que es de donde nace el orgulloso sentimiento de la libertad.

Por eso la izquierda estatista lleva trabajando con seguro instinto desde hace décadas en sustituir la moral tradicional (¿cómo podría haber sobrevivido la civilización sin una tradición moral?) por unas nuevas prescripciones mucho más laxas, basadas en la falacia naturalista, que es la que está tras la creencia de que basta actuar guiado por los propios sentimientos para ser buena persona, sin que sean necesarios ningún tipo de autodisciplina ni de respeto por las instituciones.

Con ello se consigue crear una sociedad de adolescentes, que creyendo no aceptar consejos de nadie, se dejan llevar por quien sabe halagarlos mejor, esto es, una sociedad mucho más dependiente del Estado, la cual ha llegado al extremo de identificar el ánimo reivindicativo con exigirle a la administración que le solucione todos los problemas: ¿Cuántas veces hemos oído aquello de "el gobierno debería hacer algo"? Ninguna frase resume mejor la íntima conexión entre la atonía moral y la renuncia a la propia autonomía -y pocas me parecen más plebeyas, en el peor sentido del término, el de la plebe que los césares alimentaban a base de pan y circo. Es, además, el equivalente exacto a meterse un gol en propia puerta, como hacen todos aquellos que dicen apoyar las reivindicaciones de los transportistas en huelga -o sea, que los subvencionen con el dinero que el Estado sacará de su propio bolsillo. Al final, hasta las neuronas se relajan.

lunes, 9 de junio de 2008

¿Por qué los llaman informativos, cuando quieren decir violentos?

Todo el mundo sabe lo que son los piquetes. Ahora no lo vamos a descubrir.

Pero casi me exaspera más, en relación con la huelga del transporte, la reacción de la oposición. Rajoy ha hablado de un "paquete de medidas", que es la manera que tienen los políticos de no decir nada. Esto, más o menos con las mismas palabras, ya lo dice el propio gobierno. Sobre todo, no vayamos a denunciar el fracaso del intervencionismo; al contrario, aprovechemos los problemas que genera para encima endosárselos al mercado. Quien tiene la obligación de enfrentarse a esto (o sea, la derecha: no va a ser Llamazares), empezando por educar a la gente divulgando un mínimo de nociones económicas, escurre el bulto y se apunta a la demagogia barata de apoyar, o por lo menos no criticar con claridad, a unos huelguistas que defienden los intereses particulares de unas organizaciones sindicales con el recurso a la fuerza.

En principio, no tengo nada que objetar a que se reduzcan los impuestos sobre el gasóleo, incluso aunque sólo se aplicara al de uso profesional. Siempre y cuando, por supuesto, esa disminución en los ingresos del fisco fuera acompañada del correspondiente recorte de gasto público. De lo contrario no es más que una subvención encubierta. Que es lo que están reclamando directamente con las tarifas mínimas.

¿Por qué debemos subvencionar las clases medias a ningún sector económico? ¿Es que transportistas, campesinos o pescadores tienen más derecho que los demás a ser mantenidos con el dinero público?

Voy a esperar que algún dirigente del PP se olvide por un momento del jodido congreso de Valencia (del que no espero absolutmente nada) y tenga la valentía de hablar con rigor. Pero me temo que tendré que ponerme cómodo.

domingo, 8 de junio de 2008

Salgo de mi (semi)anonimato


Siempre que me ha parecido conveniente he dado mi nombre completo en este blog. Sin embargo, hasta ahora en mi perfil sólo aparecían las siglas CLD. Con ellas seguiré firmando mis posts y comentarios, por brevedad, y para que no me confundan con el otro Carlos López de Red Liberal, cuya superior antigüedad en la web me parece de obligado respeto. Pero creo que ya no tenía mucho sentido seguir omitiendo mi nombre en Mi perfil, cuando me conocen personalmente algunos estimados blogueros de mi provincia, firmo con nombre y apellidos mis colaboraciones en el libro La Resistencia AntiZP (¿cómo? ¿aún no lo habéis comprado?) y he participado en un par de tertulias de COPE Tarragona.

P. S.: Ya puestos a hacer concesiones a la vanidad, he incluido mi foto. Daniel, puedes hacer de ella mi imagen en Red Liberal, si consideras que mi careto no atenta en exceso contra la estética de la página (¿?) y si el formato lo permite. Aunque he de decir que la actual te la curraste bastante, se basa en una imagen del texto de la Declaración de Independencia americana que hace tiempo eliminé del blog, por lo que me parece que resulta poco identificable. En fin, es tu web, haz lo que te parezca oportuno. Yo sólo puedo agradecerte una vez más figurar en ella, como no podía ser menos.

sábado, 7 de junio de 2008

¡Qué gustazo!

Tomarse una cerveza Heineken, mientras ves una película de Clint Eastwood, en un vuelo de Air Berlin. Tiene buena pinta.

Cuando las empresas o la gente del mundo de la cultura se apartan del rebaño, hay que apoyarles, porque desgraciadamente no se trata de una actitud muy común. Desde luego, tomarse una Heineken y ver cualquier película de Clint no es que sea una forma de apoyo muy heroica, debo admitirlo. ¡Así da gusto apoyar! Sólo me falta volar en la compañía teutona. Lo tendré en cuenta cuando tenga que viajar...

viernes, 6 de junio de 2008

Eutanasia: de liberal, nada

Los partidarios de la eutanasia, no siempre conscientemente, juegan con el equívoco. Al hablar del derecho a decidir sobre la propia vida, parece que uno está defendiendo una libertad tan elemental como es la del suicidio. Suicidarse es tan fácil (para quien verdaderamente está decidido a hacerlo) que una sociedad que quisiera poner trabas a la posibilidad de cometer ese acto, debería ser prácticamente una cárcel. De hecho, la mayoría de regímenes penitenciarios efectivamente impiden el acceso de los reclusos a determinados objetos, como cinturones o cuchillas de afeitar, que podrían convertirse en instrumentos suicidas. Y aun así, no siempre logran impedir que algún interno se quite la vida.

Independientemente de la opinión moral que merezca el suicidio, no creo que haya nadie en su sano juicio que defienda su prohibición legal. Y es que, cuando hablamos de eutanasia, en realidad no estamos discutiendo acerca del suicidio, sino del homicidio. Los defensores de la eutanasia defienden que una persona que desea acabar con su vida, y que por su estado físico es incapaz de realizar por sí misma su propósito, tiene derecho a ser asistida por otra en el cumplimiento de su voluntad, que por tanto cometería un homicidio legal. Se podrá estar de acuerdo o no, pero esto es algo muy distinto de defender una libertad elemental, que es como tienden a presentarlo.

No se trata, por tanto, de que algunos teocones quieran restringir una libertad del individuo. Lo que se pone en cuestión es que el homicidio deba ser despenalizado en función de las limitaciones físicas de ciertas personas.

Existen normas que obligan a los constructores a evitar las llamadas barreras arquitectónicas, con el fin de proteger a los disminuidos físicos. Podríamos discutir sobre si la coerción estatal es el mejor medio para ello, pero en cualquier caso, facilitar que una persona en silla de ruedas acceda más fácilmente a un edificio, es una medida análoga a otras muchas que la sociedad aplica en beneficio de personas desfavorecidas, como pueda ser una pensión no contributiva o la gratuidad del transporte urbano para los ancianos. Son medidas muy loables, quién lo duda. Ahora bien, presentarlas como un aumento de la "libertad" de estos individuos es incurrir en el uso más trivial y empobrecedor de la palabra, que es precisamente el que más gusta a los socialistas. Para estos, libertad es simplemente el poder de hacer cosas. Para el liberalismo clásico, sin embargo, la libertad es no estar sujeto a la arbitrariedad de otra persona.

Si yo no puedo jugar al baloncesto porque soy tetrapléjico, en ese sentido trivial soy menos libre que si tuviera las condiciones físicas de Pau Gasol. ¿Pero está obligada la sociedad a satisfacer todos los deseos de algunos de sus miembros, por el mero hecho de que padecen limitaciones más graves que la mayoría?

Si una persona quiere morir, ¿la sociedad tiene la obligación de facilitarle los medios para ello? Quienes responden que sí, en realidad están dando mayor poder a la sociedad sobre el individuo, por mucho que supuestamente sea para cumplir una voluntad de éste. Pues lo que nos tememos muchos es que convertir la eutanasia en práctica rutinaria conduce a una relativización de la vida humana y por tanto al menoscabo de la dignidad de la persona, que es la fuente de toda libertad. Es descender a un estadio gregario como el de aquellos pueblos primitivos que practican el abandono de ancianos o el infanticidio, o el de esas sociedades de insectos en las que el individuo se sacrifica (en ocasiones por propia iniciativa, si es dado emplear este concepto en animales inferiores) por el bien del colectivo. El Estado no nos pregunta si queremos cotizar a la seguridad social, detrayéndonos la mitad de nuestros ingresos; sencillamente, ha decidido por nosotros que sí queremos. ¿Tan sorprendente sería que acabara decidiendo cuándo queremos morir?

miércoles, 4 de junio de 2008

Descubriendo a Federico... Y una entrevista bilingüe a Girauta de propina

Reproduzco a continuación, traducido del catalán, el post publicado ayer por Sergi Fidalgo en su blog Catalunya és friki. Me ha gustado por varias razones. La primera, porque, aunque no coincida con todas y cada una de sus afirmaciones, su eje argumental me parece de un aplastante sentido común. La segunda, porque en sí mismo es un síntoma revelador: Cuando resulta necesario que consideraciones tan obvias y elementales se hagan explícitas, e incluso parezcan provocadoras, significa que los políticos y los medios de comunicación a su servicio han conseguido extraviar o embotar la capacidad de raciocinio de mucha gente. Y la tercera, que todavía hay esperanza. Siempre que opiniones claramente discordantes como ésta surgen de Cataluña, me llevan a pensar que no todo está perdido. De hecho, estoy seguro de que la brutal campaña contra la COPE en general y Jiménez Losantos en particular, tiene el efecto (por supuesto indeseado por parte de sus promotores) de ganarle muchos adeptos, que primero empiezan a escucharle por curiosidad, y acaban favorablemente sorpendidos, al descubrir que no defiende la antropofagia. Y sin más preámbulos, ya podéis leer:


Federico me mola*

Lo habéis conseguido: me habéis convertido en un gran seguidor de Federico Jiménez Losantos. No porque me guste su estilo, que es demasiado agresivo. Ni por su ideología, porque no soy liberal. Ni por su amor eterno hacia España, ya que las patrias no me motivan tanto. Ni por sus filias ni fobias. Ni porque tenga acciones de la COPE ni de Libertad Digital -ya me gustaría. Pero cuando quieren cerrarle a alguien la boca, tengo la tendencia a enterarme de lo que dice y del porqué quieren que calle. Y Losantos es un radical. Pero radicales los hay por todas partes, en todos los periódicos -excepto en La Vanguardia, que es la moderación hecha diario-, en la televisión pública (¿hablamos de los reportajes propagandísticos de Terra Lliure en TVC?), y en las diferentes emisoras de radio del panorama comunicativo catalán y español. Y no se ha desatado ninguna campaña en contra del resto de opinadores.

Mira que es fácil no escucharlo y cambiar de emisora. O si se pasa de la raya ir a los tribunales y denunciar sus excesos. Pero no, aquí lo que molesta es que alguien sea diferente y se salga del rebaño. Todos los periodistas hacen política, nadie hace información. Todos comprados por los partidos o comprometidos con su causa. Pero no, el que molesta es Losantos. Federico es más directo, y más agresivo. Pero en una democracia el límite de la libertad de expresión está en manos de la justicia. Quien quiera luchar contra sus ideas, que lo haga mediante la palabra, pero no pidiendo que lo despidan. Se ve que el franquismo no terminó en Cataluña y España con la muerte del dictador, y todavía quedan muchos partidarios de la dictadura mental: abríos de mente, dejad que Losantos diga lo suyo, y si os insulta, buscad un buen abogado y a por todas...

Os recomiendo esta entrevista con Juan Carlos Girauta, uno de los columnistas de esta casa [e-Notícies] y colaborador de Jiménez Losantos.


Por cierto, que me uno a la recomendación de la entrevista, curioso ejercicio de bilingüismo, porque está hecha alternando preguntas en catalán y castellano.
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*En castellano en el original

martes, 3 de junio de 2008

¡Vivan las regulaciones!

El gobierno vuelve a la carga con sus planes para regular (en politiqués: restringir) la libertad de prensa. En efecto, promover un estatuto del periodista, difícilmente le dará a estos profesionales más libertad de la que ya tienen. Todo lo contrario, lo que se pretende es crear organismos burocráticos (es decir, controlados por los políticos) que decidirán quién puede ejercer de periodista y quién no, todo ello adornado con rimbombantes expresiones como "código deontológico", "ética periodística" y demás.

Para justificar este asalto a una libertad fundamental, nos vendrán como siempre con aquello de que otros países ya lo hacen (¿y qué, suponiendo que fuera cierto? ¿por qué debemos imitar siempre lo peor del extranjero?), pero sobre todo, el argumento decisivo se basará en esgrimir un supuesto derecho a la información veraz. Sí, he dicho supuesto, porque el abuso que se hace actualmente del término derecho forma parte de una estrategia perfectamente consciente del Poder para minar los derechos clásicos -aquellos que, "casualmente", fueron instaurados con el fin de limitar el poder. En efecto, so pretexto de proteger un falso derecho de los ciudadanos a estar bien informados, los gobernantes aspiran a poder fiscalizar la libertad de los informadores. Es el mismo método por el cual, en base a un supuesto derecho a la vivienda, se trata de limitar el derecho de propiedad.

Existe un test bien sencillo para detectar falsos derechos: Se caracterizan porque, a diferencia de los derechos defendidos por el liberalismo clásico, son imposibles de garantizar. ¿Quién puede garantizarnos que tendremos una información veraz, que conseguiremos trabajo, casa, salud, etc? En cambio, que exista libertad de prensa, libertad económica, etc, es algo muy sencillo: basta con que los políticos y funcionarios no metan las narices en aquello que no es de su incumbencia.

Esto no significa que determinados derechos (por ejemplo, el derecho al honor y la libertad de expresión) no puedan entrar en conflicto. Pero para esos casos están los jueces. Recientemente hemos visto como la cuñada del príncipe ha llevado a juicio a los medios de comunicación por el acoso al que se ve sometida. Para El País.com del lunes, sin embargo, esto son el tipo de "situaciones insólitas" a las que nos lleva la "falta de normativa". Pero ¿cuál es el problema? ¿Qué hay de malo en que la señora Ortiz quiera gastarse el dinero en juicios? Y si de verdad la actuación de los paparazzi sobrepasa en ocasiones lo tolerable ¿de qué mejor manera que acudiendo a la justicia se puede defender la persona objeto de su interés?

Eso sí, cuando un político denuncia a un conocido comunicador, los fariseos habituales reclaman una "honda reflexión" sobre cuáles deben ser los límites de la libertad de expresión. Los mismos que decían "todos somos Rubianes", después de que este se cagara "en la puta España" en la televisión autonómica catalana, ahora ya no opinan, al parecer, que la libertad de expresión sea un derecho fundamental. Porque eso de ejercerla para cuestionar la versión oficial de los atentados del 11-M, por lo visto es inadmisible.

No es muy difícil adivinar en quiénes están pensando los que reclaman el estatuto del periodista. Qué más querrían algunos que obligar a un Jiménez Losantos o a un César Vidal a tener que solicitar un permiso administrativo para ejercer su profesión... Ni que decir tiene que aquellos que gustan de inventarse terroristas suicidas, como hizo la cadena SER en aquellos infaustos días de marzo, no encontrarían ninguna dificultad para obtenerlo: Los repartirán sus jefes. Benditas caenas...

Sobre la paridad y otras paridas

La Federación de Mujeres Progresistas ha convocado una manifestación frente a la Asociación de Prensa de Madrid, para protestar contra los anuncios de contactos, porque, según dicen, favorecen la desigualdad y la discriminación de la mujer.

Evidentemente, lo que les molesta a estas feministas es que dichos anuncios estén dirigidos, en proporción cercana al cien por cien, a un público masculino. Si la mitad o al menos una buena parte de ellos buscaran satisfacer una demanda femenina significativa de servicios sexuales, estas "mujeres progresistas", como les gusta autodenominarse, no manifestarían ningún reparo hacia esa sección de los periódicos.

El problema es que esa demanda no existe. Steven Pinker ha estudiado este tema sin concesiones a los prejuicios políticamente correctos. Hablando del mercado de la pornografía, que sólo en Estados Unidos mueve un volumen de negocio de miles de millones de dólares, equivalente al del cine y los deportes juntos, este profesor señala el hecho incontrovertible de que el público que lo sostiene está abrumadoramente compuesto por varones. "Prácticamente -señala- no hay un mercado femenino para la pornografía. (Playgirl, el supuesto contraejemplo, está claramente orientado al mercado homosexual masculino*...)"

Por supuesto, las feministas dirán que se trata de un estereotipo cultural sostenido por un sistema patriarcal falocrático y bla bla bla. Memeces. La experiencia demuestra que la gran mayoría de mujeres siguen un patrón de conducta sexual distinto del hombre, el cual en general es mucho más proclive a relaciones sexuales sin compromiso**, y ello a pesar de que llevamos décadas de propaganda progresista en los medios de comunicación, empeñados en fingir que no existe ningún tipo de diferencia psicogenética entre los dos sexos, más allá de que a los hombres les suelen gustar las mujeres y viceversa, y en promover modelos de conducta acordes con esa superstición contemporánea.

El feminismo radical sencillamente consiste en negar los hechos, en este caso de carácter biológico. Puede parecer absurdo así expresado, pero se trata de una característica común a todos los discursos englobados dentro del género progre. Obsérvese por ejemplo cómo el seudoprogresista se escandaliza cuando se alude a los superiores índices de delincuencia entre la población inmigrante, por más que se trate de un hecho estadístico incontestable. No es que se oponga a las medidas que podrían tener en cuenta esta realidad a fin de conseguir mayores niveles de seguridad, es que se conmina explícitamente a los medios de comunicación a que no aludan a la nacionalidad de los delincuentes -es decir, a que (so pretexto de no generar "sentimientos xenófobos") oculten infomación y se autocensuren.

El seudoprogresismo es por naturaleza contrario a los hechos, es decir, a la verdad. Díganle a cualquier antiglobalización, que el dogma de que en el mundo la pobreza no cesa de aumentar (aquello de que "los pobres cada vez son más pobres y los ricos más ricos") es sencillamente una falsedad, un principio archirrefutado por todos los economistas serios del mundo. Seguramente será demasiado para él. No querrá escucharles. Y cuando se sienta acorralado, siempre tendrá el recurso a la ecología: ¡Si todos los chinos y los indios tienen coche propio, el planeta no aguantará! (Conclusión: hay que impedírselo.)

Así pues, al progresista en general le molesta que le recuerden que en las cárceles la proporción de extranjeros no deja de aumentar, o que la miseria en el mundo disminuye al ritmo de la globalización. Del mismo modo, a la feminista radical se diría que le incomoda enfrentarse a hechos como el de que en todas las culturas, los consumidores de pornografía y prostitución sean principalmente hombres. Dudoso honor, desde luego. ¿Les indignará también, me pregunto, que la población penitenciaria mundial sea mayoritariamente masculina?

Intolerable. ¡Paridad sexual en las cárceles ya!
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*S. Pinker, Cómo funciona la mente, ed. Destino (2000), pág. 604.

**S. Pinker, La tabla rasa, Paidós (2003), pág. 501.

domingo, 1 de junio de 2008

Ecologismo y barbarie

Ayer se manifestaron varios miles de personas en San Sebastián en contra del Tren de Alta Velocidad. La plataforma convocante, AHT Gelditu!, está instrumentalizada por el entorno proetarra, pero el lenguaje que emplea es ecologista.

No es casual que el ecologismo se haya convertido en un instrumento de la izquierda más radical. Véase al respecto el discurso anticapitalista de Evo Morales o de Castro, basado en argumentos medioambientales y en la letanía del cambio climático. Tanto el socialismo como el ecologismo explotan nuestros instintos más atávicos, como son el gregarismo forjado durante nuestro larguísimo pasado cazador-recolector, y el miedo a lo desconocido que plantea el progreso tecnológico.

Una de las portavoces de la manifestación, según El Mundo de hoy, ha afirmado, refiriéndose al proyecto ferroviario, que el "crecimiento indefinido" es imposible, dado que "los recursos naturales son limitados". Es un espíritu prácticamente idéntico al de aquella carta escrita por el jefe indio Noah Sealth al presidente de los Estados Unidos en 1854, en contra de la civilización traída a América por los europeos. Conmovedora, no lo niego, pero de una ingenuidad (hablemos en serio) indefendible, salvo por el típico maestro romántico, ávido de impresionar a sus adolescentes alumnos. Aunque quizás la comparación más pertinente sea la de aquellos pueblos primitivos que temían ser fotografiados por temor a que su alma quedara atrapada. Sin salir de Europa, Cioran contaba el caso de un aislado pueblo rumano en el que, a principios del siglo pasado, el fotógrafo tuvo que salir por piernas...

Los sabotajes contra las infraestructuras y las empresas constructoras en el País Vasco forman parte de la estrategia de ETA, que reproduce la metodología de campañas anteriores. Pero no es mera anécdota que se intenten justificar apelando a la misma mentalidad cerril contra el progreso que impulsaba a aquellos lugareños a querer linchar a un fotógrafo. Lo mismo puede decirse de los actos violentos contra entidades financieras o empresas de trabajo temporal. Los prejuicios contra la economía de mercado y la propiedad privada, como argumenta Hayek en las clarividentes páginas de su última obra, La fatal arrogancia, son en gran medida reminiscencias de nuestro pasado precivilizado. Si a ello añadimos el componente nacionalista, es decir, el instinto territorial incrustado en las capas más profundas del cerebro humano, no debe extrañar que la mezcla resultante sea tan potente y peligrosa. Lo suficiente para que se acojan a ellos muchos incautos que, por descontado, se consideran a sí mismos impecablemente "progresistas".