En su discurso central del pasado congreso de Valencia, Mariano Rajoy ha vuelto sobre un tema que ya apuntó en aquel otro discurso de Elche, recordado sobre todo por la invitación a marcharse al partido liberal y conservador a aquel que quisiera hacerlo. Me refiero a la cantinela de "libertad económica sí, pero..." (y a continuación pongan ustedes las palabras más conmovedoras que se les ocurran en recuerdo de "los más desfavorecidos"). En concreto, en esta ocasión ha dicho lo siguiente:
"Creo que no es posible defender la libertad del individuo y la igualdad de oportunidades desde el egoísmo, desde la indiferencia ante el infortunio. No es justo tratar igual a los desiguales, a los que ha castigado la vida, o la fortuna, o el azar de una catástrofe o la mano asesina de un terrorista. Creo en la solidaridad con todos los que sufren por su salud, por su ignorancia, por su pobreza, por su debilidad o por el capricho de un criminal."
¿A cuento de qué viene todo esto? ¿Es que el liberalismo está en contra (salvo variantes extremas cuya repercusión apenas trasciende el debate académico) de que la sociedad se haga cargo de las víctimas de catástrofes, de atentados terroristas, de los ancianos, etc? Con su enternecedora manifestación de buenos sentimientos, el Sr. Rajoy parece dar a entender que sí. En lo cual coincide con la propaganda más genuinamente socialista, que tanto gusta de amedrentar con el fantasma del "neoliberalismo salvaje".
Creo que demostraría mucha mayor solvencia intelectual explicar la manera en que la libertad del individuo ha permitido prosperar a muchísima más gente que todas las políticas de redistribución que la izquierda ha ensayado, con pobrísimos resultados. Y sobre todo, no mezclar la protección a los disminuidos, o a los damnificados por catástrofes naturales, con otras cosas que nada tienen que ver.
En definitiva, lo que demuestra Rajoy con este tipo de retórica empalagosa es que, cuando habla de dar cabida a las distintas "sensibilidades" de "liberales, conservadores, demócratacristianos", parece más preocupado por la última, o por otras que no menciona explícitamente (¿socialdemócrata?) que no por la primera. A los liberales, más bien parece complacerse en meterles el dedo en el ojo. Si no, no me explico esa obsesión en contrapesar sistemáticamente la defensa de la libertad económica, como si por sí sola fuera una ocurrencia parcial y sectaria.