miércoles, 31 de octubre de 2007

Una sentencia con más preguntas que respuestas

Según la versión gubernamental, los atentados del 11-M fueron obra de una célula de Al-Qaida cuya actividad criminal habría presentado las siguientes particularidades:

  • No habría tenido empacho en colaborar con confidentes policiales tanto musulmanes como no musulmanes.
  • Pudiendo inmolarse en la ejecución del atentado (como luego supuestamente terminarían haciendo en Leganés), prefirió optar por un método mucho más complejo técnicamente, y más fácil de rastrear para la policía.
  • Eligió una fecha que podía tener un gran impacto en las elecciones.
  • Habría utilizado explosivos robados en una mina asturiana, en lugar del método mucho más seguro de la elaboración propia. Lo cual no resulta muy congruente con el punto anterior, pues por un lado optan por una metodología relativamente sofisticada, y por el otro renuncian a fabricarse sus propios explosivos, como han demostrado otras células islámicas que son perfectamente capaces de hacer.

La sentencia dictada en el juicio del 11-M, sin embargo, no se pronuncia sobre quién está detrás de los atentados, y se limita a condenar a algunos de los acusados como autores materiales o colaboradores. Por otra parte, es cierto que no se cuestiona la validez jurídica de la pruebas policiales, a pesar de las graves dudas que inspiran. No creo que haya tribunal en España con agallas suficientes para cuestionar una actuación de la policía con tantos puntos oscuros. Si por mucho menos hubo un magistrado al que se echó de la carrera judicial (Gómez de Liaño) o un director de un periódico al que le montaron un vídeo sexual, imaginemos qué hubiera ocurrido si este tribunal hubiera osado dar por inválidas la pruebas principales, procesar a los policías implicados en las manipulaciones y –como efecto colateral- erosionar definitivamente la credibilidad del actual gobierno, a pocos meses de las elecciones. La campaña de destrucción como mínimo moral que se hubiera iniciado contra Bermúdez y sus colegas habría sido aterradora.

Mi escepticismo hacia la resolución de la Justicia, por tanto, no puede ser mayor. Pero en cualquier caso, sea cual sea la verdad de lo que ocurrió aquel nefasto 11 de marzo de 2004, sigo pensando que no puede interpretarse de otro modo que como un golpe de Estado encubierto. Fuera Al-Qaida, fuera ETA, fuera una trama parapolicial, o una combinación de estas posibilidades, el móvil fue cristalino: cambiar el gobierno de España, aun a costa de la vida de casi doscientas personas. Y mientras no se desentrañe la verdad y se haga pública, sobre nuestra democracia seguirá planeando algo más que la sombra de una duda.

domingo, 28 de octubre de 2007

El socialismo en un gráfico


Fuente: Elaboración propia a partir de series estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo.

Seleucus lo ha resumido admirablemente en su comentario al post anterior.

Paridas históricas

Acabo de escuchar en la COPE a Mr. Z recitar otro capítulo de la Historia de España para tontos. Ni el domingo nos da descanso a los bloggers este tío. Presumió ayer en un mitin de su política de pensiones, contraponiéndola a no sé qué profecías agoreras del Partido Popular. Vaya, yo pensaba que el partido del "¡oz van a quitá lah penzione!" fue durante años el de Alfonso Guerra. A lo mejor es que la memoria empieza a fallarme, puede que confunda ya las cosas. Pero la repera ha sido cuando ha recordado la llegada de los socialistas al poder en 1982, diciendo que este era un país "viejo y atrasado", al que ellos trajeron "educación y sanidad para todos, y unas pensiones mínimamente dignas" -más o menos es lo que ha dicho. [P. S.: Le faltó añadir que llenaron el país de pantanos.]

Ahora sí que me ha jodido. Resulta que antes del 82 ni existía enseñanza gratuita, ni Seguridad Social, y fue llegar el PSOE al gobierno que las pensiones de miseria desaparecieron. O una de dos, o mi memoria definitivamente está arruinada, o es que yo estuve viviendo en otro país sin saberlo. Bueno, se me ocurre otra posibilidad: Este tío nos ha tomado a todos por subnormales profundos. Dijo Guerra una vez que "a este país no lo va a conocer ni la madre que lo parió". Sobre todo si la Historia la escriben ellos.

Increíblemente


Han sido muchos los californianos que han salvado sus propiedades gracias a servicios de bomberos privados. Esto ha sido motivo para que el corresponsal de Antena 3 en Estados Unidos, José Ángel Abad, haya remitido ayer una de sus inefables crónicas sobre la depravada cultura capitalista americana, en la que "sólo quien pueda pagarlo" recibirá protección contra el fuego. Al parecer es mejor sistema que también la parte de la población a la que no afecta el riesgo de incendios forestales costee la protección de la otra parte, que por añadidura no ha demostrado su eficacia en ningún sitio.

Recordemos que los incendios de California han causado hasta ahora 12 víctimas mortales y decenas de heridos, han obligado a evacuar a medio millón de personas, destruido 2.000 viviendas y provocado pérdidas de cientos de millones de dólares. Pues bien, el jueves, nuestro cronista nos relataba el hecho de que "increíblemente", la policía había abatido a tiros a un pirómano sorpendido in fraganti. ¿Por qué "increíblemente"? Pues imagino que es porque si esto hubiera ocurrido en España, el pirómano habría sido llevado ante el juez, el cual lo hubiera puesto en libertad con la prohibición de entrar en salas de cines donde se proyecten "Los 4 Fantásticos" (por la Antorcha Humana, claro). Los norteamericanos no, ellos carecen de sensibilidad con esas víctimas de la sociedad que son los delincuentes.

Qué contento estoy de ser europeo, de que puedan asaltarme en mi propia casa bandas organizadas de ex-militares balcánicos y el Estado me ahorre la enojosa responsabilidad de poderme defender yo mismo con las armas en la mano. De que pueda ver cómo las llamas devoran mi vivienda sin experimentar arrepentimiento por no haber contratado un servicio de extinción de incendios dentro de mi póliza de seguros: como aquí eso no existe, me puedo abandonar a la dulce sensación de la resignación. La misma con la que pagamos muchos más impuestos que esos estúpidos cow-boys de las crónicas de José Ángel.

viernes, 26 de octubre de 2007

Chapapote en Tarragona


La noticia del vertido de fuel (exactamente CPC Blend) en la playa de La Pineda, cerca de Tarragona, no ha trascendido el ámbito local. Se dirá que afortunadamente no es demasiado importante, o que queda eclipsada por la desastrosa situación de los accesos terrestres a Barcelona. Existe parte de verdad en ello, pero hay un factor que no debemos olvidar. Tanto en Madrid como en Barcelona, gobiernan socialistas y nacionalistas (no necesariamente por este orden). Por tanto, los incidentes menores sencillamente no existen, y aquellos que por su gravedad resultan de ocultación imposible, son culpa exclusivamente (aparte del PP, por supuesto) de las empresas implicadas. No es de extrañar entonces que no hayamos oído ni respirar a los de Nunca Mais, y ello a pesar de que aquí no ha habido causas naturales como las que provocaron el naufragio del Prestige, sino simplemente lo que parece una cadena de errores humanos, atribuibles tanto a la tripulación del barco que chocó con la monoboya durante el atraque, como a los técnicos encargados de repararla. Lo cual sí que es imperdonable.

Por cierto, sé de buena tinta que el capitán del buque destrozón es el primo de un cuñado de la suegra del sobrino del vecino del padrino de un amigo de Zaplana. Ya verían como, si se comprobaran esas oscuras conexiones, aparecerían hasta pájaros tiznados de petróleo en las televisiones. Ahora aparecen pájaros de cuenta como Al Gore, a quien Rajoy acaba de recordarle que el Partido Popular apoyó el Protocolo de Kyoto cuando gobernaba: ¿Quién no comete errores?

miércoles, 24 de octubre de 2007

El verdadero rostro del nacionalismo

Siempre es harto revelador conocer los desahogos de quienes están en nuestras antípodas ideológicas, sobre todo cuando las exponen en su forma más descarnada: La que se emplea cuando uno se dirige a un público predispuesto favorablemente. Viene esto a cuento de que recientemente descubrí el blog del historiador y periodista Enric Vila, muy crítico con el tripartito, y autor de una biografía al parecer nada complaciente de Companys. Pero al mismo tiempo un nacionalista sin fisuras, que aplaude a Carod-Rovira por reñir a un joven que osó llamarle en televisión don José Luis, o celebra la decisión de Catalunya Ràdio de prescindir de Cristina Peri Rossi por hablar castellano.

En otro libro suyo, Què pensa Heribert Barrera (2001), una larga entrevista al ex presidente de ERC, éste, incidentalmente, se cuestiona que Hezbollah sea un grupo terrorista (!), produciéndose el siguiente diálogo:

Heribert Barrera: “Porque ya me dirá qué diferencia hay entre resistir al ocupante alemán [en referencia a la Francia ocupada por los nazis] o resistir al ocupante israelí.” [Pues (respondo yo) la misma diferencia que existe entre la invasión de Francia por parte de Alemania, y la invasión del mismo país por parte de Estados Unidos cuatro años después.]

Enric Vila: “¿O [resistir] al ocupante español, en el caso de ETA?”

Heribert Barrera: “Para mí, ETA, y no me importará nada si sale impreso, hace la guerra. Matan civiles, cierto. Pero... en las guerras se matan civiles, ya se sabe. Que la de ETA es una guerra estúpida, que no tiene sentido, de acuerdo. Pero moralmente sus acciones [¡sic, negritas mías!] tienen la misma justificación que las de los ingleses cuando bombardearon Montpellier.”

Enric Vila (nótese que es él quien emplea la expresión “ocupante español”) no hace el menor amago de objeción a esta infame relativización de la violencia terrorista.

En una reciente entrada de su blog titulada El problema castellà, Enric Vila califica de “tópico” que la inmigración procedente del resto de España haya sido buena para Cataluña, como si el crecimiento económico que de otro modo hubiera sido impensable, fuera una cuestión secundaria frente a la de la lengua. Difícilmente puede imaginarse una actitud más reaccionaria, un desdén más irracional por el progreso material, sólo equiparable a los delirios de un Sabino Arana.

Los catalanes –siguiendo con el texto de su blog- no habrían adoptado el uso del castellano por pragmatismo, sino por “la coacción de los tanques” durante el franquismo. No importa que la vitalidad del castellano con anterioridad a la dictadura esté perfectamente documentada (se despacha como otro “tópico”), que además sea lógicamente indispensable para explicar el hecho de que a los inmigrantes les bastara su lengua materna para desenvolverse en Cataluña –salvo que se pretenda que los tanques obligaron también a los catalanes a aprender castellano a marchas forzadas. ¡Un éxito pedagógico como jamás vieran los siglos! El “genocidio cultural” es el ingrediente victimista que requiere el nacionalismo para neutralizar críticas.

Ni siquiera importa que en un sistema democrático, los derechos de los castellanohablantes merezcan tanta consideración como los de quienes tienen el catalán por lengua materna. Con un lenguaje que de nuevo nos recuerda el reaccionarismo más rancio, Enric Vila reduce esa pretensión a mero “chantaje de la estadística”. El problema, para el historiador, es de “memoria”. Los catalanes (no sólo los historiadores, se entiende) compartirían una memoria colectiva ante la cual todo lo demás debe pasar a segundo plano. Me pregunto en qué se traduce esto de la “memoria”. No creo que se refiera solamente a la persecución de la cultura catalana durante la posguerra, lo que sería tanto como admitir que las reivindicaciones nacionalistas no consistirían más que en una reacción pendular ante acontecimientos relativamente recientes, y por tanto de corto recorrido. ¿Se referirá a la etapa de la segunda república, que el propio Vila es el primero en juzgar críticamente? ¿Pretende hacérsenos creer que como parte de esa “memoria colectiva” la mayoría de los catalanes tienen presente a Prat de la Riba o a Pompeu Fabra? ¿O está pensando más bien en el timbaler del Bruc? No, ya está: ¡Los almogávares! Lo que realmente es lícito preguntarse es si esto es serio. En cualquier caso, jamás conseguirá nadie justificar racionalmente por qué un determinado sentimiento de identidad catalana debería ser incompatible con el de hispanidad. Pero es que el nacionalismo tiene razones que la razón no conoce. Definitivamente, se lleva mal con ella. Hoy todo discurso ideológico se envuelve en la retórica de la democracia y los derechos, pero eso no debe llevarnos a engaño sobre la verdadera naturaleza irracionalista y reaccionaria del nacionalismo.

lunes, 22 de octubre de 2007

¿Quién teme a Herbert Spencer?


La mala fama de Herbert Spencer es debida a párrafos como el que transcribo a continuación. Quien tenga dificultades con el inglés (bienvenido al club), limítese a las negritas:

Each adult gets benefit in proportion to merit –reward in proportion to desert: merit and desert in each case being understood as ability to fulfil all the requirements of life –to get food, to secure shelter, to escape enemies. Placed in competition with members of its own species and in antagonism with members of others species, it dwindles and gets killed off, or thrives and propagates, according as it is ill-endowed or well-endowed. Manifestly an opposite régime, could it be maintained, would, in course of time, be fatal to the species. If the benefits received by each individual were proportionate to its inferiority –if, as a consequence, multiplication of the inferior was furthered [se favoreciera] and multiplication of the superior hindered [se entorpeciera], progressive degradation would result; and eventually the degenerate species would fail to hold its ground in presence of antagonistic species and competing species.

(The Man versus the State)


Después de los horrores del nazismo, cuando alguien habla de seres “superiores” e “inferiores” nos ponemos en guardia. Pero Spencer estaba rotundamente en contra de que el Estado interviniera, deliberadamente o no, en el mejoramiento de la especie. Él creía que la selección de los más aptos es un proceso natural que no debía ser perturbado por las interferencias del poder político. Era partidario de la beneficiencia privada, pero se oponía a lo que hoy llamamos Estado del Bienestar. Sus argumentos siguen teniendo plena vigencia, aunque hoy en día no se acostumbre formularlos en el lenguaje biologista que empleaba a veces. En cualquier caso, el horror de los campos de exterminio no hubiera podido producirse si no hubiera existido el avanzado Estado totalitario que los implantó. No debemos exagerar la importancia del hecho contingente de que un maníaco, imbuido entre otras ideas delirantes de una grosera vulgarización del darwinismo, llegara al poder. Lo decisivo es que existiera ese poder prácticamente listo para ser usado, y eso fue resultado de un proceso que venía de muchos años antes, y que Spencer captó como pocos en su tiempo. Él vio en el Estado paternalista bismarckiano un precedente del futuro (nacional-)socialismo. Y con una clarividencia que vista con nuestra perspectiva se diría profética, afirmó en 1884 que el país donde la regulación estatal (State-regulation) había ido más lejos era Rusia. Leyendo su El hombre contra el Estado, uno se pregunta cuán diferente hubiera podido ser el siglo XX si sus advertencias sobre la esclavitud del porvenir se hubieran tomado en serio. Si a ello añadimos que el libro citado es una obra breve, de estilo claro, argumentos contundentes y amena lectura, copioso en ejemplos que nos evocan vivamente el tiempo presente, y desprovisto por completo de concesiones y medias tintas, se comprenderá que en mi opinión siga siendo una de las mejores introducciones al liberalismo que conozco. Si un libro no te conmociona, no te arrastra a tomar partido, no sirve para gran cosa. Para argumentaciones equilibradas y soporíferas sobre lo que sea ya tenemos los editoriales de los periódicos de papel.

sábado, 20 de octubre de 2007

Carrera hacia la diztadura

En vísperas del fin de semana, mientras la eurozona entera está pendiente del duelo Hamilton-Alonso, el Mr. Z del 11-M da un volantazo para acabar con la frágil independencia del Constitucional, recusando a los dos jueces que no son de su agrado. Conocemos ya el estilo de nuestro Hugo Chávez particular. Imparcialidaz contra independencia, pluralidaz contra libertad, paz contra justicia. En suma, libertaz contra libertad. Las cosas cada vez están más claras, aunque hay quien antes de admitirlo se arrancaría los ojos. ¿Qué podemos hacer ante estos atropellos contra el sistema democrático? Porque cada vez resulta más evidente que hay que hacer algo más que esperar a las elecciones, no puede ser que el destino de este país nos lo juguemos todo a una carta. Pero no debemos desesperar. Recordemos que Al Capone cayó por un simple delito fiscal. De las múltiples canalladas que se le están infligiendo a la democracia y simplemente a la decencia, no sabemos todavía cuál podría ser el error por exceso de soberbia que desbaratara el golpe blando temporizado al que estamos asistiendo. Mi candidato es el error Alcaraz, a quien cierta gentuZa desea ver entre rejas. Aprovecho para decir que me sumaré a cualquier iniciativa de autoinculpación masiva que se organice. Alcaraz termina con Z. Ojalá estas palabras acaben siendo algo más que una obviedaz tautológica.

viernes, 19 de octubre de 2007

Abajo la igualdaz

La igualdaz es la idea fundamental de la izquierda. No la igualdad ante la ley, que ésa siempre están dispuestos a conculcarla con medidas de discriminación positiva, consistentes en favorecer a determinados colectivos con el fin de corregir desigualdades de facto. Por supuesto, la discriminación positiva consigue exactamente lo contrario de lo que dice pretender, pues impide a esos colectivos demostrar sus méritos propios, lo que sólo pueden conseguir si se les permite competir en igualdad de condiciones, sin enojosas "ayudas". Pero lo que sucede es que este tipo de medidas favorecen el clientelismo de las organizaciones que hablan en nombre de los susodichos colectivos, convirtiéndolas en máquinas succionadoras de votos, por lo que no debe sorprender que su fracaso se oculte sistemáticamente.

Y es que la izquierda entiende la igualdaz de otra manera. Para ella igualdaz es que desparezcan las diferencias de hecho entre pobres y ricos, entre hombres y mujeres, entre heterosexuales y homosexuales, etc. No es que vaya más allá de la igualdad de derechos, en la cual se habría varado el trasnochado liberalismo, sino que para lograr sus objetivos tiene necesariamente que pasar por encima de la igualdad ante la ley, al sustituir el concepto de individuo por el de grupo. Pero la igualdaz presenta dos problemas:
  • El primero, nada desdeñable, es que es imposible. Es sobradamente conocido el igualitarismo que se disfruta en los paraísos socialistas, y que Orwell formuló añadiendo al principio de que todos somos iguales, la pertinente aclaración "pero unos son más iguales que otros". En cuanto a las diferencias de origen biológico, como por ejemplo las sexuales, a los niños por lo general les interesan los coches, y no las muñecas, y a las niñas lo contrario, desde antes que ninguna educación "sexista" haya tenido tiempo de influirles. Hay diferencias en las carreras universitarias, en las profesiones, en las formas de ocio, etc, que prefieren hombres y mujeres, y sólo quien esté completamente cegado por los prejuicios políticamente correctos puede explicarlas por la pervivencia de un machismo ancestral en todos estos ámbitos.
  • El segundo problema al que se enfrenta la igualdaz es que, aunque fuera posible, no sería deseable. El mundo se paralizaría, al no existir los incentivos de mejora. (Una brillante explicación de esto aquí.) No digamos ya si hombres y mujeres fuéramos completamente iguales en nuestros intereses, motivaciones y habilidades. ¿Quién demonios puede realmente desear acabar con la salsa de la vida?
Dicho esto, siempre me ha intrigado el por qué de esta obsesión por la igualdaz. Naturalmente, la izquierda lo asimila a un anhelo proverbial de justicia, pero esa explicación es circular. No nos explica por qué sería injusto, en todos los casos, que unos tengan más y otros menos. La compasión ante la miseria es una cosa, y culpar de ella a los que, según se cree, podrían remediarla (siempre son otros, porque siempre hay alguien más rico que uno mismo) es otra. Una interpretación corriente es que el igualitarismo nace del sentimiento de envidia. Aunque creo que esto tiene su parte de verdad, no me satisface completamente. Es cierto que los demagogos saben explotar las más bajas pasiones de las masas, pero no lo es menos que la gente se complace en conocer las vidas de los ricos, consume telenovelas protagonizadas por ellos y en general tiende a mezclar la admiración con la envidia, así como el deseo de emulación. Lo cual no es precisamente compatible con el anhelo igualitario. Además, no sirve en el caso de las desigualdades llamadas de género y de otro tipo.

En mi opinión, existe un sentimiento en la psique humana en el que no siempre se repara suficientemente, y es el deseo de orden. El ser humano teme aquello que no puede controlar, que no puede prever, y por eso trata de crear un orden, un territorio donde los imponderables se reduzcan al mínimo posible. Sería difícil negar todo el bien que halla su origen en esta característica del ser humano. Pero toda fuerza tiene su lado oscuro, que diría George Lucas. El concepto de orden está por supuesto relacionado con los de uniformidad e igualdad. La pluralidad es más difícil de manejar que la unicidad. Si leemos los relatos de tantos utopistas, nos resultará evidente un rasgo común en todos ellos, que es efectivamente una especie de frenesí uniformizador, a veces incluso en el vestir. No debe engañarnos el hecho de que la pluralidaz esté siempre en la boca de los izquierdistas. Habría que detenerse a analizar qué es lo que entienden por esa palabra. No les gusta, por ejemplo, que haya unos rasgos culturales o religiosos predominanes, su ideal es que estos se encuentren mezclados en proporciones aproximadamente iguales. Lo cual, si se diera en todos los países, significaría a la postre que todos serían más o menos... iguales. Les molesta, por ejemplo, que cierta emisora de radio defienda con claridad un ideario determinado, que no sea "plural". Quieren que sea como todas las demás. En efecto, si en todos los foros se encuentran en equilibrio todas las ideas, las creencias y los gustos, todos son Uno y el Mismo. La pluralidaz de izquierdas es un término neolingüístico, una palabra que expresa al mismo tiempo un concepto y su contrario. Desconfío siempre que la oigo.

¿Cómo? ¿Pretende decirnos -estará pensando más de uno- que lo que subyace en el concepto de igualdaz es precisamente el deseo de orden, es decir, aquello que siempre hemos asociado con la mentalidad de derechas, incluso con la reacción? ¿Insinúa que la izquierda actual es en el fondo la verdadera reacción? Aunque estoy tentado de responder afirmativamente a estas preguntas, veo en ello una posible trampa. Porque es evidente, como acabo de decir antes, que el orden es algo necesario, ya no sólo para el porvenir de la civilización, sino incluso de la vida. Entendido en este noble sentido, me declaro sin dudarlo de derechas si ello equivale a sostener esa verdad. El problema tal vez proviene de olvidar que el orden es un medio y no un fin. De que existe una fascinación malsana por el orden que no tiene nada que ver con el pragmatismo ni la inteligencia. Esa fascinación se acostumbra a asociar por error o por mala fe exclusivamente con las ideologías derechistas, pero es evidente que se da tanto en la derecha como en la izquierda. Cuando ésta habla de regular, de ordenar, a fin de cuentas, el mercado, tiene tanto éxito porque está pulsando un íntimo resorte de la naturaleza humana, está jugando con nuestra atracción por el orden y por la simplicidad. Por la igualdaz, en lugar de la igualdad.

P.S. En principio esta entrada no hacía referencia a la actualidad más rabiosa, pero la gracieta de Zapatero me lo ha puesto a huevo, como vulgarmente se dice.

jueves, 18 de octubre de 2007

Estás muerto y aún no te has enterado

Estas son las palabras que Antonio Bolaño Gancedo, director de comunicación de Montilla, le espetó hace poco al redactor-jefe de La Vanguardia, Jordi Barbeta, en el Palacio de la Generalitat.

Unos meses antes, el mamporrero de Montilla desde su etapa de ministro, ya había hecho objeto a Barbeta de sus especiales muestras de amabilidad al notificarle: “Te juro que no voy a parar hasta joderte.” Entonces el periodista lo denunció, y al parecer Bolaño pidió disculpas. Ahí quedó todo. ¿Se imaginan lo que tardaría en ser obligado a dimitir en Estados Unidos un jefe de prensa del que trascendiera semejante lenguaje rufianesco? Pues aquí es distinto. Aquí el jefe de prensa del Ministro de Industria llama “cerdo hijo de puta” a un abogado que protestaba en HazteOir.org por los ataques contra la COPE, y no sólo no pasa nada, sino que cuando Montilla alcanza la presidencia del gobierno autónomo, se lleva consigo a tan –por lo visto- valioso subordinado.

La última no sabemos si se debe al mismo sujeto, o por el contrario debe imputarse directamente a su jefe. En cualquier caso, el estilo muestra la impronta inconfundible marca de la casa. ¿Pues no le han enviado al conde de Godó, editor del periódico antes citado, una trascripción de intervenciones radiofónicas de un habitual colaborador del rotativo, Francesc-Marc Àlvaro, con los pasajes no gratos al gobierno subrayados en rojo, y la tarjeta personal de José Montilla dentro del mismo sobre? Pero lo más triste ha sido la reacción del señor Àlvaro, quien lejos de denunciar las presiones, ha tratado de que no se den a conocer. Esto es hoy Cataluña, una larga noche de los cuchillos largos de los nacional-socialistas contra los meros nacionalistas. ¿En qué queda ahora el autopregonado liberalismo de Francesc-Marc Àlvaro, el que motejaba de “ortopédico” al liberalismo de la derecha española, cuando ni siquiera se atreve a defender su propia libertad de expresión?

Fuente original: Blog de Enric Vila (en catalán), historiador nacionalista, autor de una biografía crítica de Lluís Companys. El blog de Alejandro Fernández me reveló quién era el lord Jones del artículo de José García Domínguez en Libertad Digital. A partir de ese dato (Google mediante) ha sido fácil dar con el resto.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Hedonismo y esclavitud


El gobierno autonómico catalán está repartiendo unos folletos de educación sexual a niños de 10 a 11 años, titulados “A mí también me pasa…¿Y a ti?”, en los cuales se dicen cosas como: “La masturbación –traduzco del catalán- es un momento íntimo, una manera de conocer vuestro cuerpo acariciándolo.” O bien, con el rótulo “Enamoramiento”, se afirma: “Habitualmente puede ser que haya alguna persona que te parezca especial y que te pases el día soñando, pensando en ella… que tanto puede ser de tu mismo sexo como del otro.” Bajo el epígrafe “La sexualidad”, se ilustra esto último con una ilustración (imagen) de dos parejas homosexuales y una heterosexual. En todo el folleto sólo se alude una vez al embarazo, para hacer mención del riesgo de transmisión madre-hijo del virus VIH.

Algunos dicen que es inadmisible que el Estado se haga cargo de la educación sexual de los niños. No voy a entrar ahora en esta cuestión, pues primero habría que discutir si es admisible que el Estado se haga cargo de ninguna educación en general. Dejemos para otra ocasión dilucidar si estos son los frutos inevitables de haber convertido el principio de la enseñanza pública en dogma de fe. Lo que detesto en cualquier caso es la manipulación disfrazada de manual de higiene. Definir la masturbación como un medio de conocimiento del propio cuerpo es una estupidez, además de una ñoñería. ¿Qué necesidad hay de edulcorar la realidad de las cosas? Dígaseles a los niños al menos la verdad, que el autoerotismo no tiene otra finalidad que el placer fisiológico, y nada más, no elevemos la práctica del onanismo a la misma categoría que las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer adultos. Expóngaseles, asimismo, la existencia de la homosexualidad sin equipararla a la heterosexualidad. Por supuesto que, como liberal, defiendo que lo que hagan las personas adultas en su vida privada no es incumbencia de nadie, pero presentar una imagen distorsionada de la realidad, explicándoles a niños de diez años la homosexualidad como una forma de afectividad y de conducta socialmente tan importante como la heterosexual, no tiene nada que ver con los valores de la tolerancia.

La tolerancia no consiste en decir: Respetemos a los homosexuales, porque no tiene ninguna importancia la inclinación sexual de las personas, sino: Respetemos a los homosexuales como individuos, aunque es evidente que ninguna población sobreviviría si la homosexualidad se extendiera tanto como la heterosexualidad. Cierto que actualmente asociar la sexualidad con la procreación es algo tachado de ridículo y retrógrado. Pese a que tecnológicamente no hemos llegado todavía al estadio de Un mundo feliz de Huxley, en el que las palabras “mamá” y “papá” son consideradas obscenas, y la gestación en el útero materno como algo propio de culturas primitivas, recluidas en reservas, se diría que el establishment intelectual estaría perfectamente preparado para asumir con naturalidad el control total por el Estado de la reproducción humana –y todo lo demás.

Se empieza preconizando una moral indolora, sin culpa ni vergüenza, un hedonismo tan inocente como irresponsable, y se acaban borrando las barreras entre la edad adulta y la infancia. En la novela citada, los niños eran iniciados en los juegos eróticos desde la más tierna edad... Los adultos, previsiblemente, eran tan inmaduros como dóciles ante la benevolente y sabia Administración. Se me malentiende burdamente si se piensa que defiendo el retorno a la clandestinidad de ciertas prácticas sexuales. El problema, insisto en ello, viene de confundir la tolerancia con la aprobación. ¿Qué clase de poder se arroga la sociedad sobre el individuo cuando se entromete en su intimidad ni que sea para darle su aprobación? ¿Quién le ha dicho que la necesitábamos?

lunes, 15 de octubre de 2007

Lagunas de la memoria

En el acto de esta mañana en Montjuïc, Montilla ha dicho que los catalanes debemos ser "fieles a la memoria de Companys", fusilado hace hoy 67 años. Quiero limitarme a transcribir aquí la carta, publicada por La Vanguardia el 24 de octubre de 2004, de un hombre fiel a la memoria de su abuelo. Escrita en catalán, la traducción es mía:

Companys, ¿un héroe?

En 1934 Lluís Companys estuvo al frente del golpe revolucionario contra el legítimo gobierno de la II República proclamando el Estado Catalán. En 1936 fue responsable de la entrega de armas a gente enardecida desde el Palacio de la Generalitat, lo cual produjo que al día siguiente hubiese un reguero de muertos por las calles de Barcelona. Consintió que muchos catalanes fuesen torturados en las checas para ser asesinados después. Entre ellos estaba mi abuelo, Josep Domènech Silvestre, que sufrió prisión en la checa de Sant Elies y fue inmolado en el cementerio de Montcada, probablemente el mismo día que otros muchos más catalanistas católicos. ¿Qué homenaje se merece este hombre? Con esta y otras iniciativas [de homenaje a Companys] no se ayuda nada a la reconciliación que se pretendía con la transición democrática. Un paso atrás.

JOSEP CASANOVA
Badalona

domingo, 14 de octubre de 2007

Liberales D. O.

Asistimos periódicamente en Red Liberal a la trifulca entre liberales pata negra y liberales a secas. Por supuesto nadie llama nunca pata negra, salvo que ironice, al otro. Pasa como con los conductores. Todos somos buenísimos, y sabemos poner mirada de examinador cuando vemos a cualquiera intentando aparcar: "Ha hecho una maniobra de más", dictaminamos invariablemente. Pero dejando de lado el irreductible factor genético de la especie animal que somos, hay que reconocer que ciertas polémicas no tienen nada de baladí. Los ancaps tachan de socialdemócratas a los que defienden un Estado mínimo, mientras que estos proponen cordones sanitarios para aislar a los primeros. Los partidarios de la eutanasia tildan a los discrepantes de conservadores, y ellos a su vez son acusados de progresistas decimonónicos, o por el estilo. No digamos ya cuando se discute acerca de las ocurrencias de algunos sobre la prostitución infantil o el canibalismo. Aquí los ánimos se encienden de tal modo que recibimos estopa hasta los que pasábamos por ahí.

En mi opinión estas disparidades podrían reducirse a dos grandes tendencias dentro del liberalismo, a las que llamaré racionalista y empirista. Los racionalistas creen que puede defenderse la libertad desde concepciones puramente abstractas. Suelen partir de una determinada definición de libertad, a la cual tratan de atenerse con rígida coherencia, por muy extravagantes, escandalosas o radicales que parezcan las conclusiones a las que puedan llegar. Los empiristas, en cambio, apelan a la experiencia histórica para proponer como modelo aquellas sociedades en las que los ideales de libertad han estado más cerca de su plena realización, y para mostrarnos las consecuencias de la excesiva concentración de poder que se da en otros lugares y épocas.

Ante cualquier problema de orden ético o político, el racionalista se pregunta qué se deduce del concepto de libertad para dar con la solución, mientras que el empirista tiende a preguntarse algo así como: ¿Qué solución conviene más al gobierno y su aparato burocrático (y por tanto menos al individuo) a la luz de la experiencia pasada? Así, por ejemplo, ante la cuestión de la eutanasia, el liberal racionalista tenderá a defender el derecho a elegir la forma de la propia muerte, mientras que el empirista nos recordará las iniquidades a que ha llevado su aplicación en el pasado. El empirista no tiene por que ser temperamentalmente un conservador, pero no hay duda que su cautela ante los excesos del racionalismo le llevan a coincidir con frecuencia con los que desconfían del progreso a cualquier precio.

Los ancaps parten de una constatación inequívocamente empírica, como es que los Estados siempre tienden a acrecentar su poder. Pero ante este problema, se decantan por una solución puramente racionalista: Eliminemos por completo el Estado, proponen, contra toda la evidencia existente acerca de la naturaleza de las cosas. Y es que el racionalismo es el pecado original de la filosofía. Es un error que el método científico ha conseguido desterrar de muchas disciplinas, pero que todavía perdura y quizá no logremos eliminar nunca del todo, al menos no en aquellas materias donde es más problemática su aplicación.

Por supuesto, el conocimiento empírico es falible. Como notó Hume para siempre, "que el sol no saldrá mañana no es una proposición menos inteligible ni implica mayor contradicción que la afirmación saldrá mañana. En vano, pues, intentaríamos demostrar su falsedad." No importa que el sol haya salido hasta ahora todos los días, la experiencia puede resultar una guía engañosa cuando intentamos extrapolar al futuro la observación del pasado. La humildad es la divisa de la actitud empirista (es decir, verdaderamente racional). Por eso me declaro contrario a los cordones sanitarios o a las denominaciones de origen en Red Liberal, o donde sea que se defienda el liberalismo. Este no es un sistema definitivamente clausurado en el que ya no habría nada nuevo que aprender, en el que no habría lugar a discrepancia alguna. Sin embargo, el conocimiento empírico, con toda su precariedad, tiene una ventaja sobre el de cualquier otro tipo: Es el único que existe. Los que a lomos de simples conceptos se aventuran por las regiones más extrañas, pobladas de caníbales y otros peligros, no deberían desdeñar ese patrimonio de la humanidad al que según el contexto, unas veces llamamos experiencia, otras tradición y en ocasiones simplemente sentido común.

sábado, 13 de octubre de 2007

Una ocasión de oro


Hugo Chávez ha prohibido a Alejandro Sanz que pueda dar su concierto programado para el 1 de noviembre en el Poliedro de Caracas. El motivo: Que el cantante no ha ocultado, siempre que le han preguntado, su nula simpatía por dictadores como Castro o el propio Chávez.

Serrat y Sabina tienen previsto actuar en el mismo escenario el 9 de noviembre, dentro de su gira internacional "Dos pájaros de un tiro". ¡Qué magnífica ocasión se les presenta para demostrar que siguen siendo artistas comprometidos! Podrían anular su actuación y devolver las entradas vendidas, en protesta por el veto a su colega de raíces gaditanas. O bien, en caso de que éste consiga encontrar un escenario alternativo en Caracas, renunciar al Poliedro, y deleitar a sus fans solidariamente en el mismo lugar que Sanz, previsiblemente más modesto. Pero suponiendo que por razones de organización eso ya no sea posible, durante su actuación tienen la oportunidad de homenajear a Alejandro Sanz ante el público de mil maneras, aun a riesgo de indisponerse con las autoridades. Seguro que tendrán al menos ese gesto. Son artistas comprometidos ¿verdad?

viernes, 12 de octubre de 2007

La Mrs. Bundy del Islam


Gema Martín Muñoz, socióloga del mundo árabe, preguntada en una ocasión por el fundamentalismo en Irán, respondió que eso era una "falacia". Nuestra amiga de los musulmanes no se cansa de repetir que "los occidentales ignoran casi todo del mundo árabe" como falaz justificación de sus posiciones, o que las mujeres llevan el velo porque quieren. "¿Quién es usted para decirles nada?", le espetó a una periodista que le expresó levemente sus dudas. Para ella, el terrorismo islamista apenas tiene que ver nada con el islamismo, sería un subproducto de la guerra fría, y en todo caso lo que le parece más grave es que 1.300 millones de musulmanes se sientan como "los apestados de la Tierra, como los grandes excluidos" debido al "racismo del mundo occidental" (de nuevo aquí). En la conferencia de la OSCE recientemente celebrada en Córdoba ha vuelto sobre el mismo monotema de la supuesta discriminación islamófoba.

Esta señora me recuerda por sus palabras al inquietante personaje de Mrs. Bundy. Sí, era esa vieja ornitóloga que aparecía en Los pájaros de Hitchcock, interpretada por la veterana actriz británica Ethel Griffies. A pesar de los ataques inexplicados que toda suerte de aves habían empezado a infligir a un pequeño pueblo costero, ella se erige en defensora de esas criaturas, empeñándose en ridiculizar los relatos de lo ocurrido y adoptando un tono de sarcástica superioridad ante los testimonios de los que ve como simples profanos en la materia. La diferencia, obviamente, es que el argumento de la película es fantástico, mientras que por desgracia no podemos decir lo mismo de la yihad global.

Todos los países musulmanes se han independizado hace décadas. Incluso Palestina podría haber constituido un Estado independiente si lo hubiera querido, hace más de medio siglo. Prefirió optar por la destrucción de Israel. Pero ni han conseguido acabar con la única democracia de Oriente Medio, ni han construido sociedades prósperas ni libres. ¿Se refiere a eso la profesora Gema Martín cuando habla de exclusión? Pues creo que sería más preciso hablar de autoexclusión. Si el modo de vida occidental les parece tan perverso, ¿por qué habrían de sentirse frustrados por no formar parte de él? ¿No tendrá origen su ira en la nostalgia de la pasada grandeza? ¿Tenemos los occidentales la culpa de sus complejos? Que no me vengan con las milongas del colonialismo económico que habría sustituido al político. Muchos países, sobre todo en Asia, han demostrado que se puede salir adelante si se trabaja duro y no se abandonan al victimismo.

Gema Martín se muestra contraria a la imposición del laicismo... en el mundo islámico. Según la profesora, en estos países el laicismo se opone a la democracia, su raíz es autoritaria. Tiene su parte de razón, aunque quizá no en el sentido que ella pretende. Yo no restringiría su razonamiento al Islam. Si una población profesa determinadas creencias, lo normal es que esto se refleje en sus instituciones políticas, sin que ello sea para nada incompatible con la irrenunciable separación entre Iglesia y Estado, ni justifique ninguna limitación de los derechos humanos. Pero en cualquier caso, entienda Martín Muñoz lo que quiera por laicismo, cabe preguntarse por qué lo que supuestamente es bueno para nosotros no lo es para ellos. ¿Quién es aquí el verdadero racista?

Ley de la Desmemoria

La Iglesia Católica, de nuevo provocando. El 28 de octubre tendrá lugar en Roma la ceremonia de beatificación de 498 mártires de la persecución religiosa, asesinados la inmensa mayoría en 1936. Qué manía con remover el pasado, total por 7.000 religiosos asesinados (muchos tras ser torturados), 1.300 templos destruidos totalmente, y parcialmente muchos más -en algunas capitales, todos. ¿Por qué no siguen el ejemplo de nuestro Líder Inmarcesible ZP, siempre abierto al perdón y la reconciliación?

Hablando de remover el pasado, dos apuntes:

  • El Blog Desde el exilio nos ha revelado que Zapatero tenía otro abuelo en el bando franquista. Naturalmente, ese hecho en sí no nos dice nada sobre el nieto. Sin ir más lejos, mi abuelo paterno murió en la batalla del Ebro, formando parte del ejército republicano. Jamás en mi vida me ha pasado ni remotamente por la cabeza enorgullecerme de ello, ni por supuesto lo contrario. En cambio, ZP no ha tenido empacho en sacar partido de ello, incurriendo -quizás involuntariamente- en agravio comparativo con el abuelo que sí conoció, pero cuyo pasado no le resulta tan cómodo. Esto sí que nos dice algo sobre el nieto.
  • La retirada de los símbolos franquistas ¿incluirá también las placas del Ministerio de la Vivienda con el yugo y las flechas que presiden todavía el portal de muchos edificios -por ejemplo, y de nuevo sin ir más lejos, aquel donde reside quien esto escribe? Intentar borrar el pasado es algo tan estúpido como inútil. Pero a lo mejor también le resultará incómodo al inquilino de La Moncloa que recordemos que el Ministerio de la Vivienda no lo inventó él. Y tantas otras cosas.

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miércoles, 10 de octubre de 2007

El último recurso

Cuando la autoridad en quien la sociedad ha delegado la defensa de la vida y la propiedad hace dejación de sus funciones, es legítimo responder a los ataques directamente. “Esto nos llevaría a la ley de la selva”, replican los eternos apologistas de la sumisión al poder. A esto contestó a su vez John Locke hace más de tres siglos con irrebatible sensatez. Él se refería al caso en que los magistrados ejercen violencia sobre el pueblo abusando de su autoridad, pero el argumento se aplica exactamente igual cuando esa violencia es ejercida por delincuentes con la pasividad, que equivale a protección, del poder:

“Quienes dicen –afirma Locke- que esta doctrina está sembrando la semilla de la rebelión... podrían agregar también... que los hombres honestos no pueden oponerse a los ladrones y piratas, porque esto puede dar ocasión a desorden y derramamiento de sangre. Mas si alguna desgracia tiene lugar en casos así, no será por culpa de quien está defendiendo su derecho, sino de quien está violando el de su prójimo. Si un hombre inocente y honesto está obligado a no abrir la boca y a abandonar todo lo que tiene, simplemente para no romper la paz, y tiene que ceder ante quien pone violentamente las manos sobre él, yo pediría que se considerase qué clase de paz habría en este mundo: una paz que consistiría en la violencia y la rapiña, y que habría de mantenerse para beneficio exclusivo de ladrones y opresores. ¿A quién no le parecería una paz admirable entre el poderoso y el débil el espectáculo de ver a un cordero ofrecer sin resistencia su garganta para que ésta fuese destrozada por el fiero lobo?” (Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, 228, Ed. Tecnos)

Hasta ahora, las víctimas del terrorismo han venido confiando en la justicia y el aparato policial. Esta confianza ha sido gravemente quebrantada por el ejecutivo de Zapatero, por mucho que la coyuntura electoral les lleve a maquillar su política de pactar con ETA. No debería sorprendernos que la sociedad acabe recurriendo a la autodefensa frente a una organización criminal contra la cual no encuentra adecuada protección del Estado. A diferencia de la guerra sucia promovida desde anteriores gobiernos socialistas, y lejos de alimentar la propaganda de los asesinos, una iniciativa defensiva de carácter civil podría conseguir al menos poner freno a la insufrible chulería de los criminales y sus cómplices políticos, sin que al mismo tiempo pudieran jugar la baza propagandística del victimismo frente al “Estado represor”. Lo que sorprende más bien es que las víctimas hayan tenido tanta paciencia hasta el día de hoy. ¿No les gusta tanto a los etarras comparar El País Vasco con Irlanda? Pues juguemos a ser Irlanda.

Si es ilegal plantear esto, que empiece la fiscalía por ordenar el secuestro de todos los ejemplares del Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil.

martes, 9 de octubre de 2007

Respuesta Kolectiva

El gobierno autonómico catalán ha puesto sus ojos en 62.000 viviendas desocupadas. Según el “Plan Nacional (sic) para la Vivienda”, escenificado hoy
ayer
en el Palacio de la Generalitat con sindicatos, partidos políticos (salvo CiU y PP), asociaciones, y toda la grey de funcionarios habidos y por haber que nos pretenden hacer pasar por representantes de la "sociedad civil", ese es el número de las que deberán ser puestas en alquiler en los próximos diez años, quieran o no quieran sus propietarios. Para lo cual el tripartito prepara una ley que llegaría hasta la expropiación de aquellos que se resistan. Mi pregunta es: ¿Cómo se decidirá que un piso está desocupado? ¿Piensan crear una Policía de la Vivienda que pueda violar los domicilios sin mandato judicial, a fin de inspeccionar su uso? Previsiblemente optarán por el método mucho más eficaz y discreto de ahogar a los propietarios díscolos con las mil y una pequeñas coacciones burocráticas que terminan logrando la rendición por aburrimiento del más pintado. Esto es a lo que nos lleva la “función social” de la propiedad reconocida por la tan sobrevalorada Constitución del 78.

El resto del Plan no es mucho mejor. Propone gastar varios miles de millones de euros en subvencionar de diferentes maneras tanto la construcción, como la compra y rehabilitación de viviendas. Por supuesto, como toda intervención en el mercado, conseguirá exactamente efectos opuestos a los que dice perseguir. Al poner en el mercado viviendas con precio regulado, y al disuadir la demanda con sus ayudas al alquiler y a la rehabilitación, la administración reduce los incentivos que tiene la actividad constructora. Es decir, se construyen menos viviendas que si dejáramos actuar libremente al “capitalismo salvaje”, y nos ahorráramos alimentar a la legión de funcionarios que deberá “implementar” (qué palabra tan fea) el Plan Decenal. Por supuesto, por muy estrepitoso que sea el fracaso, jamás se reconocerá, porque se disimulará con artificios estadísticos (“hemos construido no sé cuántos mil”, etc) y aunque no se pueda ocultar totalmente, ello se explicará por la insuficiencia de su presupuesto, con lo cual todavía destinarán más dinero de nuestros bolsillos a crear más burocracia parasitaria.

Según Montilla, la vivienda es un “problema colectivo” al cual hay que dar una “respuesta colectiva”. A pesar de que pertenezco a la generación del baby boom con todavía unos cuantos años de hipoteca por delante, tiendo a darle la razón a Sánchez Dragó cuando niega, ya no que la vivienda sea un problema colectivo –que sea siquiera un problema: “Los problemas de la vida son otros”, dijo recientemente el escritor. Problema o no, no es colectivo. O no lo sería si la administración, con su intervención en el mercado del suelo y su abrumador normativismo basado en gran medida en la mística de la “sostenibilidad”, no llevara décadas encareciendo artificialmente el precio de la vivienda. Por mi trabajo tengo ocasión de hablar a menudo con pequeños constructores que desearían poder acceder a segmentos de mercado medio-bajo, a ofrecer la misma casa sin por ejemplo costosas placas solares. Pero la administración, en su infinita benevolencia, ha decidido ya por la joven pareja de compradores que tienen que ser impecablemente ecológicos. No les ha preguntado si no preferirían pagar menos. Nos dice Montilla que con este Plan, la ciudadanía gozará de “mayor autonomía” y Cataluña se convertirá en un “espacio de libertades”. Y se queda tan pancho.

Se entiende por qué les gustan tanto los okupas a socialistas y comunistas. Son los escenificadores del “problema colectivo” que justifica su “respuesta colectiva”. Felicidades, antisistema, lo habéis logrado. La okupación será pronto un procedimiento administrativo ordinario. Como dijo un profesor (Lacan) a sus revolucionarios alumnos durante el Mayo Francés: “Histéricos, exigís nuevos amos: ¡los tendréis!”

sábado, 6 de octubre de 2007

Historia de España para tontos

Durante los gobiernos de Aznar se intensificaron las tensiones nacionalistas y se fortaleció la organización terrorista ETA. La situación económica no era mejor: En 2004, la despensa estaba vacía. Entonces unos terroristas suicidas volaron cuatro trenes en Madrid en represalia por nuestros bombardeos en Iraq, lo que llevó al PP a planear, sin éxito, un golpe de Estado. Tras ganar las elecciones el PSOE, todo ha vuelto a la normalidad. La economía va viento en popa, la cohesión nacional se ha acentuado gracias al nuevo clima de diálogo, y nuestro papel en el mundo es cada vez más relevante.

Y algunos deben pensar que los españoles somos todos gilipollas.