sábado, 31 de mayo de 2014

El partido más opuesto a Podemos

Una idea tan extendida como errónea es que lo más opuesto a una formación de extrema izquierda es otra de extrema derecha. Por este razonamiento, lo más contrario a Podemos, la nueva formación dirigida por el chavista con iphone y coleta Pablo Iglesias, sería alguno de los pocos partidos ultraderechistas que han concurrido a las elecciones del pasado 25 de mayo, y que en conjunto han obtenido en España alrededor de un 0,5 % de los votos. Basta comparar sus respectivas propuestas económicas para darse cuenta de que esto no es verdad.

Tomemos por ejemplo el programa del partido ultraderechista más votado, Falange de las JONS, más de 21.000 votos. Ya desde su primer párrafo condena al sistema capitalista por basarse "en el papel central del dinero", pero si vamos a propuestas más concretas, los paralelismos con Podemos son abundantes. Los falangistas están en contra del trabajo temporal, en contra del libre comercio mundial, a favor de controles de precios en numerosos sectores, a favor de la nacionalización de la banca, etc. Todas ellas son medidas defendidas con entusiasmo por Podemos.

Descartada la tesis vulgar de que lo opuesto a la ultraizquierda es la ultraderecha, veamos los partidos españoles que defienden un ideario económico liberal, en mayor o menor grado. Estos son PP, Ciudadanos, UPyD, Vox y P-Lib.

El programa del Partido Popular en lo económico se basa en la idea de que la mejor política social es fomentar el empleo, lo cual es una verdad como un templo. Pero sentada esta premisa, tanto en la teoría como en la práctica, el PP parece ante todo preocupado por mantener el oneroso "Estado del Bienestar", y para ello no duda en subir los impuestos (que es quizás la medida más contraria que existe a la creación de puestos de trabajo) ni en mantener trabas a la contratación, como el salario mínimo y otras.

Una crítica parecida podría hacerse de Ciudadanos y UPyD. Aunque en sus programas no falten asertos en favor del mercado libre y la iniciativa privada, estas suelen estar compensadas por juramentos de pureza socialdemócrata suficientes para dudar de la consistencia del conjunto.

Sin duda, el partido que defiende más radicalmente el liberalismo económico es el Partido de la Libertad Individual (P-Lib), que ha obtenido cerca de 10.000 votos en las últimas elecciones. Su atractiva propuesta de un Estado mínimo es lo más enfrentado a las ideas estatistas y colectivistas de Podemos. Sin embargo, hay un aspecto de fundamental importancia en el que estas dos formaciones coinciden, que es en la política a favor del aborto, la eutanasia, el laicismo radical y en contra de considerar a la familia natural como el modelo de referencia. El P-Lib incluso es más radical, al defender explícitamente la poligamia; y también rebasa a Podemos por la izquierda en su concepción de la organización territorial, pues mientras que la formación bolivariana se conforma con defender el "derecho de autodeterminación", el Partido de la Libertad Individual pretende consagrar el "derecho de secesión" de cualquier agrupación de individuos, desde municipios hasta comunidades autónomas.

Nos queda, pues, por eliminación, Vox, el partido que ha obtenido 245.000 votos en las primeras elecciones a las que se ha presentado. En su Manifiesto fundacional se muestra decidido partidario de la economía de mercado, de la familia y del derecho a la vida. Y junto a estos principios, defiende la idea de la unidad de España, proponiendo la superación del Estado autonómico. Se trata, por tanto, del ideario más alejado, en su conjunto, de las posiciones ultras de Podemos.

Hay además un hecho muy significativo, y es que la formación de extrema izquierda se caracteriza por que en su programa no menciona ni una sola vez las palabras Estado de derecho ni separación de poderes. En su punto 5.6 habla de reformar los procedimientos de designación del Fiscal General del Estado, del CGPJ y el TC, pero no precisa en qué sentido. ¡Incluso los falangistas utilizan en algún momento la expresión Estado de derecho y defienden explícitamente la independencia judicial!

Por contraste, Vox es el único partido de los examinados que sitúa el Estado de derecho y el imperio de la ley en el primer punto de su Manifiesto fundacional. Esto puede parecer retórica, algo por descontado, pero sostengo que no es causal que en el programa de Podemos no aparezcan estos conceptos, y en cambio en Vox se muestren en el lugar más preeminente.

La defensa de la sociedad civil frente a un estado invasivo en los órdenes económico y moral sólo es posible desde los principios de derecho y dignidad personal que nos legó la Antigüedad clásica y cristiana. Mientras que el socialismo y la ideología de género representan la ruptura con este legado, Vox, con su síntesis entre liberalismo y conservadurismo (aunque todavía se halle en fase incipiente), puede llegar a convertirse en la única alternativa cabal y sin concesiones a la verdadera amenaza extremista que se cierne sobre España, que no son precisamente los 90.000 votos que suma la extrema derecha, sino los tres millones largos que consigue movilizar la izquierda de corte bolivariano y batasuno.

Por supuesto, esta amenaza será utilizada como argumento del miedo a favor del voto útil para el PP. Sin embargo, lo cierto es que ha sido este quien con su maquiavelismo con los medios de comunicación, en los cuales no admite otra disensión que no sea la de izquierdas, ha estado abonando el terreno para el florecimiento del populismo. Si lo que queremos no es simplemente seguir ganando tiempo, sino empezar de una vez a revertir la hegemonía cultural de la izquierda, el PP hace tiempo que dejó de ser un aliado objetivo, para convertirse en uno de los mayores obstáculos.

viernes, 30 de mayo de 2014

La pesadilla anotada.

El programa de Podemos, la formación ultraizquierdista que ha irrumpido en las pasadas elecciones con más de 1.200.000 votos, propugna una vida más digna para todos, más libertad, más democracia, la paz mundial y la protección de la naturaleza.

En realidad, si se aplicaran los cincuenta y seis puntos del programa, los resultados serían diametralmente opuestos: España y Europa se empobrecerían dramáticamente, habría menos libertad, menos democracia y la culpa del desastre -no lo duden- recaería en el "imperialismo", contra el que todo valdría, desde matar y encarcelar a opositores hasta estrechar relaciones militares con estados terroristas como Irán. Al menos, esto es exactamente lo que ha ocurrido en Venezuela, el admirado modelo del dirigente de Podemos, sujeto cuyo nombre (Pablo Iglesias) ya es toda una premonición de demagogia y fanatismo.

Transcribo a continuación mis notas a los principales puntos del programa. Son deliberadamente muy breves, para no hacer esto casi tan largo como las 36 páginas del texto, pero creo que permiten hacerse una idea de la sensación de pesadilla que produce su lectura a cualquier persona que no sea políticamente disléxica.

1.1. Aumento ruinoso del gasto estatal, del intervencionismo y, por tanto, del paro que pretenden combatir.

1.2. Impago de la deuda, inseguridad jurídica, encarecimiento de las hipotecas.

1.3. Fin de la independencia del BCE.

1.4. Evitar a los gobiernos controles independientes.

1.5. Cebar de nuevo la burbuja financiera, créditos concedidos con criterios políticos.

1.6. Nacionalizaciones, más sector estatal.

1.7. Infierno fiscal.

1.8. Intervencionismo, castigo a la inversión privada.

1.9. Ídem.

1.10. Más impuestos.

1.11. Más gasto estatal, pero desprotección defensiva de España.

1.12. Más gasto estatal, más impuestos.

2.2. Derecho de autodeterminación territorial, lo que llevaría a la ruptura de España.

2.3. Más intervencionismo, castigo a las economías de escala (grandes empresas).

2.5. Intervencionismo sobre los medios de comunicación privados.

2.6. Ídem.

2.8. Discriminación positiva, cuotas por sexo. Se limita la libertad individual eternizando conflictos en gran parte imaginarios.

2.9. Ataque a la libertad religiosa en la enseñanza.

2.10. Se favorece a los grupos terroristas y sus brazos políticos.

2.11. Limitaciones a la libertad de expresión so pretexto de defender a colectivos marginales. Relativización de la familia natural.

3.2. Más impuestos para sostener servicios estatales ineficientes.

3.3. Más intervencionismo con el pretexto de la igualdad de sexos.

3.4. Abortismo, eutanasia.

3.5. Educación basada en criterios igualitaristas, no en el mérito ni la excelencia.

3.6. Ídem.

3.7. Control de precios en el mercado inmobiliario, que producirá escasez de viviendas. Más impuestos.

3.8. Abortismo, ideología de género.

3.9. Sustitución del asociacionismo de la sociedad civil por el Estado, al tiempo que se reclama, contradictoriamente, menos burocracia.

3.10. Se limita la difusión de la creación artística disuadiendo la inversión capitalista en ella.

3.12. Más transporte estatal bueno, bonito y barato.

4.2. Más gasto estatal, más impuestos.

4.3. Permitir la inmigración descontrolada, aquí cabe todo el mundo.

4.4. De nuevo, derecho de autodeterminación. Adiós, España.

4.5. Aislamiento de los países que violen derechos humanos. Critican a Israel; no dicen nada de Venezuela, Cuba o Irán.

4.6. Referéndum para salir de la OTAN.

4.7. Negociación colectiva a escala europea: más poder para los sindicatos.

5.1. Servicios estatales no sujetos a la competencia, es decir, de menor calidad.

5.2. Denuncia de los tratados de libre comercio; es decir, menos comercio; es decir, más pobreza.

5.7. Otra vez el derecho de autodeterminación. Por si no ha quedado claro.

6.1. Más intervencionismo, esta vez con pretexto ecológico.

6.2. Gestión estatal de los recursos hídricos, con lo que se encarecería el agua embotellada de manantiales, por ejemplo.

6.3. Soberanía alimentaria, prohibición transgénicos, control de precios de los alimentos; es decir, más escasez, más colas para productos básicos, más hambre en el mundo.

6.4. Contra la energía nuclear, el petróleo, el carbón, la fracturación hidráulica (fracking)... O sea, energía mucho más cara, apagones y racionamiento.

6.5. "Erradicación de la obsolescencia programada". Es decir, optar por productos de más duración, y por tanto más caros, lo que perjudica a los más pobres.

6.6. Más gasto para la economía verde.

6.7. Prohibición de los toros. Los animales tendrán derechos de los que carecerán los desafectos al nuevo régimen bolivariano.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Verdades de familia

Ayer me topé con este titular: "La Fundación Anar alerta del incremento 'preocupante' del maltrato infantil en España". En el primer párrafo del artículo se nos precisa que la tal fundación ha registrado un incremento del 3 % en 2013.

¿Un tres por ciento es significativo o aleatorio? No lo sé. Pero en el último párrafo encontramos, sin comentario alguno, otras cifras que, pese a no merecer el titular, son las que a mí me han llamado verdaderamente la atención: "El 39,9% de los niños y los adolescentes que piden ayuda a Anar viven con sus padres, y el 44,2% en familias monoparentales..."

Lo más probable es que el lector apresurado, si es que ha llegado al final del texto, no vea nada espectacular en esos porcentajes. Pero ocurre que en España sólo un 7 % de menores vive en hogares monoparentales (dato de 2011). Es decir, que aunque las llamadas de teléfono puedan tener algún sesgo que las invalide como dato científico, el volumen de la muestra es tan grande (más de 400.000 el año pasado) que resulta imposible dejar de pensar que la proporción de víctimas de maltrato debe ser muy superior en las familias sin padre o madre, siendo la ruptura de la pareja la causa más habitual.

Ya sabemos que señalar esto es políticamente incorrecto, porque sugerir que la familia compuesta por los niños y sus dos progenitores biológicos pueda ser más beneficiosa para los primeros que cualquier otro tipo de fórmula de convivencia, se interpreta como una manifestación de intolerancia hacia los "otros modelos de familia". Y desde luego, el redactor del artículo se cuida mucho de meterse en semejante jardín.

Un estudio pretendidamente académico, publicado por el Instituto de la Mujer en 2012, fija desde sus primeras líneas el canon ideológico del cual no puede uno apartarse salvo que quiera merecer la pena de escarnio público:

"En las últimas décadas, la sociedad española se ha enfrentado a profundos cambios sociales, pasando de un país cerrado, políticamente conservador y católico con bajos niveles de urbanización, a una rápida y creciente sociedad urbana, más flexible y tolerante."

La misma clase de científicos sociales que analizan extravagantes costumbres de culturas ajenas con respetuosa objetividad, sin permitirse el menor amago de valoración moral, rinden culto al estereotipo más grosero asociando los adjetivos "cerrado", "conservador" y "católico", por un lado (creo que olvidaron "casposo"), y "urbana", "flexible" y "tolerante" por otro, cuando hablan de su propia sociedad. Con estos apriorismos, no sorprende que el estudio concluya que no hay motivos para sostener consecuencias negativas para los niños que viven con un solo adulto, más allá de factores socioeconómicos supuestamente circunstanciales; ni que entre sus propuestas finales incluya que los medios de comunicación deberían contribuir "a lanzar valores en los que se visibilice y se reconozca la variedad de modelos familiares existentes, dotándoles a todos ellos de una misma legitimidad social."

Todo esto suena muy bien porque, ¿quién puede estar en contra de que se apoye a las madres que crían a sus hijos sin la ayuda del padre, por citar el tipo más común de monoparentalidad? Sin embargo, lo que hay detrás de estas bellas palabras es algo más que una actitud de tolerancia y de dejar atrás fariseísmos supuestamente vigentes. El problema es que con este discurso melifluo se acaba escamoteando los puros hechos: que los niños tienen por lo general mejor salud, mejores índices de rendimiento escolar y sufren menos maltratos cuando conviven con sus padres y madres juntos.

Insisto: nadie pretende que las madres o padres sin pareja estable no merezcan todas las ayudas y la comprensión necesarias para criar a sus hijos. Pero si nuestra auténtica preocupación son los niños, y no chantajear al contribuyente con sentimientos inducidos de culpa desde el activismo de las asociaciones de familias monoparentales, debemos empezar por admitir que para la infancia es preferible la familia natural; y por tanto, hacer justo lo contrario de lo que propone el estudio gubernamental de marras en el ámbito de la comunicación: dejar de relativizar e ignorar (culturalmente, legalmente, fiscalmente y de todas las maneras posibles) a las familias compuestas por una madre, un padre y los hijos de ambos.

Y por supuesto, antes que nada hay que derogar toda la criminal legislación inspirada en el feminismo radical y la revolución sexual, que ha favorecido en todo el mundo, desde hace treinta o cuarenta años, algo aún peor que la ruptura de innumerables familias e incluso, si cabe, que el maltrato infantil: la liquidación física de millones de seres humanos en gestación.

domingo, 25 de mayo de 2014

VOX existe

Chesterton dejó escrito: "el periodismo consiste en decir que Lord Jones ha muerto a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo." (La sabiduría del padre Brown.)

Mucha gente habrá votado en estas elecciones sin enterarse de que existía un partido llamado VOX.

El viernes pasado, a menos de 48 horas de que abrieran los colegios electorales, mi mujer hablaba por teléfono con una amiga, que le confesaba no haber oído hablar del partido de José Antonio Ortega Lara y Santiago Abascal. Y sospecho que casos como este han sido muy comunes.

El ninguneo mediático infligido a VOX ha sido abyecto, y lo seguirá siendo. Y ha sido también la prueba palpable del poder del gobierno español sobre los medios de comunicación, gracias a la televisión pública, la publicidad institucional y el Gran Berta del BOE, del que dependen tanto licencias como ilimitadas posibilidades de putear -perdonen la expresión- a quien tenga la osadía de querer ser independiente.

Por eso era tan importante que VOX obtuviera al menos un escaño, el de su primer candidato Alejo Vidal-Quadras. No por lo que se decida en el parlamento de una Unión Europea escasamente democrática, sino porque era la única manera de que los medios de comunicación principales ofrecieran una información objetiva e imposible de ocultar en el minuto o la página trigésimo octavos, sobre la nueva formación. Al menos, por un día.

No ha podido ser, pero se ha estado muy cerca.

Los más de 240.000 votos obtenidos por VOX en estas condiciones tan adversas demuestran que existen las bases para una regeneración nacional, pese al inquietante ascenso de la extrema izquierda. Hay un gran número de ciudadanos (muchos más que los reflejados por estas tempranas elecciones) que pensamos que la sociedad civil debe tomar de nuevo las riendas, que hay que reformar drásticamente la administración invasiva que nos ha sido impuesta mediante el chantaje del "bienestar", que no se puede seguir tolerando la destrucción de vidas humanas en gestación ni seguir permaneciendo ciegos ante el precipicio demográfico, y que hay que poner fin de una vez por todas a las maquinaciones insolentes de quienes desean una voladura controlada de España.

Quedan muchos meses hasta las próximas elecciones generales; hay tiempo para difundir y consolidar el proyecto de VOX, la alternativa liberal-conservadora a la partidocracia socialdemócrata. Lord Jones existe y goza de buena salud.

viernes, 23 de mayo de 2014

Lo que está en juego el 25 de mayo

En las elecciones del 25 de mayo, lo de menos es si ganará el PP o el PSOE. Ya sabemos que ganarán los dos, una vez más. La variable realmente nueva será el desgaste que sufrirá este bipartidismo imperfecto reforzado por los nacionalismos vasco y catalán, que no hacen más que exacerbar la misma patología estatólatra de corrupción y dependencia sumisa de unos ciudadanos que siguen apostando por quienes creen que les garantizan las pensiones, los subsidios y la falaz gratuidad de unos servicios públicos ineficientes y, a la postre -por una elemental razón demográfica- insostenibles.

Ese desgaste no puede venir de la abstención, que todos dicen deplorar, pero que no afecta al sistema en su conjunto, el cual se reparte el mismo número de escaños sea cual sea la participación. Tampoco puede proceder de las numerosas formaciones de extrema izquierda, ni de las pocas de extrema derecha, que proponen llevar al paroxismo el culto al Estado que ya padecemos, perfectamente compatible con la destrucción de España que preconizan las variantes separatistas y filoterroristas.

La erosión de la partidocracia socialdemócrata sólo pueden precipitarla partidos que propongan (en lugar de ajustes para intentar vanamente perpetuar el sistema, que es lo único que sabe hacer el PP) reducir notablemente el peso estructural del sector público, abolir las autonomías y proteger a las familias naturales, que son las que aportan espontáneamente natalidad y cohesión social. ¿He dicho partidos? Que yo sepa, sólo hay un partido con un mensaje equilibrado que desarrolle estos tres ejes (liberalismo, unidad de España y valores morales), que es VOX. Suena a anuncio electoral, pero no sé expresarlo de manera más exacta.

El eslogan del PP para esta campaña reza: "Lo que está en juego es el futuro". Como ejemplo de trivialidad, es difícilmente superable. ¿Puede haber alguna candidatura que sostenga lo contrario, que diga que el futuro no importa? Bien es cierto que hace tiempo que el futurismo se ha convertido en la ideología oficial del PP. Pero ¿qué futuro tenemos si no se acometen reformas serias? ¿Qué futuro tenemos si un 30 % de los trabajadores del sector privado sostiene al 70 % restante, entre inactivos, parados y empleados que dependen del presupuesto público? ¿Qué futuro tenemos si nacen tan pocos niños, y aún así, permitimos un millón de abortos cada década? ¿Qué futuro tenemos si en regiones enteras se enseña a los escolares a odiar a España?
Se trata de problemas tan formidables que ningún partido político podrá solucionarlos por sí solo, ni de un día para otro. El cambio de mentalidad que se precisa es tan drástico que resulta razonable dudar de que podamos conseguirlo. Porque, evidentemente, no se trata de que una raza de políticos alienígenas nos haya conquistado. Tenemos lo que hemos votado durante años, ni más ni menos, sea por convencimiento o por un miope malminorismo, del que soy el primero en acusarme. Pero el primer paso, o el primer indicador de que no todo está perdido todavía, puede ser el voto a un partido que ha realizado el diagnóstico correcto y no lo ha ocultado acomplejadamente bajo una montaña de medidas inconexas y a veces contradictorias, como estila el PP.

VOX tiene un mensaje nítido, contundente. ¿Cuál es, en cambio, el mensaje del PP? Que estamos en el camino de la recuperación: una idea gris basada en índices macroeconómicos y que en el fondo no deja de ser mentira. Porque tanto con el PP como con el PSOE, lo mejor que nos espera es un largo estancamiento, con cifras de paro de dos dígitos y crecimientos del PIB en los que acecharemos las décimas como un perro que aguarda debajo de la mesa la caridad o el descuido de los comensales.

En medio de ese panorama sombrío, que VOX consiguiera un solo escaño de eurodiputado sería un rayo de esperanza para todos los que coincidimos con las ideas regeneradoras de la nueva formación. Incluso si, por unos pocos votos, no se alcanzara ese objetivo, tampoco debería interpretarse como un fracaso absoluto. El objetivo auténticamente crucial es obtener representación decisiva en las próximas elecciones legislativas nacionales. Hay tiempo para ello, pero debemos empezar ya, y qué mejor forma de hacerlo que votar la candidatura de Alejo Vidal-Quadras, Iván Espinosa de los Monteros, Cristina Seguí, Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara, el próximo domingo. Y si esto les parece también un anuncio electoral (aunque gratuito), no me duele lo más mínimo admitirlo.

lunes, 19 de mayo de 2014

Los suizos están como regaderas

Los suizos han votado en referéndum seguir siendo uno de los pocos países europeos sin salario mínimo (SM). Más concretamente, han rechazado la propuesta de los sindicatos, apoyada por los ecosocialistas, de fijar un SM de 3.270 € al mes.

Muchos españoles pensarán algo así como: "¿Están locos estos suizos o qué?" Si aquí se celebrara un referéndum similar, con un SM de 1.635 € (la mitad del anterior), la demagogia del ganaría de calle, sin lugar a dudas.Y los partidarios del No serían presentados como unos desalmados sin entrañas, unos mercenarios del gran capital que disfrutan viendo a la clase trabajadora extenuándose por unos sueldos de miseria.

En realidad los suizos no están locos en absoluto, aunque crónicas como la que publica La Vanguardia omitan los datos básicos que permitirían entender el porqué al lector apresurado. Dice el redactor de la agencia EFE:

"La Confederación Helvética forma parte de la minoría de países europeos que carece de una legislación que regule una remuneración mínima, como sí la tienen 21 de los 28 países de la Unión Europea -bloque al que Suiza no pertenece-, aunque a niveles muy inferiores al propuesto en el referéndum de hoy en Suiza."

Esta información es significativa, pero lo sería mucho más si la cruzáramos con dos datos muy fáciles de obtener. El primero, que Suiza tiene una tasa de paro del 3,2 %, muy inferior a la de cualquier país de la UE. Y el segundo, que su renta per cápita, en términos de poder adquisitivo, es la novena del mundo (la cuarta en términos nominales), sólo superada por Luxemburgo entre los países pertenecientes a la Unión.

No hace falta exprimirse el cerebro para preguntarse si existe alguna relación entre carecer de legislación sobre el SM y ser uno de los países del mundo con menos desempleo y con rentas más altas. Y esto es efectivamente lo que han hecho los suizos. Se han formulado esa pregunta y en su mayoría se han respondido que no se trata de una mera coincidencia. O, por lo menos, han decidido que los experimentos, mejor con gaseosa.

Hasta ahora, Alemania, con una envidiable tasa de paro de alrededor del 5 %, tampoco tenía SM. Veremos lo que tarda en aumentar el desempleo tras el acuerdo de Merkel con los socialistas. En Suiza, por fortuna para sus habitantes, decisiones de este calibre deben aprobarse por referéndum.

Los suizos, evidentemente, no están locos. Simplemente, parecen haber asimilado una noción elemental, obstinadamente ignorada por nuestras clases política y periodística, salvo honrosos casos aislados: que el mercado es el único sistema que permite fijar cualquier tipo de precios, incluidos los salarios, del modo que favorezca más la producción y, por tanto, la creación de riqueza y de empleo.

Hace unos meses escuchamos a Nicolás Maduro anunciar intervenciones de precios en los productos de consumo venezolanos, con el fin de combatir a los "especuladores". En ese mismo momento fue posible prever con exactitud lo que después efectivamente ha sucedido en el país caribeño: un desabastecimiento masivo de los productos más básicos, que ha encendido la mecha de un levantamiento popular absolutamente justificado. ¿Lo anticipó algún corresponsal, se recabó alguna opinión solvente? Yo al menos no lo vi. Es más, por la manera exquisitamente equidistante que informan la mayoría de los medios españoles sobre Venezuela, una parte no despreciable de la audiencia podría llegar a creerse la propaganda bolivariana, que culpa de la escasez a oscuras conspiraciones de la burguesía y de la CIA.

En agudo contraste, los suizos desean continuar disfrutando de un nivel de -prácticamente- pleno empleo, y de unos salarios ya de por sí elevados, resistiéndose a que políticos salvadores restrinjan su libertad económica estableciendo limitaciones para contratar trabajadores, so pretexto de protegerlos. Dicho de otro modo, la mayoría de los suizos han preferido que no los protejan tanto.

Suiza es el cuarto país del mundo en el ranking del Índice de Libertad económica 2014. España se encuentra en el puesto 49. Curiosamente, Venezuela figura también en el cuarto puesto, de un total de 178... pero empezando por el final. Solo la superan Zimbabue, Cuba y Corea del Norte. Imagino que es ahora cuando Willy Toledo nos informa de que en Cuba no existe el paro. Touché; me veo obligado a retractarme de mis palabras y a admitir la realidad: estos suizos están como regaderas.

sábado, 17 de mayo de 2014

El crimental sexista

Una joven atractiva se pasea por las calles de Bruselas, recibiendo a su paso desde piropos hasta proposiciones sexuales explícitas de hombres de aspecto magrebí. Todo ello es grabado en vídeo y el resultado se convierte en una denuncia. ¿Una denuncia contra el multiculturalismo, contra la inmigración descontrolada, contra la escasa capacidad de adaptación de los musulmanes a la cultura occidental? En absoluto; se trata de un alegato "contra el sexismo".

El lector haría mal en tomárselo a broma, porque este vídeo ha sido utilizado como pretexto propagandístico para avalar la definición legal de sexismo en Bégica, nada menos. En el país en el que ya es posible administrar legalmente la eutanasia a los niños (aberración saludada por algunos como avanzadilla pionera, tras la cual los demás países civilizados deberían transitar), un piropo podrá ser multado, y "todo gesto o comportamiento que tenga la clara intención de expresar desprecio hacia una persona por razón de su sexo, de considerarla inferior o de reducirla a su dimensión sexual y que comporte un grave daño a su integridad" puede entrañar una sanción penal. Las cursivas son mías: nótese el amplio margen de interpretación, en manos de jueces ideologizados.

Hablar aquí de "neopuritanismo" sería un error típico. Quienes pretenden aplicar leyes contra la libertad de expresión no hacen la menor alusión a la decencia y el pudor, conceptos que permiten distinguir perfectamente entre un halago masculino respetuoso y la lascivia repulsiva de quienes se toman la calle como su particular coto de caza sexual. Es más, los amantes de crear nuevas figuras delictivas son exactamente los mismos que defienden la "visibilidad" de homosexuales y transexuales, y se amparan en el mismo clima de opinión que ha elevado las prácticas onanistas y todo tipo de perversiones a categoría de ejercicio lúdico, saludable y explotable comercialmente.

En realidad, el fenómeno de criminalización del varón forma parte inextricable del "ocaso del pudor" que aqueja a nuestra cultura desde los años sesenta, dentro del cual la decencia y la castidad pasan a ser consideradas como prejuicios caducos y, por supuesto, intolerablemente sexistas. Se equivocan también, por cierto, quienes sostienen que este "pudoricidio" ha beneficiado a los hombres, al multiplicar las posibilidades del voyeurismo masculino. Porque esto sólo se ha realizado al precio de poner en la picota al caballero que no afecta total indiferencia ante la masiva apoteosis de la corporeidad femenina que inunda nuestras calles y nuestros medios de comunicación.

La finalidad del antisexismo es evidente. El hombre es malo y debe ser reeducado. Hasta aquí, tendemos a estar de acuerdo, a condición de que se admita que el mejor instrumento que ha encontrado ninguna civilización para domesticar al macho es una institución llamada matrimonio, que implica al hombre en la crianza de los hijos ofreciéndole una razonable garantía de su paternidad biológica, al tiempo que consagra la igualdad entre los sexos. (Lo que no se da, por ejemplo, en la poligamia islámica.) Pero esta institución saltó por lo aires desde el momento en que triunfaron el divorcio ilimitado, las leyes de "género" que destruyen la igualdad entre hombres y mujeres (perjudicando claramente a los primeros), la legalización del aborto sin contar en absoluto con la opinión del padre y las ayudas sociales y legislativas a familias monoparentales (casi siempre de mujeres solas), homoparentales y cualquier tipo de arreglo informal que somete a los niños a los riesgos inherentes de la convivencia con los variados compañeros sexuales de sus madres "liberadas".

El resultado salta a la vista. Destruidos o al menos escarnecidos los cauces cristianos de un instinto biológico tan primario como el sexual, no queda otra alternativa que incrementar el nivel de coacción contra el hombre, ese ser sospechoso y errabundo.

Jean-François Revel, en su imprescindible clásico El conocimiento inútil, ofreció una caracterización de la función ideológica del antirracismo que, mutatis mutandis, se puede aplicar también a la paranoia antimachista. En los años ochenta eran constantes las proclamas contra el apartheid sudafricano, así como las advertencias contra una supuesta amenaza fascista y racista que se incubaba en las sociedades democráticas. Estas denuncias rituales permitían eclipsar mediáticamente la amenaza mucho menos anecdótica que suponía el régimen soviético, con sus millones de presos políticos, su apoyo a movimientos revolucionarios y terroristas en todo el mundo, y sus misiles nucleares apuntando a las ciudades occidentales.

El antisexismo realiza una función análoga. Mientras en numerosos países se lapida a las adúlteras, se practica el infanticidio femenino antes y después del parto, y se mata o secuestra a niñas por ir a la escuela, aquí resulta que nos rasgamos las vestiduras porque, según Cate Blanchett, las actrices cobran menos que los actores, y encima los periodistas tienen la impertinencia sexista de preguntarle cómo compatibiliza su carrera artística con el cuidado de sus tres hijos. ¡Horror de los horrores!

Los que sólo piropeamos a nuestras esposas, no tenemos nada que temer de una ley que penalice la galantería. Pero el problema de fondo es mucho más grave que una limitación de la libertad de expresión que, probablemente, en la práctica tendría escasas repercusiones. Lo que se ventila aquí es la distinción básica entre legalidad y moralidad. En las teocracias islámicas no existen la una ni la otra como ámbitos separados, lo cual conlleva una represión brutal del comportamiento individual. Pero en el Occidente que exhibe con pueril orgullo su irreligiosidad corremos el riesgo de llegar a un destino similar por un camino opuesto. De manera gradual, pero con efecto acumulativo, se está imponiendo, tanto en la mentalidad como en el derecho, la idea de que todo lo legal es, además, moral. Esto puede parecer liberador, pero implica la otra cara de la moneda. Convierte insensiblemente en ilegal (en un crimen mental, o crimental, por emplear el neologismo de Orwell en 1984) cualquier juicio moral que no tenga su correspondencia en la ley positiva, en la veleidosa voluntad del legislador.

Así, en Francia ya es legalmente arriesgado aconsejar a mujeres que pretenden abortar para que cambien de idea, pudiéndose incurrir en delito (sic) de "abortofobia". Y tanto en instancias europeas como nacionales, los grupos de presión gays-lésbicos trabajan sin descanso para imponer leyes contra la homofobia, que penalizarán cualquier opinión o creencia moral en contra de la homosexualidad, tachándola de intolerante. En realidad, sólo quien desaprueba moralmente algo puede ser tolerante con ello. Intolerantes son los homosexualistas que pretenden que para "respetarles" tenemos que pensar, y no sé si sentir, como ellos. En este paquete ideológico se incluye lo que hoy pasa por feminismo, que consiste básicamente en otra nueva forma de histeria colectiva, fenómeno social tan fácil de desencadenar como perversas suelen ser sus consecuencias.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Totalitarismo en la Casa Blanca

La administración Obama manifiesta su obsesión intervencionista en dos grandes líneas de acción: la sanidad y el cambio climático. Tras los clamorosos fracasos registrados en la primera, ahora pretende dar un nuevo impulso a la segunda, recurriendo al asesor de la Casa Blanca John Holdren, un demente totalitario que en los años 70, junto a Paul R. Ehrlich, ya profetizó que Estados Unidos se enfrentaba a un grave problema de superpoblación, para lo cual recomendaba abortos y esterilizaciones forzosos.

El diseño de la recepción en los medios del informe de Holdren es digno de ser incluido en cualquier antología de la propaganda. Se trata de redactados en los cuales se mezclan sin escrúpulos una única verdad (que la temperatura ha aumentado un grado desde que hay registros, hace más de un siglo) con explicaciones hipotéticas de fenómenos meteorológicos extremos (tornados, olas de calor, inundaciones, etc., que siempre han existido) y predicciones lo suficientemente imprecisas para que sea muy difícil contrastar su acierto antes de que nos hayamos olvidado del tema, dentro un par de décadas, como sucedió con la charlatanería acerca de la superpoblación.

La táctica es amalgamarlo todo, a fin de producir un efecto acumulativo, transmitiendo la falsa impresión de que existe una abrumadora cantidad de indicios. En realidad, lo único innegable es el incremento de temperaturas que muestran los registros a lo largo del siglo pasado. Un incremento que en el actual no se ha verificado; aunque este detalle, por supuesto, los profetas del clima se cuidan mucho de mencionarlo ante el gran público.

Lo demás son, estrictamente, suposiciones a partir de los datos registrales: que las catástrofes meteorológicas son consecuencia del calentamiento global y que este se mantendrá en el futuro, a un ritmo similar al del último tercio del siglo XX.

Así, por ejemplo, Telecino titula: "El cambio climático ya es una realidad". ¿Las pruebas? "Devastadores tornados, inundaciones que lo anegan todo, olas gigantes… Son algunos de los signos..." Esto es como si acusamos a Fulano de asesinato, y como "prueba" aducimos triunfalmente que hemos encontrado el cadáver de Mengano, aunque no sabemos la causa de su muerte ni qué relación exacta tiene con el sospechoso.

Para adornar el relato, estos "impactos" (el término ya es tendencioso, pues presupone que se trata de efectos de una causa conocida) se traducen en un aumento de las alergias, cosa que se presta fácilmente a cierto fatalismo popular, siempre dispuesto a dar por sentado que cada vez hay más alergias, más cáncer, más contaminación y más hambre en el mundo.

El carácter burdo de la manipulación es patente en este otro párrafo de un digital meteorológico:

"Otros impactos del cambio climático también se dejan notar en el incremento de los riesgos de transmisiones de enfermedades, en la calidad del aire y en un posible incremento de problemas de salud mental, según el informe."

Si hubiese un incremento comprobado de transmisión de enfermedades, aún quedaría por probar que es debido, indirectamente, al aumento de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero el texto ni siquiera habla de esto, sino de "riesgos de transmisiones de enfermedades". Y un riesgo no puede observarse, salvo que nos estemos refiriendo a las condiciones que lo crean. Lo mismo puede decirse del "posible incremento de enfermedades mentales". Si hablamos de riesgos y de posibilidades, carece de sentido decir que "se dejan notar", salvo que pretendamos hacer pasar subliminalmente por hechos observacionales lo que no son más que deducciones de una hipótesis de la que todavía no hemos empezado por aportar ni una sola prueba.

Por lo demás, la predicción de un aumento de enfermedades mentales, en medio de este panorama apocalíptico que tratan de vendernos, tiene algo de cómica proyección del problema que quizá aqueja al "Zar científico de Obama", como dicen los americanos, refiriéndose a Holdren.

Toda esta charlatanería seudocientífica, acompañada de imágenes de inundaciones, incendios y campos agrietados por la sequía, consigue el efecto buscado de que quienes osamos cuestionar la endeblez de la hipótesis antropogénica del cambio climático aparezcamos como unos monstruos insensibles, incapaces de conmovernos ante el drama de millones de seres humanos amenazados por el hambre y obligados a emigrar masivamente a otras latitudes. Es decir, como "negacionistas" comparables a los chiflados que niegan la existencia de las cámaras de gas nazis.

En realidad, los verdaderos negacionistas son quienes cierran los ojos ante las terribles consecuencias que tendrían, para millones de habitantes de los países más pobres, que les obligáramos a reducir sus emisiones industriales.

Negacionistas son los majaras que se niegan a vacunar a sus hijos porque dicen que las vacunas producen autismo, con lo cual están favoreciendo la reaparición de enfermedades infecciosas que habían sido prácticamente erradicadas.

Negacionistas son quienes se oponen a los cultivos transgénicos, condenando al hambre a millones de seres humanos, que dependen de una agricultura mucho más eficaz.

Negacionistas son quienes se oponen a la fracturación hidráulica y a la energía nuclear, porque creen que podemos incrementar los costes de la energía y reducir el crecimiento económico mundial sin que aumente la miseria en el mundo.

Y por encima de todo, negacionistas (negadores de la vida) son quienes defienden que hay que reducir la natalidad, y que la total despenalización del aborto es una victoria del "progreso".

Son gente peligrosa, que debería estar alejada a más de un kilómetro de cualquier cargo público. Son la clase de gente de la cual gusta de rodearse Obama, el presidente de los Estados Unidos más nefasto que ha habido en mucho tiempo.

domingo, 4 de mayo de 2014

El ADN violento de la izquierda

Que la violencia ejercida en nombre de ideas de izquierdas se justifica (o comprende) como respuesta a una violencia previa, institucionalizada o consentida por el poder, es consustancial a esas mismas ideas. Esto se manifiesta en el dogma marxista según el cual "el Estado es un organismo para proteger a la clase que posee contra la desposeída" (Engels). Con esta premisa, la revolución rusa de 1917 y el régimen comunista que salió vencedor de la subsiguiente guerra civil produjeron más cadáveres, en escasas décadas, que la autocracia zarista en siglos. (Autocracia que de todos modos había sido derrocada meses antes de la revolución o -mejor dicho- golpe de estado bolchevique.)

Se trata de una característica genérica. En nombre del socialismo se han cometido más asesinatos, brutalidades y persecuciones que por cualquier otra idea de la historia. (Incluso teniendo en cuenta el Holocausto perpetrado por el NSDAP, Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, más conocido como partido nazi.)

Sin embargo, la izquierda consigue hacerse absolver hábilmente de este negro historial, recurriendo a vagas fórmulas en torno a palabras como "errores", "excesos" o "incontrolados", y desviando la atención de sus notorios puntos antiliberales de coincidencia con el fascismo. Al mismo tiempo, arroja una luz implacable sobre los crímenes reales o imaginarios que han sido cometidos en nombre de principios políticos o religiosos presuntamente muy diferentes.

Podemos formular esa estrategia teórico-propagandística distinguiendo tres procedimientos o principios básicos, aunque se suelen dar mezclados:

1) Exagerar o incluso inventarse la violencia opuesta.

2) Ocultar o restar importancia a la propia violencia, especialmente cuando esta provoca una respuesta violenta de signo político contrario, que aparece por tanto como la agresión originaria.

3) Equiparar o identificar con la violencia situaciones que no son efecto, ni por acción ni por omisión, de un agente político.

Por supuesto, considerados en abstracto, estos tres principios pueden ser utilizados por cualquier ideología, aunque la izquierda destaca por su empleo sistemático. El primer principio se halla invariablemente en los movimientos terroristas, tanto marxistas como nacionalistas e islamistas. Así, la ETA ha justificado (y lo sigue haciendo, directamente y a través de sus brazos políticos, Bildu y Sortu) sus más de ochocientos asesinatos como daños colaterales de una lucha armada contra la opresión sufrida por los vascos a manos del Estado español. En realidad, esta opresión de España sobre las provincias vascas jamás existió, más allá de la falta de democracia común a todos los españoles durante el franquismo.

Por cierto que los orígenes de la Guerra Civil proporcionan quizás el ejemplo más clásico de manipulación basada en el principio 2, al presentarse la sublevación militar de 1936 como el acto de una reacción brutal contra una idílica república democrática. En realidad, la primera ofensiva cruenta contra la II República, que nunca fue tan idílica ni tan democrática, había sido protagonizada por la propia izquierda, apenas dos años antes.

La otra ilustración del principio 2 que no debemos dejar de mencionar, hablando del terrorismo etarra, es el uso propagandístico de los episodios de guerra sucia, que se produjeron en la etapa de la primera transición y del felipismo: una violencia parapolicial que en realidad surge como una respuesta (muy limitada, en términos cuantitativos y temporales) a los asesinatos prácticamente diarios perpetrados por el separatismo marxista en aquellos años.

Mucho más sutil es el principio 3. Básicamente consiste en presentar las desigualdades y la miseria como consecuencias del sistema de libre mercado. Ello implícitamente (y con frecuencia, explícitamente) justifica métodos de guerrilla urbana, cuando no terroristas, para tratar de implantar fantasmagóricas alternativas o populismos tan reales como sus desastrosos efectos para las libertades y la prosperidad.

La crisis económica se ha convertido en campo especialmente fértil para este tipo de manipulación ideológica. Culpar de los suicidios de personas desahuciadas a los políticos y a los banqueros, decir que "la privatización de la sanidad mata", relativizar los actos vandálicos del 1 de mayo en Barcelona afirmando que "la violencia principal es de las multinacionales" (declaraciones de un perroflauta cuarentón en televisión), son todas ellas manifestaciones de una inequívoca voluntad de la izquierda (tan sensible a la "criminalización" que según ella sufren ciertas minorías) de convertir a determinadas personas e instituciones en blancos de acciones violentas "espontáneas".

En esta línea se inscribe Izquierda Unida cuando habla de la "pistola en la nuca" impuesta en Europa por el "neoliberalismo". Resulta asombrosa la total ausencia de pudor de una acusación que, en sentido no precisamente metafórico, debe dirigirse con propiedad a aquellos izquierdistas que han estado disparando tiros en la nuca hasta hace muy poco tiempo, para conseguir un Euskadi socialista.

Cometeríamos un error, sin embargo, atribuyendo esta dialéctica sólo a la extrema izquierda. La simpatía de los medios de comunicación hacia los antisistema, o simplemente a cualquier imbécil que pase por ahí, a quienes prestan solícitamente los micrófonos sin el menor esfuerzo de contrastación informativa, es proverbial. Irresponsabilidad, mezclada con estulticia, sólo comparable a la de aquellos políticos que condenan tarde, mal y nunca el vandalismo de sus juventudes, y a dirigentes como Zapatero, quien en una cumbre iberoamericana sostuvo que el cambio climático había causado "más víctimas que el terrorismo internacional". Lo cual no es más que una indisimulada reedición de las viejas diatribas antiimperialistas, propias de dictadores tercermundistas, yijadistas y socialdemócratas gilipuertas.

Produce cierta vergüenza tener que decir todavía hoy que, en realidad, el mercado libre no sólo no mata a nadie, sino que es el sistema que ha conseguido alimentar, vestir, sanar y atender cualquier necesidad del mayor número de seres humanos en toda la historia. Por el contrario, el socialismo marxista es el único sistema que ha sido capaz de provocar millones de muertes sólo por hambre en el siglo XX, desde Ucrania a Etiopía, depauperar un país productor de petróleo como Venezuela o conseguir que la mitad comunista de Corea tenga una renta per cápita dieciocho veces inferior al sur capitalista.

Respecto al medio ambiente, no existe ninguna prueba científica de que alguna catástrofe climática concreta (lugar y fecha) sea imputable a los gases de efecto invernadero. Si la hubiera, pueden tener por seguro que los medios de comunicación nos hubieran martilleado con ella hasta la saciedad. En lugar de ello, nos amenazan constantemente con advertencias imprecisas de inundaciones y sequías, que es algo tan trivialmente comprobable como decir que dentro de cien años todos estaremos calvos.

Y sobre el traído y llevado "imperialismo", deberíamos extendernos demasiado para contrarrestar la ingente desinformación acumulada. Baste recordar, para limitarnos a Oriente Medio, que fueron los árabes quienes atacaron siempre en primer lugar a Israel, con la intención confesa y archirrepetida de borrarlo del mapa. Y que los Estados Unidos empezaron a ser víctimas preferentes de atentados en los años ochenta, desde que, junto a una fuerza multinacional, trataron de pacificar a un Líbano sumido en la guerra civil. Todo el victimismo que destilan los aguerridos mujaidines no es más que una cantinela apta para hipnotizar a los Mayores Zaragozas y demás tontos útiles occidentales, que tanto lamentan que la Mezquita-catedral de Córdoba pertenezca a la Iglesia católica desde hace ocho siglos.

La izquierda no sólo se alimenta de sus delirantes y mentirosas acusaciones contra el "neoliberalismo", sino que además se empeña en permanecer ciega ante la verdadera violencia de nuestros días. Habladle a cualquier progresista de los fetos humanos despedazados en las clínicas abortistas, mostradle las imágenes atroces que están al alcance de cualquiera en internet, y lo más suave que os llamarán es demagogos. Y es que a la izquierda sólo le interesa la violencia, real o imaginaria, que le sirva para glorificar, justificar, relativizar o encubrir (según convenga en cada caso) la suya propia.