viernes, 12 de octubre de 2007

La Mrs. Bundy del Islam


Gema Martín Muñoz, socióloga del mundo árabe, preguntada en una ocasión por el fundamentalismo en Irán, respondió que eso era una "falacia". Nuestra amiga de los musulmanes no se cansa de repetir que "los occidentales ignoran casi todo del mundo árabe" como falaz justificación de sus posiciones, o que las mujeres llevan el velo porque quieren. "¿Quién es usted para decirles nada?", le espetó a una periodista que le expresó levemente sus dudas. Para ella, el terrorismo islamista apenas tiene que ver nada con el islamismo, sería un subproducto de la guerra fría, y en todo caso lo que le parece más grave es que 1.300 millones de musulmanes se sientan como "los apestados de la Tierra, como los grandes excluidos" debido al "racismo del mundo occidental" (de nuevo aquí). En la conferencia de la OSCE recientemente celebrada en Córdoba ha vuelto sobre el mismo monotema de la supuesta discriminación islamófoba.

Esta señora me recuerda por sus palabras al inquietante personaje de Mrs. Bundy. Sí, era esa vieja ornitóloga que aparecía en Los pájaros de Hitchcock, interpretada por la veterana actriz británica Ethel Griffies. A pesar de los ataques inexplicados que toda suerte de aves habían empezado a infligir a un pequeño pueblo costero, ella se erige en defensora de esas criaturas, empeñándose en ridiculizar los relatos de lo ocurrido y adoptando un tono de sarcástica superioridad ante los testimonios de los que ve como simples profanos en la materia. La diferencia, obviamente, es que el argumento de la película es fantástico, mientras que por desgracia no podemos decir lo mismo de la yihad global.

Todos los países musulmanes se han independizado hace décadas. Incluso Palestina podría haber constituido un Estado independiente si lo hubiera querido, hace más de medio siglo. Prefirió optar por la destrucción de Israel. Pero ni han conseguido acabar con la única democracia de Oriente Medio, ni han construido sociedades prósperas ni libres. ¿Se refiere a eso la profesora Gema Martín cuando habla de exclusión? Pues creo que sería más preciso hablar de autoexclusión. Si el modo de vida occidental les parece tan perverso, ¿por qué habrían de sentirse frustrados por no formar parte de él? ¿No tendrá origen su ira en la nostalgia de la pasada grandeza? ¿Tenemos los occidentales la culpa de sus complejos? Que no me vengan con las milongas del colonialismo económico que habría sustituido al político. Muchos países, sobre todo en Asia, han demostrado que se puede salir adelante si se trabaja duro y no se abandonan al victimismo.

Gema Martín se muestra contraria a la imposición del laicismo... en el mundo islámico. Según la profesora, en estos países el laicismo se opone a la democracia, su raíz es autoritaria. Tiene su parte de razón, aunque quizá no en el sentido que ella pretende. Yo no restringiría su razonamiento al Islam. Si una población profesa determinadas creencias, lo normal es que esto se refleje en sus instituciones políticas, sin que ello sea para nada incompatible con la irrenunciable separación entre Iglesia y Estado, ni justifique ninguna limitación de los derechos humanos. Pero en cualquier caso, entienda Martín Muñoz lo que quiera por laicismo, cabe preguntarse por qué lo que supuestamente es bueno para nosotros no lo es para ellos. ¿Quién es aquí el verdadero racista?