La campaña de PRISA y otros medios a favor de la eutanasia se enmarca dentro de una estrategia de agitprop que genera debates artificiales a partir de temas de enfrentamiento con la derecha (el "matrimonio" homosexual, el aborto, la eutanasia, etc) que permiten presentarla como retrógrada porque la mantienen en una constante posición defensiva, de manera que prácticamente no tiene el mínimo respiro necesario para llevar a cabo una buena labor de divulgación del ideario liberal-conservador. Constantemente debe estar parando golpes, y por ello da la impresión de que carece de ideas propias, y se limita a oponerse a los cambios por su propia naturaleza cerril e inmovilista.
Hoy aparece una noticia en El País cuya redacción merece ser estudiada, porque concentra en unas pocas líneas muchas de las falacias y las manipulaciones que constituyen el núcleo del paradigma progre.
El título ya es toda una declaración de intenciones: "No quiero que sea lo que Dios quiera, sino lo que yo decida", dice citando las palabras de una mujer, aquejada de una grave clase de esclerosis, que pide la eutanasia. Obsérvese que, tras la innecesaria formulación blasfema, la protagonista de la noticia lo que sugiere es que no cree en Dios, y que por tanto tampoco en una moral absoluta que podría poner trabas a la realización de sus deseos. Estamos desde el principio ante la falacia central de la eutanasia, que es la de presentarla como una batalla más de la lucha por la libertad. ¿Cómo se consigue esto? Pues escamoteando el significado político más fértil del término libertad, que es no estar sujerto a la arbitrariedad de un tercero, y sustituyéndola hábilmente por su acepción más tosca. Según ésta, ser libres es simplemente poder realizar nuestros deseos. Por tanto, el principal enemigo de la libertad deja de ser el poder político, y pasa a ser la religión y la tradición. Más aún, el poder político se convierte en un verdadero aliado en la lucha contra esas rémoras que nos impiden liberarnos... Y acogernos a la paternal protección del Estado.
El artículo es una mezcal inextricable de información y opinión -mejor dicho, monserga ideológica. Nos dice que esa mujer afronta con resignación la muerte, que "lo hace por amor a la vida. A una vida de calidad." Se trata de un recurso utilizadísimo, el de convertir algo en su opuesto, el de presentar lo negro como blanco. Querer morir ahora resulta que es "amor a la vida".
A continuación sabemos que Elpidia Esteban, que así se llama, todavía puede valerse por sí misma, pero a causa de su enfermedad degenerativa, llegará un momento en que necesite cuidados de una persona las 24 horas del día, y no quiere ser una carga para su hija, con la que vive. Vemos entonces cómo se van ampliando las justificaciones de la eutanasia. Primero nos la presentan como una forma de acabar con un sufrimiento inhumano, pero ahora ya el objetivo confeso es evitar molestias innecesarias a los vivos... ¿Creerán que "su hija es una de las personas que más la animan a exigir" la eutanasia? De nuevo, la técnica de la inversión: Ahora lo que moralmente se presenta como digno de elogio no es el sacrificio de tener que cuidar a un ser querido, sino colaborar en su eliminación.
El artículo continúa mostrándonos a Elpidia como una persona reivindicativa, para nada "nihilista", sino que reclama más investigación médica y laboratorios. Y es que claro, la gente que no somos progresistas, básicamente como lo son los lectores de El País, no queremos que haya más laboratorios, ni más escuelas, ni más carreteras. Hombre, ¡si hasta nos oponemos a la eutanasia, que es algo de "sentido común"!
Pero un panfleto de PRISA no sería completo si no se metiera con Esperanza Aguirre. Porque la Comunidad de Madrid por lo visto le había denegado a nuestra heroína la teleasistencia (lógico: vive con su hija) y una ayuda para el taxi para asistir a unos "talleres ocupacionales" (puestos a pedir...) Así de malvada es la derecha que se opone a la eutanasia y el aborto libre y gratuito. Y así es como se las gasta el diario oficial de la progresía.
ACTUALIZACIÓN: Entre la hija de Elpidia Esteban, que se llama Estela, y yo, ha habido un intercambio de comentarios que son del máximo interés y han dado lugar a otro post, Respuesta a Estela.