En el aspecto formal, lo primero que llama la atención del libro La Resistencia AntiZP, concebido, coordinado y editado por Persio (The New Babylon Times), es su variedad: verso y prosa, humor y reflexión grave, narración y ensayo, ficción y relato autobiográfico... Sólo por ello este volumen ya merecería la atención de un departamento de Literatura. Al menos, nadie podrá negar la amenidad de texto semejante.
Más allá de esta constatación, de lo que estoy convencido es de la grata sorpresa que se llevarán muchos al descubrir páginas de verdadera calidad literaria, como son las debidas a Monsieur de Sans-Foy, Persio, Visconti, Alcides, Gutiforever o Luis Amézaga.
Pero vayamos al contenido, y digamos de entrada lo esencial: Este libro es una carga de profundidad dirigida a la línea de flotación del zapaterismo. Porque no se trata sólo de un conjunto de escritos más o menos satíricos, más o menos indignados, contra un gobernante, sino de una crítica frontal y descarnada del pensamiento autodenominado progresista, en toda regla.
El seudoprogresismo no es una interpretación de la realidad, sino una verdadera recreación de ésta, comparable a aquellos espectaculares decorados de Cinecittá con los que Hollywood nos transportaba a la antigua Roma (Visconti: el blogger). Pero en lugar de cartón piedra, la materia con la que trabaja es el lenguaje. No es casual que ZP sea “experto en retorcer el lenguaje, en envilecerlo, en pervertirlo, en someterlo” (Butzer).
La estrategia no es nueva: “Hace treinta años, el pensamiento progre quería cambiar el mundo... Y todo empezó con un pequeño cambio en el lenguaje. Se hablaba de la cultura popular, la interrupción voluntaria del embarazo, la liberación sexual. Qué bien sonaba todo aquello... cambiaron los nombres de las cosas, para luego, poco a poco, cambiar la sociedad entera.” (Persio). Ahora dominan los medios de comunicación, pero la infiltración empezó primero en el mundo de la educación y de la cultura. En la que quizá sea una de las entradas con más fuerza del libro, “La jodida generación de los cuarentones...”, Hartos de ZPorky apunta directamente al autor material: “Aquellos "profes" que no nos obligaban a hablarles de usted y que lo empezaron todo. Querían ser nuestros coleguis y sólo consiguieron que nadie les tomara en serio. Fumaban porros delante nuestro porque era moderno...” Sin embargo, señala HdZP, esta gente no contaba “con que los cuarentones saliéramos respondones... Neofachas nos llaman.... Les damos miedo porque saben que los conocemos, porque saben que sabemos dónde estuvieron entonces y dónde están ahora, pero, sobre todo, porque sabemos cómo lo hicieron.”
Enseguida vuelvo sobre el tema de estos “respondones”, de la Resistencia, que da título al libro. Baste señalar ahora el fenómeno por el cual las monsergas ideológicas que en su día introdujeron aquellos profesores han sido asimiladas hasta por el más tonto del pueblo, y así asistimos a que “cualquier necio se coloque unas gafas de diseño y se convierta en intelectual”, e incluso se atreva a negarle tal condición a quien le da cien mil vueltas. (Impagable el retrato que hace Luis Amézaga, en “Personajillos”, de un engreído personaje mediático que rechazó compartir un premio con Federico Jiménez Losantos).
En efecto, pieza indispensable de la distorsión sistemática de la realidad es la estigmatización sin límites (todo vale) de la derecha liberal-conservadora, que siempre está “haciendo demagogia y llamando a las cosas por su nombre.” (Persio). En “Guerra y Paz”, Natalia Pastor nos ofrece un análisis magistral de esta estrategia, consistente en hacerle la guerra sin cuartel al PP presentándolo como el partido... de la guerra.
Estrechamente ligado con esto, el papel del terrorismo (11-M, negociación con ETA) resulta clave para destruir a la oposición. Zapataplús llega a hablar de “terrorismo democrático”, haciendo referencia a “aquel golpe de Estado llevado al alimón entre políticos y periodistas”. Fernando Luis Fernández Vivar (Respuesta a progres) y Carlos López Díaz (un servidor) analizamos con algún detenimiento el carácter golpista de este gobierno, tanto por sus orígenes como por sus violaciones de la ley. Y sobre la negociación con ETA, no he leído palabras más lúcidas que las de Luis Amézaga cuando, dirigiéndose a quienes apoyan esta política, dice: “Ya sé que les han convencido de que con ETA no se puede acabar sólo por la vía policial, con los jueces, con el ahogo económico, con la ley de partidos, con la presión social e internacional. Pero no me explico cómo son capaces de tragarse ese mensaje antidemocrático y al tiempo creerse que se puede acabar con ETA mediante una negociación donde no haya precio político.”
La conclusión a la que nos llevan estas reflexiones y argumentaciones, se encuentra quizás en estas palabras de HdZP, cuando afirma, en su característico estilo sin medias tintas, que “estamos en una dictadura: la de los medios de comunicación que auparon al poder a un gobierno que, como poco, ha estado negociando con asesinos desde bastante antes de entrar al poder”. Y en un ejercicio de la perspectiva que jamás podemos perder se pregunta si algunos no se darán cuenta de su error hasta que “empiecen a rodar cabezas de pacifistas de mierda que, creyendo en una utópica alianza de imbéciles que renuncian a defender sus derechos, van a caer en manos de un enemigo que se está preparando a fondo para acabar con nosotros.” Y añade, por si hubiera alguna duda de a quién se refiere: “No se equivocó el gobierno de Aznar con Iraq, como espero que acertemos en Afganistán y dondequiera que nos debamos enfrentar al enemigo de nuestra civilización: el terrorismo islámico.”