Cuando uno llama accidentes a los atentados, no debería sorprenderse demasiado de que luego alguien establezca la equivalencia de los accidentes con atentados. Jugar con el relativismo de lo discutido y discutible es lo que tiene.
Está en la naturaleza tanto del comunismo, sea del Partido de las Tierras Vascas o de Corea del Norte, como del nacionalismo, considerar la realidad individual como algo inseparable en esencia de lo colectivo, de lo social. Por eso en el fondo (pero no crean que muy al fondo) no creen tales ideologías en la libertad. La individual, claro: la única que existe, la de usted, la mía, la de la chica que veo paseando al perro desde mi ventana. Y si no existe libertad individual, tampoco responsabilidad. Por eso, cuando un terrorista mata, lo explican, lo comprenden, lo justifican como la consecuencia del “conflicto”. Para ellos, la moral no tiene nada que ver. Y coherentemente, cuando ese mismo terrorista muere mientras manipula un explosivo, o incluso si es su suegra la que fallece en accidente de tráfico al ir a visitarlo a la cárcel, se los considera como mártires, como otra consecuencia más del “conflicto”. Tampoco sería la primera vez que ETA relativiza sus asesinatos comparándolos con las cifras de muertos en carretera. En su ideología colectivista, y por tanto determinista, matar y morir son eventos igualmente ajenos al libre albedrío.
Por eso se equivoca Boadella cuando afirma que el nacionalismo es de derechas. El eje tradición-modernidad es independiente del eje individuo-colectivo, incluso aunque diéramos con una función matemática que situara a todas la ideologías en las coordenadas de ambos. Ahí tenemos al gobierno del PNV coincidiendo con las canallescas declaraciones de un batasuno. Si el deliro de una Euskal Herria independiente es de “derechas”, con la misma razón puedo decir que considerar a la suegra del etarra como víctima del “conflicto”, es de izquierdas. Lean lo que decía Marx del concepto de individuo en sus Manuscritos económico-filosóficos. No tengo a mano el libro. Pero me acuerdo. Y también me acuerdo de un profesor de la Universidad que nos decía que el terrorismo de ETA era “guerra revolucionaria” (o sea, nada que ver la cuestión del bien y del mal, de la culpa o la inocencia: eso son conceptos burgueses). Seguro que comparte las declaraciones de Miren Azcárate o de Barrena sobre los familiares de presos etarras. Hay que ser hijo de puta.