miércoles, 24 de junio de 2009

La extrema derecha en España

Según la Guardia Civil, un grupo denominado Hammerskin, que está siendo juzgado, pretendía “implantar el IV Reich en España”. La frase, no me lo negarán, tiene algo de chiste. Por supuesto que estos individuos, en la medida en que alentaban o ejercían la persecución de personas de raza no blanca u homosexuales, son peligrosos, y si se les puede acusar con alguna figura jurídica que permita encarcelarlos por más tiempo, mejor. Pero es evidente que la mera idea de que el IV Reich renaciera en España (no creo que a Hitler le hubiera hecho mucha gracia) se presta más bien a chirigota.

Nos inquietaría más, desde luego, que los juzgados fueran algún grupo yijadista, cuya intención consistiera en implantar la sharia. Porque aunque esto no es algo que pueda suceder tampoco de un día para otro, sí sabemos que cuenta con mucho más apoyo entre un porcentaje considerable de la población inmigrante, además de la impagable colaboración de los tontos útiles multiculturalistas.

El “qué viene la ultraderecha” es uno de los temas preferidos de la izquierda y la extrema izquierda, com es sabido. De hecho, es el principal banderín de enganche para esta última, y una no despreciable fuente de votos para la primera. Pero la realidad es que ni hay apenas ultraderecha en España, ni la poca que hay es lo más opuesto que se puede concebir a la izquierda, al contrario de lo que han conseguido que la gente indocumentada crea.

En las elecciones legislativas del 2008 (en adelante, todos los datos se referirán a éstas), la decena de partidos de extrema derecha que se presentaban, no obtuvo en total ni siquiera el 0,25 % de los votos. Es difícil evitar la sensación, pues, de que el análisis de los programas de estos grupos sería algo más bien ocioso. Pero ya veréis que no carece de interés.

Tiende a pensarse que los temas más explotados por la extrema derecha son la inmigración y la unidad de España, y en gran medida es así, pero no es cierto que eso sea lo que tienen en común todos los grupos. Un partido como FE de las JONS (14.023 votos), por ejemplo, al menos en su documento de presentación “Nuestras ideas”, rechaza explícitamente la xenofobia y el racismo, y se niega a culpar a los inmigrantes de los problemas de los trabajadores. Y Partit per Catalunya (1.919 votos), una escisión de Plataforma per Catalunya (que no se presentó en el 2008) no pone demasiado énfasis en la unidad de España, como el propio nombre ya sugiere. Otros partidos, como Democracia Nacional (12.836 votos), defienden además de la protección de la cultura española frente a la globalización, la de aquellas “regiones con identidad cultural propia”.

Se nos dirá que no podemos fiarnos de las declaraciones programáticas de los partidos, y menos de las de esos. Pero si se acusa frecuentemente a la ultraderecha (con razón) de atizar las bajas pasiones del pueblo, no tiene mucho sentido acusarla a la vez de fingir ser lo que no son: ¿Por qué habrían de desaprovechar la ocasión de exponer sus verdaderos objetivos, cuando supuestamente ello les aporta los votos de determinadas capas de la población? Quienes prefieren la moderación y desconfían de los radicalismos, ya tienen al PP, y por tanto, cabe pensar que al menos en cuanto a los principios generales, los programas o exposiciones de idearios de los partidos ultras algo nos permiten conocer acerca de ellos.

¿Qué es lo que tienen en común todos los partidos de extrema derecha? La respuesta, que voy a documentar en los siguientes párrafos, me parece bastante obvia: Todos ellos son antiliberales, y más concretamente, están en contra en mayor o menor grado del mercado libre, la globalización y los Estados Unidos, y suelen apostar en consecuencia por las nacionalizaciones, el proteccionismo, la abolición o restricción de las ETT’s, la semana de 35 horas, etc.

Así, por ejemplo, los partidos que usufructúan el nombre de la Falange (FE de las JONS, Falange Auténtica, FE/La Falange), cargan en términos bastante similares contra la globalización y el capitalismo y proponen la alternativa “sindicalista”, sistema económico en el cual los trabajadores son propietarios de los medios de producción (FE de las JONS; estos además proponen la salida de la OTAN, “brazo armado del mundialismo”). FE/La Falange, que se presentó como Frente Español en 2008, obteniendo 1.539 votos, defiende la nacionalización de la tierra, de las “Grandes Empresas de productos de primera necesidad” y apuestan por la semana de 35 horas. A destacar uno de sus postulados: “El mayor crimen social es el de ponerse frente al Estado.”

Los demás partidos no se quedan cortos. Democracia Nacional también pide la salida de la OTAN y el “desmantelamiento” de las bases americanas, declarándose contra el “neoimperialismo yankee”. Defiende las prestaciones del estado del bienestar, califica a las ETT,s de “explotación institucionalizada” y define el trabajo como un “bien público” que el estado está obligado a proporcionar.

España 2000 (6.906 votos) incide en los mismos tópicos anticapitalistas y antiamericanos, y precisa que en la etapa de Aznar, “la política exterior española se sacrificaba a las necesidades de la política aventurera e irresponsable de George Bush.” Son también partidarios de la semana de 35 horas, de la “abolición” de las ETT,s y no dudan en incurrir en propuestas tan delirantes como la defensa de la “autosuficiencia alimentaria”, para terminar cargando contra el “liberalismo salvaje” (¿os suena?).

Si esto no os parece suficiente, ved las declaraciones de la formación Partit per Catalunya:

“El PxCat rechaza aquellos aspectos del neoliberalismo que, desde la caída del muro de Berlín (...) buscan la destrucción del estado de bienestar europeo (...) en nombre de intereses privados. (...) Así, frente a la globalización neoliberal y la incontrolada circulación de mano de obra –la inmigración- que esta comporta, todo ello como consecuencia querida y necesaria de la hegemonía del mercado/negocio capitalistas, apelamos al principio ético-político de la soberanía popular. (...) El PxCat reclama el inmediato cierre de fronteras, el fomento arancelario del mercado interior europeo y el retorno al keynesianismo económico.”

Pero tampoco penséis que PxCat se escindió de Plataforma per Catalunya (PxC) por diferencias en cuanto a sus concepciones sobre el libre mercado. Lean lo que dice el partido del ex blaspiñarista Josep Anglada, que en Cataluña tiene representación en varios ayuntamientos, y que en las próximas elecciones autonómicas podría incluso entrar en el Parlament:

“PxC considera que una de las consecuencias de la actual sociedad de consumo es la crisis ecológica. El despotismo liberal del mercado supone que todo puede ser objeto de explotación, sin límites, y que el sentido de la vida se resume en acumular bienes de consumo de todo tipo. Igualmente, es evidente que este proyecto materialista está destinado al fracaso, porque los recursos del planeta son limitados y la vida tal como la conocemos tendrá que cambiar, queramos o no.”

Como podéis ver, PxC introduce de manera muy reveladora el pretexto ecológico, pero no es en absoluto la única formación de este tipo que lo hace; la retórica ambientalista y conservacionista (con tópicos como la “reforestación”, etc) es una constante de la mayoría de grupos de extrema derecha, ya desde el nacional-socialismo de Hitler.

Y ya que estamos, no podíamos olvidarnos de Alianza Nacional (2.737 votos), partido de carácter inequívocamente neonazi y que, como no podía ser menos, es quien lleva más lejos el discurso antiliberal y anticapitalista. Tras manifestarse contra Israel y Estados Unidos (por este orden), esta gentuza aboga por la nacionalización de la banca, del sector energético, las grandes superficies comerciales, los “trusts” y por la “confiscación” de los latifundios. Declara que “el Estado ha de controlar la riqueza para que esta esté distribuida de la manera más equilibrada posible entre la población” y añade que “las personas excesivamente ricas son un peligro para la sociedad.” Por último, propone un proteccionismo radical de los productos españoles frente a los extranjeros.

No he querido mezclar en este análisis, pese a ser básicamente descriptivo, a dos partidos que sería injusto meter en el mismo saco que a los anteriores, y que son Familia y Vida (9.882 votos) y Alternativa Española (AES, 7.300 votos). Aunque no carecen de cierto aire fascistoide, sobre todo el segundo, dirigido por el yerno de Blas Piñar, no deja de resultar significativo que su mensaje en contra del mercado libre sea algo menos altisonante o incluso francamente ambiguo. AES traza en su programa un paralelismo entre la caída del muro de Berlín y la crisis económica actual, asegurando que si la primera demostró el fracaso del socialismo, la segunda equivale al fracaso del “frío y apátrida liberalismo”. Sin embargo, en otros párrafos apuesta por “la iniciativa privada, la propiedad privada, el libre mercado”, aunque sin dejar de compensar estas expresiones con retórica referente a la “justicia social”, etc.

En cuanto a Familia y Vida, aunque no entra mucho en consideraciones genéricas que definan su posición frente al mercado libre, sí hace una serie de propuestas que chocan con la visión liberal de la economía, como cuando defiende un salario mínimo interprofesional de 1.000 euros al mes, el impuesto sobre la renta progresivo, la financiación de los partidos políticos y sindicatos por medio del IRPF o –desbarrando ya totalmente– “el consumo de productos locales, que evite el coste ecológico y económico del transporte.”

Concluyendo. Aquellos que creemos en el mercado libre y en el modelo de la primera democracia del mundo, los Estados Unidos (mientras Obama no lo acabe fastidiando); que vemos como una bendición, sobre todo para los más pobres, la globalización y la libre circulación de mercancías, y por tanto estamos radicalmente en contra de todo proteccionismo; aquellos que pensamos que el crecimiento económico basado en la iniciativa individual es lo que más contribuye al ascenso de las clases medias y bajas, y que los intentos de redistribución o nivelación basados en la coacción estatal, no sólo carecen de justificación moral, sino que además consiguen lo contrario de lo que dicen pretender; aquellos que pensamos todo esto, desde luego no vislumbramos ninguna formación “a la derecha del PP” (para utilizar la discutible imagen del espectro político) que nos pueda interesar remotamente, independientemente de que en cuestiones muy concretas, como la oposición al aborto, o la denuncia del expansionismo islámico, podamos tener coincidencias.

Lo curioso es que las razones por las cuales no votaríamos jamás a la extrema derecha son en parte las mismas por las cuales no votamos a la izquierda. Pues nada, el Partido Popular que continúe eludiendo el debate ideológico, que sobre todo no hable de liberalización y esas cosas que supuestamente tanto asustan al personal, y que siga desmarcándose de Aznar y la importante labor intelectual de FAES. Que siga, en definitiva, sin explicar a la gente de a pie aquello que precisamente le distingue radicalmente de la extrema derecha. Pero luego, que no se queje si los adversarios obtienen réditos de fingir confundirla con ella.