Los californianos han votado una ley llamada de "protección del matrimonio" para que sólo el matrimonio entre hombre y mujer sea considerado constitucionalmente válido. Claro, allí no son tan progresistas como en España, donde este tipo de cosas no se someten a votación. ¿Para qué, para que pueda ganar la opción que no le gusta a los gobernantes? No, aquí tenemos otra idea de la democracia. Democracia es tener el número suficiente de diputados para que el partido en el poder pueda hacer lo que le dé la gana. Desde luego, es mucho más sencillo y no hay que estar continuamente preguntando a la gente lo que prefiere, qué fastidio. Basta con unas encuestas sabiamente preparadas, en las que sutilmente se dé a elegir entre el "matrimonio" homosexual y la Inquisición, y poner en marcha una campaña encubierta y unilateral de todas las televisiones a favor de sólo una de las tesis, como si la contraria sólo fuera defendida por cuatro frikis.
Nadie o casi nadie discute que las personas adultas pueden hacer lo que quieran con su vida sexual, juntarse, separarse o formar tríos. Pero llamar matrimonio a cualquiera de estas uniones es algo más que una incorrección semántica. Supone sencillamente disolver la institución del matrimonio tal como la conocemos desde hace miles de años. Se confunden gravemente quienes argumentan, desde posiciones aparentemente liberales, que el Estado no es nadie para decir quién puede casarse con quién. El Estado, efectivamente, no debe tener esa atribución: Por eso mismo no puede reformar de raíz los principios que han regido en nuestra civilización desde tiempo inmemorial, salvo para que se vean reconocidos más explícitamente en los textos legales.
También se ha tendido a ridiculizar a quienes afirmamos que el matrimonio entre homosexuales supone abrir la puerta a la poligamia y a toda clase de aberraciones. Hay que decir que antes los progres eran más coherentes (o quizá menos expertos en marketing) y no hacían ningún asco a esta posibilidad. En el que fue un claro precedente de los actuales manuales de Educación para la Ciudadanía, El libro rojo del cole (un engendro que comunistas y socialistas difundían clandestinamente por los colegios durante la Transición) se afirmaba lo siguiente: "No se ve el porqué una familia debe necesariamente basarse en el matrimonio de un hombre y una mujer. ¿Por qué no pueden haber matrimonios de grupo, grandes familias, comunidades, etc?" Lo más interesante de estas palabras es el "etc". ¡La de posibilidades que se sugieren aquí! Por cierto que recomiendo la lectura de este libro, hoy justamente olvidado, en el que se adoctrina a los adolescentes en técnicas subversivas, se proporcionan recomendaciones para abortar ilegalmente o se "desaconsejan" las drogas entrando en detalles de tipo práctico sobre cómo consumirlas de forma "segura".
En fin, visto que estas enseñanzas no llegaron a calar lo suficiente, los progres cambiaron de estrategia. Defienden exactamente lo mismo (la abolición de la familia, es decir, su absorción por el Estado) pero de manera más disimulada y encubierta, ridiculizando a quienes denunciamos sus verdaderas intenciones como si los radicales fuéramos nosotros y no ellos. Y sobre todo, monopolizando la etiqueta de demócratas. Eso sí, demócratas españoles, no californianos. No confundamos.