Según el último globo sonda de la Generalitat catalana, ésta se plantea entrar en el accionariado (o sea, nacionalizar parcialmente) las pequeñas y medianas empresas. Me pregunto si harán como la CNT durante la guerra civil, que tras "nacionalizar" las barberías se dedicó a recolocar a los antiguos propietarios en locales distintos. Así, a uno que tuviera el negocio debajo mismo de su vivienda, le podía tocar tener que trabajar en una barbería en el otro extremo de Barcelona. Es innecesario decir que los de la CNT se afeitaban gratis. Cualquiera no le reía un chiste a un tío que no se separaba del fusil.
Ahora bien, si algo demuestra el último chiste del gobierno autonómico es que estos tíos (me refiero en general a los miembros de todos los gobiernos) no tienen bastante todavía. Para ellos no es suficiente con el saqueo -vía impuestos- de entre el 40 y el 50 % de la riqueza nacional, según los países. Quieren más, y esta crisis económica les viene como caída del cielo para justificar su insaciable ansia de mangoneo y de poder.
Ante tal agresión concertada de los gobiernos, ha llegado el momento de plantarnos. Por lo pronto, mientras no surja un partido o lo que sea que demuestre querer hacer frente al expolio de la clase media, debemos propugnar una abstención masiva en todas las elecciones, municipales, autonómicas, nacionales o europeas. No me sirven las reclamaciones coyunturales de austeridad porque estamos en crisis. Eso me suena demasiado al consejo de un atracador a su cómplice para que aguarde un tiempo prudencial antes de gastarse el producto de su último robo en coches caros, buenos restaurantes u otros lujos demasiado ostentosos.
Y que no me vuelvan a hablar, por favor, de "la fiesta de la democracia", mientras sea una fiesta que ellos convocan, ellos organizan, ellos disfrutan y nosotros pagamos.