No veo las series españolas, o sea que sólo puedo hablar por los anuncios que hacen de ellas las cadenas y algún fragmento que he podido tolerar durante escasos minutos para tratar de contrastar mis peores sospechas.
Mi opinión: Que tras su apariencia de esmerada corrección política (cuota gay, chistes contra lo que los guionistas creen que es neocón, etc) se dedican básicamente a la explotación de las más repetitivas fantasías sexuales masculinas. Ya saben: felaciones por doquier, mujeres hambrientas de sexo, polvos exprés, etc.
Aparentemente, la explicación podría ser que así tratan de arrebatar esa audiencia masculina a qué sé yo, el fútbol u otros temas que se supone interesan más a los hombres. Algo de verdad puede haber en ello, pero creo que lo decisivo, en la batalla por la audiencia, es la femenina.
Ahora bien, a las mujeres les encanta comprobar que las principales obsesiones de los hombres giran en torno a ellas. Es normal. Como expuso Arcadi Espada en un lúcido artículo este verano pasado, a ellas les sucede lo mismo: ¡También están más interesadas en las mujeres!
Así que las productoras y las televisiones van a lo fácil, al mínimo común denominador de los espectadores de todo sexo y condición. El resultado: La inmunda bazofia de la que se alimentan millones de hogares. Claro, después no debe sorprender lo que se vota. Como diría Feuerbach si viviese hoy, el hombre es lo que ve por la tele.