jueves, 7 de febrero de 2008

Integración vs. multiculturalismo

Era previsible. La propuesta de Rajoy de que los inmigrantes firmen un contrato de integración, por el cual se obligan a aprender nuestra lengua, y respetar nuestras leyes y costumbres, si quieren permanecer en nuestro país, ha sido calificada por el ministro del Interior como xenófoba.

En cambio, me ha sorprendido (bueno, relativamente) que algunos la hayan tildado de poco liberal. Vamos a ver. Si algo caracteriza al liberalismo es que defiende al individuo, no a los colectivos. Esto significa que una mujer magrebí debe tener los mismos derechos que una española, o que un chino extorsionado por otros chinos merece el mismo amparo que cualquier otro ciudadano español. Lo antiliberal es el multiculturalismo, es decir, tratar a las personas de manera diferente según su pertenencia a una cultura u otra. Lo que equivale precisamente a supeditar el individuo al grupo.

A esto debe añadirse que la inmigración descontrolada está directamente relacionada con el aumento de la delincuencia. Es normal. Si existe un país donde uno puede entrar ocultando fácilmente antecedentes delictivos, donde so capa de un garantismo mal entendido campan a sus anchas jueces progres de una irresponabilidad criminal, donde la lentitud de la justicia colabora también en la protección del maleante, y la nefasta doctrina constitucional de la "reeducación" ha erosionado gravemente el carácter disuasorio de las penas, lo lógico es que la delincuencia internacional fluya hacia él. Y ese país naturalmente se llama España. Pues bien, la primera obligación del Estado es defender a los individuos de la violencia. De lo contrario, su libertad se ve limitada por los delincuentes. Por tanto, también en este aspecto el control de la inmigración es una medida inexcusablemente liberal.

Cuando un partido político, sea cual sea, hace propuestas liberales, quienes nos consideramos liberales se supone que debemos aplaudirlas. ¿O pondremos las siglas por delante de la ideología?