La asimilación de las técnicas de marketing de la izquierda es un fenómeno digno de estudio. Cuando una conocida cadena de electrodomésticos popularizó cierto eslogan destinado a halagar de manera más bien zafia a sus potenciales clientes (un día alguien me dijo que se había comprado un frigorífico "en el Yo no soy tonto") tuve por seguro que algún dirigente progresista no tardaría en incorporar tan sublime hallazgo semántico, elevándolo si cabe a más altas cotas de discreción y buen gusto.
Creo, sinceramente, que no han sido valoradas como deben las recientes palabras del alcalde de Getafe, Pedro Castro, en las que, comparando a la comunidad de Andalucía con la de Madrid (sic) se preguntaba extrañadísimo cómo es posible que haya todavía "tontos de los cojones" que voten a la derecha. Y es que el señor Castro de manera indirecta nos ha ilustrado sobre la existencia de una categoría sociológica de gran importancia en la España actual: Son los listos de los cojones.
Listos de los cojones son los que el 2004 votaron a Zapatero porque, como es sabido, la mejor manera de combatir al terrorismo es atender sus reivindicaciones y darle la razón. Porque claro, "algo habremos hecho" para que asesinen a casi doscientas personas en los trenes de Madrid; la culpa la tiene Aznar por meternos en la guerra de Iraq. Así que conviene votar a Zapatero, para que los terroristas nos perdonen.
Y es que a un listo de los cojones no se le engaña fácilmente. Pues ¿no decía Aznar que fue ETA y luego va su ministro de Interior y revela el hallazgo de una cinta de audio coránica, detiene poco después a tres marroquíes y por último, escasas horas antes de las elecciones, pone en conocimiento de los ciudadanos la existencia de una cinta de vídeo atribuyendo el atentado a Al Qaida? ¿A quién se le ocurre, dar toda esa información antes de la jornada electoral? A Zapatero (él sí que es listo) esto no le hubiera pasado.
Listos de los cojones son, en efecto, los que votaron a Zapatero en el 2008 porque le creyeron cuando decía, antes de las elecciones de marzo, que no había ninguna crisis económica, que España seguiría creciendo, y que el objetivo del gobierno debía ser el pleno empleo. Pero claro, eso no es mentir, es tener una mirada positiva. Que aprenda Aznar: siempre estamos a tiempo de acabar reconociendo la verdad, en dosis hábilmente graduadas, después de las elecciones, ¡nunca antes, por favor!
Listos de los cojones son los que votaron a Zapatero porque creyeron que negociar con ETA fue un loable intento de conseguir la paz. Prueba de ello es que en los municipios donde, gracias a la mirada positiva de Zapatero, gobierna el brazo político de ETA, la gente juega sus partidas de cartas con total tranquilidad.
Listos de los cojones son los que votaron a Zapatero porque les devolvería 400 euros del IRPF. Algunos todavía se están mirando la nómina, a ver si los encuentran: ¡ánimo! Pero por supuesto, Zapatero no miente nunca, sólo tiene una mirada positiva.
Listos de los cojones son los que votaron a Zapatero porque es más amigo de las mujeres (cojones aparte), los homosexuales y las personas dependientes. Prueba de ello es que gracias a sus medidas legislativas, se han acabado las muertes de mujeres a manos de criminales de permiso penitenciario, los homosexuales abarrotan los ayuntamientos para casarse, y las personas dependientes siguen confiando en recibir las ayudas decretadas -o al menos, que les toque la lotería. "Así os quiero yo", diría Zapatero, siempre confiando en el futuro, con una mirada positiva.
Y listos de los cojones son también los que llevan casi veinte años votando a Manuel Chaves en Andalucía, que como es sabido, goza de unos indicadores económicos espectaculares, en comparación con los de la Comunidad de Madrid. Espectacular es sin duda una tasa de paro de más del doble, o una renta per cápita que se queda aproximadamente en el 60 % de la madrileña, o una pensión de jubilación media andaluza un 24 % inferior a la recibida por los ciudadanos de Madrid. ¿No se darán cuenta estos "tontos de los cojones" que votan a Esperanza Aguirre de la pérfida maniobra de la derecha? Si es que es evidente: Promueve un mayor nivel de riqueza de la población... ¡para así poder ahorrarse cicateramente más ayudas públicas!
Desconozco si las palabras de Castro harán fortuna, cuánto tardaremos en oír manifestar a alguien, como aquel de la nevera que recordaba al principio, que ha votado al "Yo no soy tonto (de los c...)". De momento, según un artículo de El País que le da la razón al alcalde getafeño, el "cinturón rojo" de Madrid sigue votando a Esperanza Aguirre, seducido por la campaña propagandística del "fundamentalismo neocón", que alimenta entre el "pueblo llano" la ilusión ("populismo campechano") de que prospera más aumentando sus ingresos en el circuito de la economía productiva que dependiendo de ayudas de la administración. ¿Detecto una insufrible suficiencia elitista en el articulista? No, qué va. Sólo es otro listo de los cojones más.
Para terminar, he creído oportuno traer aquí un texto del siglo XVI que ya habla de los listos de los cojones, aunque se refiere a ellos utilizando otro tipo de epítetos. Serán cosas del francés antiguo:
"El natural del pueblo llano (...) consiste en ser receloso de quien le ama e ingenuo con quien le engaña. No penséis que hay pájaro que caiga más fácilmente en la red engañado por el señuelo, ni pez que pique más prontamente el anzuelo encaprichado de su cebo, de lo que los pueblos todos son seducidos por la servidumbre, como quien dice, a la menor carantoña que se les haga. Es asombroso que se abandonen tan prontamente, solamente con que se les regale un poco. (...) Los muy zafios no se daban cuenta de que no hacían sino recuperar una parte de lo suyo, ni de que el tirano no les podía haber dado eso mismo que recuperaban si antes no se lo hubiera quitado a ellos mismos." (Étienne de la Boétie, Discurso de la servidumbre voluntaria, ed. Trotta, 2008, pág. 45)