El amigo Fonseca, con su habitual desparpajo para nadar contra corriente (cualidad que provoca siempre mi simpatía, incluso cuando no coincido con el nadador) ha dado la razón a la ministra que ha teorizado sobre el maltrato a las mujeres como un legado del franquismo. Y perspicazmente, nuestro blogger lo ha extendido a otros despotismos, como el de Hugo Chávez (quien ciertamente ha hecho gala en alguna ocasión de un machismo sonrojante).
Algo de razón lleva Fonseca. El autoritarismo del gobierno (es decir, el mando no acompañado de responsabilidad) acaba impregnando aquella sociedad que lo padece. No sólo se puede apreciar en la relaciones familiares, también en las laborales. Cualquiera que hable con personas de cierta edad, sabe que las relaciones entre trabajadores y patronos no eran en tiempos de Franco como ahora, aunque desde luego hubiera de todo, al igual que hoy.
Sin embargo, algo falla en la observación de Fonseca. Si treinta años después del entierro del dictador, las relaciones entre empresarios y asalariados se caracterizan supuestamente por una menor rigidez, en teoría sería de esperar algo similar en las relaciones de pareja. De hecho, que Torrente haga reír es debido precisamente a que refleja un estereotipo de macho ibérico, borracho y putero, con el que pocos se pueden dar hoy por aludidos.
Deberíamos empezar por preguntarnos si la atribución del maltrato doméstico al machismo cultural no es una de tantas supersticiones progres, como lo indica el hecho de que este tipo de violencia se da también en países donde la igualdad entre los sexos está mucho más arraigada que en el nuestro. Pero claro, si dices esto es que estás a favor del machismo. Ocurre algo análogo con el cambio climático. Si alguien osa poner en duda el papel del CO2, le miran como sospechoso de colocarse con el humo de los tubos de escape. Ah, y por supuesto, si no te convence la cantinela de que la causa del terrorismo es la pobreza, lo que pasa es que te gusta que haya pobres, porque son muy pintorescos, o sssea, super ideal ¿no?
Pues perdonen, pero no. El machismo me parece odioso (por eso, entre otras cosas, me caen tan bien los moros), pero no por ello veo que tenga que privarme de analizar con frialdad la realidad, eludiendo demagogias facilonas. Y el hecho biológico y estadístico incontestable es que los hombres son más agresivos y más fuertes físicamente que las mujeres. ¿Es casual entonces que la violencia dentro de la pareja sea abrumadoramente ejercida por los primeros sobre las segundas, y no al revés? Yo creo que no, y lo que es más importante: Si queremos encontrar soluciones a este problema, y a cualquier otro, debemos empezar por ver las cosas como son. Que el mal anide en la naturaleza humana no lo hace menos condenable, en buena lógica. Sencillamente ocurre que ciertos remedios o actitudes que se suelen proponer para combatirlo se revelan ineficaces, cuando no contraproducentes. Pero claro, algunos, en lugar de aprender de la experiencia y buscar alternativas realistas, prefieren explotar el papel de justicieros de las mujeres. Da más votos y sobre todo, permite gastar mucho más en campañas de "concienciación" -y hasta ministerios enteros.