El aborto, la eutanasia, el tráfico de drogas, el matrimonio homosexual, el monopolio de la violencia etc, son cuestiones ante las que se adoptará una posición u otra en función de una de las dos definiciones de libertad siguientes:
Definición A de Libertad: Condición en la cual el individuo sólo está limitado por la libertad de otro individuo.
Definición B de Libertad: Condición en la cual el individuo no está limitado por la arbitrariedad de otro individuo.
Personalmente soy partidario de la Definición B, que en mi opinión tiene una base empírica más sólida que la A. Las sociedades donde la libertad ha tenido más implantación, han tendido a regirse más bien por esta definición, que va unida a la concepción de imperio de la ley (no de los hombres). La libertad no está reñida con la existencia de determinadas prohibiciones legales, siempre y cuando exista igualdad de todos ante la ley, y se excluyan las seudoleyes, es decir, decretos ad hoc de los gobiernos cuyo único fin es revestir de validez formal decisiones caprichosas. El problema de la definición B estriba en que no proporciona un criterio tan simple, como ocurre con la A, para decidir toda controversia jurídica o filosófica acerca de lo que favorece o no la libertad. Pero la experiencia indica que las consecuencias indeseadas de A, como las de toda teoría que desdeñe la experiencia, pueden ser mucho más considerables que cualquier error meramente casuístico.
Lo que no haré será hablar de liberales auténticos o inauténticos, cuando es evidente que gran parte de lo que defiende todo liberal puede deducirse de ambas definiciones indistintamente. ¡Espero que ahora no se le ocurra a nadie que debe haber una Red Liberal A y una Red Liberal B!