sábado, 28 de diciembre de 2013

Las vueltas que da la vida

Rubalcaba dice sentirse avergonzado de que en Francia sólo Le Pen padre haya apoyado el anteproyecto de ley del aborto de Gallardón. En cambio, no parece que se sienta avergonzado de las muchas coincidencias ideológicas del PSOE con el Frente Nacional. La formación ultraderechista ha propuesto una medida laicista radical como prohibir los "signos religiosos ostentosos", es sumamente beligerante contra el "ultraliberalismo" y la "tiranía de las finanzas", defiende incrementar el salario mínimo, etc.

Cada vez que algún miembro del PSOE propone alguna medida contraria a la libertad económica o a la libertad religiosa, desde el PP deberían afearle sus coincidencias con el lepenismo. Desgraciadamente, no lo harán, porque probablemente algunas de esas medidas también las comparta la cúpula de un partido que, con mayoría absoluta, ha subido los impuestos y está prorrogando las políticas de ingeniería social y del pacto con ETA del anterior gobierno socialista.

No estoy de acuerdo con Jean-Marie Le Pen en que la nueva ley del aborto que pretende tramitar el gobierno de España sea una victoria indudable de las posiciones provida. Todo dependerá de su aplicación. Pero si Le Pen, o el presidente de Ecuador, Rafael Correa, o quien sea, dicen que matar a un feto humano no es ningún "derecho", en esto tienen absoluta razón, aunque yerren gravemente en muchas otras cosas. Por cierto, no he sabido que el PSOE haya criticado a Correa por haberse negado rotundamente a legalizar el aborto en su país.

Y es que la izquierda, de tan "avanzada" que es, ha realizado hace tiempo una circunvolución casi completa y se ha situado tras la derecha "retrógrada" y "cavernaria". No les sorprenda que un día la alcance y descubra que lo más progresista es el derecho a la vida, los impuestos bajos y la libertad económica. Algo análogo ya ha ocurrido otras veces: en Estados Unidos, el partido de Obama fue en sus orígenes el defensor de los esclavistas sureños. Y en un lugar llamado España, el PSOE fue un ardiente apologista de la dictadura del proletariado, hasta el punto de que, para implantarla, se sublevó violentamente contra la II República. Hoy, en cambio, es la oficina principal de reparto de carnés de demócrata y de beatería republicana.