Uno de los principales mecanismos de expansión del estado es aquel que actúa a través de infinidad de organizaciones, asociaciones, gremios, colegios profesionales, etc que reclaman la intervención de la administración en los más variados asuntos. La naturaleza de estas asociaciones es menos importante de lo que podría parecer. Abarca desde chiringuitos directamente subvencionados hasta respetables organizaciones profesionales, aparentemente ajenas a cualquier pretensión política.
Al regresar de mis vacaciones en un pequeño pueblo, en las que he podido disfrutar de las noches pobladas de estrellas, entre otras cosas que los habitantes de las ciudades hemos perdido hace tiempo, me encuentro con la noticia de que la Unión Astronómica Internacional reclama medidas contra la contaminación lumínica, sin descartar una reducción de la luminosidad de las ciudades. Y para ello, no duda en postular un "derecho" de todo ser humano a gozar de la contemplación de los astros.
Por supuesto, este tipo de reivindicaciones son del máximo agrado de multitud de políticos y altos funcionarios de todas partes, que demuestran su "sensiblidad" ante ellas, tratando de imponer restricciones a la libertad de las personas para iluminar sus viviendas, propiedades y negocios, sea con fines comerciales, de seguridad o sencillamente estéticos. En nombre de la astronomía y del medio ambiente propugnarán ciudades más oscuras y menos acogedoras, y encima recibirán no pocos elogios por ello.
¿Quiere usted contemplar la Vía Láctea? Pase unos días -se lo recomiendo- en algún pequeño pueblo del interior, contribuyendo de paso al turismo local, pero no aplauda a quienes se valen de cualquier pretexto para mandar y organizar las vidas ajenas, ahogando progresivamente la libertad individual con una red cada vez más intrincada de absurdas regulaciones, no por nimias menos tiránicas. Que ya nos conocemos la historia.