domingo, 2 de agosto de 2009

Juan María Uriarte es un mal cristiano

El obispo Juan María Uriarte lo ha vuelto a hacer. De nuevo, después de condenar (faltaría más) los últimos crímenes de ETA, que han acabado con la vida de dos guardias civiles y, en el caso de Burgos, pudieron provocar una tragedia mucho mayor, ha vuelto a hablar de "diálogo", de "converger en una fórmula de convivencia tejida entre todos y aceptable para todos", y ha hecho un llamamiento a los partidos, grupos sociales y ciudadanía en general a buscar una "concertación".

Es decir, que si no existe "paz" en el país Vasco, no es sólo porque unos determinados sujetos se dedican a asesinar y extorsionar, sino por alguna otra razón más compleja.

Este discurso no tiene nada de cristiano, porque si alguien mata y roba, sólo él es culpable ante Dios. Cuando el asesinato y el robo se contextualizan como parte de un problema social, en realidad se está transmitiendo a los asesinos el mensaje de que sus crímenes, aunque moralmente reprobables, tienen un sentido, aunque sólo sea el de reclamar la atención acerca de un concflicto en el cual la responsabilidad se diluye entre dos partes.

Que un cura diga esto, es mucho más grave que si lo escuchamos en boca de un representante político del nacionalismo o la izquierda. Porque al menos estos serían coherentes con sus ideologías colectivistas, que descreen de la salvación individual y supeditan el concepto de culpa a categorías de otro orden. Pero Uriarte abusa de su condición pastoral cuando violenta el verdadero sentido del cristianismo, sugiriendo que no basta con que los asesinos dejen de matar y se arrepientan de sus pecados para que haya paz. Es un mal obispo y sobre todo un mal cristiano.