jueves, 17 de abril de 2014

El juego del clima

En 2010 hice una apuesta con el geógrafo Magí Aloguín sobre el cambio climático. Si la desviación de la temperatura global media del año 2020, respecto a la media del siglo XX, es superior a la desviación del 2010 (que fue de 0,66 grados positivos), tendré que invitarle a comer; y él a mí si es inferior. Acordamos que nos basaríamos en las estadísticas ofrecidas por la administración de los Estados Unidos en el sitio web climate.gov, concretamente en la página

ftp://ftp.ncdc.noaa.gov/pub/data/anomalies/annual.land_ocean.90S.90N.df_1901-2000mean.dat.

Desde entonces, las desviaciones de temperaturas anuales han sido inferiores a la del 2010. Estos son los datos suministrados por la citada página:

2010    0.6581º
2011    0.5337º
2012    0.5757º
2013    0.6219º

Como se ve, desde 2011 se ha producido un claro repunte al alza, pero si abarcamos lo que llevamos de siglo, 2010 sigue siendo por el momento el año de máxima desviación positiva, respecto a la media del siglo pasado. Las siguientes gráficas de elaboración propia, a partir de los datos de climate.gov, hablan por sí solas:



En los últimos trece años, la desviación se ha mantenido alrededor de los 0,6º, es decir, no ha habido calentamiento global en el siglo XXI. Hoy (dato de 2013) estamos aproximadamente igual que en el pico de 1998.

Es innegable, como salta a la vista por la primera gráfica, que la temperatura global ha ascendido casi un grado en los últimos cien años, y que este crecimiento ha sido sostenido en el último cuarto del siglo pasado, responsable de seis décimas. Pero si extrapoláramos linealmente el incremento de temperatura registrado a lo largo del período 1977-2000, en realidad deberíamos haber llegado ya a una desviación de ocho o nueve décimas, no seis. Dicho de otro modo, semejante extrapolación ha quedado invalidada por los hechos.

Probablemente, trece años es un período insuficiente para sacar conclusiones. Pero es harto dudoso que cien años sean mucho más significativos. Es mucho lo que ignoramos sobre el clima terrestre, y lo más sensato sería admitir que nadie sabe por ahora cómo evolucionará la temperatura global en los próximos años.

Pese a ello, de un modo completamente irracional, la ONU, los gobiernos, las universidades y los medios de comunicación se empeñan en anunciarnos todo tipo de desastres naturales como consecuencia del cambio climático. Desastres que, como en una medida no precisada siempre se van a producir, son invariablemente la ocasión para remachar el mensaje.

No es difícil entrever las causas de este fenómeno. Se ha establecido una simbiosis perversa entre el poder académico y el político, por la cual el primero consigue suculentos fondos para la investigación (que lógicamente, no va a cuestionar los motivos por los cuales recibe tan generosa financiación) y el segundo aparece como el salvador de la humanidad, lo que justifica más burocracia, más impuestos y más intervencionismo. Esta trama de intereses explica la virulencia con la cual, tanto los "expertos" como los políticos, se revuelven contra cualquiera que ose cuestionar los mantras climáticos, es decir, las bases de su estatus.

No sé si ganaré mi apuesta. Pero de lo que no me cabe duda es de que el clima seguirá siendo cambiante, como lo ha sido siempre. Y seguirán habiendo "expertos" que vaticinarán toda suerte de catástrofes si no nos ponemos en manos de algún comité.