domingo, 16 de marzo de 2014

Suicidio de Estado

El próximo 5 de abril se celebrará en Tarragona la II Asamblea General Ordinaria de la organización ANC (Asamblea Nacional Catalana), teledirigida por ERC y fuertemente infiltrada por los bolivarianos y filoetarras de la CUP. En la propia web de ANC está colgada la ponencia que se presentará ese día, titulada "Hoja de Ruta 2014-2015". (Es significativo que los catalanes se diferencien tan poco del resto de españoles a la hora de comerse con patatas anglicismos tan estúpidamente innecesarios como, entre muchos otros, "hoja de ruta".) Algunos han señalado que en este texto tenemos por fin la confesión del carácter francamente golpista del proceso separatista. Concretamente, en las líneas 621-634 (que han tenido a bien numerar), tras anunciar la declaración unilateral de independencia para el 23 de abril de 2015, no se deja ningún lugar a dudas (las negritas son mías):

"La Declaración de independencia debe ir seguida de actos de ejercicio de soberanía que, en la práctica, hagan visible un funcionamiento plenamente independiente, soberano. Estos actos y el control efectivo del país nos facilitarán el reconocimiento internacional."

(...)

"La visualización pública de que el país funciona por sí solo (...) debe concretarse en elementos como el control de las grandes infraestructuras y fronteras -puertos, aeropuertos...-, la seguridad pública, las comunicaciones, etc. El elemento clave será el comportamiento de la ciudadanía, cuando deba hacer frente al pago periódico de impuestos y elija, mayoritariamente, ingresarlos en la administración del nuevo estado."

¿Tenemos derecho a sorprendernos? La secesión era esto, a fin de cuentas: la ruptura de la legalidad, el desacato a las órdenes de los poderes ejecutivo y judicial y el desalojo de los funcionarios españoles.

Sin embargo, no deberíamos interpretar la "hoja de ruta" de los separatistas como si hubieran decidido quitarse de una vez por todas sus pieles de corderos. Todavía no estamos en esta fase. Ellos son demasiado pacíficos, demasiado demócratas para todo eso. Aún pretenden hacernos creer que el traspaso de poderes puede realizarse de manera totalmente incruenta, sin disparar un solo tiro ni derramar un sola gota de sangre. "Cuando se tome el control de la administración española ¿nos dispararán? (...) ¿matarán catalanes?" se pregunta un comentarista del digital Tot Tarragona (comentario del 12/03/14 a las 10:16).

Digámoslo claramente, los separatistas (al menos las masas no dirigentes) todavía confían en que España tal vez se entregará sin luchar; en que ningún policía nacional, ningún guardia civil ofrecerá resistencia, en que ningún agente de la autoridad obedecerá órdenes que vengan de Madrid, o de algún juez decente que pretenda hacer cumplir la legalidad vigente. Su ideal no es un golpe de estado, sino un suicidio de estado.

Y hay que reconocerlo: llevamos treinta años dándoles a los separatistas motivos para que crean (o hagan creer a la masa de sus seguidores) que tal suicidio es posible. Hemos hecho lo indecible para que piensen que ellos tienen derecho a decidir democráticamente, pero el resto de españoles no. No se oponen, ciertamente, a que se realice una reforma constitucional que permita legalizar sus exigencias, pero dan a entender claramente que eso es un problema del gobierno español: que por la vía legal o la ilegal, consultando o no a todos los españoles, ellos declararán la independencia. Eso sí, si España se suicida sin alharacas, mejor; todo será más fácil.

En cierto modo, España lleva décadas dejándose morir. Cuando yo tenía catorce años, a principios de los ochenta, no sabía lo que significaba "facha". Lo descubrí un día que un compañero de clase me dijo, señalando a una chica que se sentaba delante: "¿Has visto? Es facha." La chica lucía una pulsera con los colores de la bandera española. Efectivamente, una nación que se avergüenza de su bandera, de su himno y de su pasado, una nación que cede sus competencias de Educación a administraciones que nunca han ocultado su deslealtad, una nación que cambia el nombre de su Instituto Nacional de Meteorología por Agencia Estatal, una nación que llama a su selección de fútbol "la Roja", eludiendo adjetivos como nacional o española, es una nación que se ha ido abandonando lentamente. 

Quizás estamos a tiempo de reaccionar, de negarnos a la eutanasia nacional. Pero no me cabe duda de que los dirigentes de la sedición separatista han previsto esta posibilidad de reacción in extremis y que están absolutamente dispuestos a que se produzca una tragedia, de la cual por supuesto culparían al gobierno español.

Habría que actuar mucho antes. Si por desgracia ha de haber forcejeos y algún tiro, es mejor que se produzcan antes de la declaración de independencia y antes del referéndum o de las elecciones plebiscitarias, en aplicación de la ley, y preferiblemente por sorpresa. No hay que esperar a que la situación alcance el máximo dramatismo; esto sólo favorece los planes y la propaganda secesionista. En todo caso, si alguien debe entregarse sin luchar, que sean los cabecillas secesionistas. Y si ha de producirse un suicidio (Dios no lo quiera), que sea, con dignidad, el de quien ha iniciado este proceso diabólico; en su despacho y cercado por las fuerzas de seguridad.