El próximo 5
de abril se celebrará en Tarragona la II Asamblea General Ordinaria de la
organización ANC (Asamblea Nacional Catalana), teledirigida por ERC y
fuertemente infiltrada por los bolivarianos y filoetarras de la CUP. En la
propia web de ANC está
colgada la ponencia que se presentará ese día, titulada "Hoja de Ruta 2014-2015". (Es
significativo que los catalanes se diferencien tan poco del resto de españoles
a la hora de comerse con patatas anglicismos tan estúpidamente innecesarios
como, entre muchos otros, "hoja de ruta".) Algunos han señalado que
en este texto tenemos por fin la confesión del carácter francamente golpista
del proceso separatista. Concretamente, en las líneas 621-634 (que han tenido a
bien numerar), tras anunciar la declaración unilateral de independencia para el
23 de abril de 2015, no se deja ningún lugar a dudas (las negritas son mías):
"La
Declaración de independencia debe ir seguida de actos de ejercicio de soberanía
que, en la práctica, hagan visible un funcionamiento plenamente independiente,
soberano. Estos actos y el control efectivo del país nos
facilitarán el reconocimiento internacional."
(...)
"La
visualización pública de que el país funciona por sí solo (...) debe
concretarse en elementos como el control de las grandes
infraestructuras y fronteras -puertos, aeropuertos...-, la seguridad pública,
las comunicaciones, etc. El elemento clave será el comportamiento de la
ciudadanía, cuando deba hacer frente al pago periódico de impuestos y
elija, mayoritariamente, ingresarlos en la administración del nuevo
estado."
¿Tenemos
derecho a sorprendernos? La secesión era esto, a fin de cuentas: la ruptura de
la legalidad, el desacato a las órdenes de los poderes ejecutivo y judicial y
el desalojo de los funcionarios españoles.
Sin embargo,
no deberíamos interpretar la "hoja de ruta" de los separatistas como
si hubieran decidido quitarse de una vez por todas sus pieles de corderos.
Todavía no estamos en esta fase. Ellos son demasiado pacíficos, demasiado demócratas para todo eso. Aún pretenden hacernos
creer que el traspaso de poderes puede
realizarse de manera totalmente incruenta, sin disparar un solo tiro ni
derramar un sola gota de sangre. "Cuando se tome el control de la
administración española ¿nos dispararán? (...) ¿matarán catalanes?" se
pregunta un comentarista del digital Tot
Tarragona (comentario del 12/03/14 a las 10:16).
Digámoslo
claramente, los separatistas (al menos las masas no dirigentes) todavía confían
en que España tal vez se entregará sin luchar; en que ningún policía nacional,
ningún guardia civil ofrecerá resistencia, en que ningún agente de la autoridad
obedecerá órdenes que vengan de Madrid, o de algún juez decente que pretenda
hacer cumplir la legalidad vigente. Su ideal no es un golpe de estado, sino un
suicidio de estado.
Y hay que
reconocerlo: llevamos treinta años dándoles a los separatistas motivos para que
crean (o hagan creer a la masa de sus seguidores) que tal suicidio es posible.
Hemos hecho lo indecible para que piensen que ellos tienen derecho a decidir
democráticamente, pero el resto de españoles no. No se oponen, ciertamente, a
que se realice una reforma constitucional que permita legalizar sus exigencias,
pero dan a entender claramente que eso es un problema del gobierno español: que
por la vía legal o la ilegal, consultando o no a todos los españoles, ellos
declararán la independencia. Eso sí, si España se suicida sin alharacas, mejor;
todo será más fácil.
En cierto
modo, España lleva décadas dejándose morir. Cuando yo tenía catorce años, a
principios de los ochenta, no sabía lo que significaba "facha".
Lo descubrí un día que un compañero de clase me dijo,
señalando a una chica que se sentaba delante: "¿Has visto? Es facha."
La chica lucía una pulsera con los colores de la bandera española.
Efectivamente, una nación que se avergüenza de su bandera, de su himno y de su
pasado, una nación que cede sus competencias de Educación a
administraciones que nunca han ocultado su deslealtad, una nación que
cambia el nombre de su Instituto Nacional de Meteorología por Agencia Estatal, una nación que
llama a su selección de fútbol "la Roja", eludiendo adjetivos como nacional o española,
es una nación que se ha ido abandonando lentamente.
Quizás
estamos a tiempo de reaccionar, de negarnos a la eutanasia nacional. Pero no me
cabe duda de que los dirigentes de la sedición separatista han previsto esta
posibilidad de reacción in extremis y que están absolutamente dispuestos a que
se produzca una tragedia, de la cual por supuesto culparían al gobierno
español.
Habría que
actuar mucho antes. Si por desgracia ha de haber forcejeos y algún tiro, es
mejor que se produzcan antes de la declaración de independencia y antes del
referéndum o de las elecciones plebiscitarias, en aplicación de la ley, y
preferiblemente por sorpresa. No hay que esperar a que la situación alcance el
máximo dramatismo; esto sólo favorece los planes y la propaganda secesionista. En
todo caso, si alguien debe entregarse sin luchar, que sean los cabecillas secesionistas.
Y si ha de producirse un suicidio (Dios no lo quiera), que sea, con dignidad, el
de quien ha iniciado este proceso diabólico; en su despacho y cercado por las
fuerzas de seguridad.