martes, 15 de marzo de 2011

La propiedad y la familia

Josep Ramoneda trata de convencernos de que el impuesto de sucesiones es absolutamente liberal. Su razonamiento se resume con el siguiente silogismo:

El liberalismo defiende la meritocracia;

beneficiarse de una herencia carece de mérito;

en consecuencia, penalizar la herencia con un impuesto es liberal.

Podemos hacer dos críticas a este razonamiento. En primer lugar, defender la meritocracia no significa necesariamente que debamos partir de una situación perfecta de igualdad de oportunidades. Para conseguir esto no sería suficiente con la escolarización universal, puesto que los niños de familias más acomodadas o con padres de mayor formación siempre tendrán algún tipo de ventaja sobre los demás. ¿Sería justo intervenir también en esto? Desde un punto de vista liberal, evidentemente no.

En segundo lugar, Ramoneda olvida que el impuesto de sucesiones no sólo penaliza a quien recibe la herencia, sino a quien la transmite. En una sociedad meritocrática debería respetarse que quien ha obtenido un cierto patrimonio por sus propios méritos, pueda emplearlo como más le plazca, por ejemplo dejándoselo a sus hijos en herencia. O dicho de otro modo, al liberalismo le es consustancial la defensa de la propiedad.

Ramoneda no lo ve así. Él confiesa que le entra "susto" cada vez que alguien dice "esto es mío". Supongo que debe tenerlo todo a nombre de la mujer... Pero si lo que pretende es convencernos de que la propiedad no es un concepto liberal, a no ser que entienda liberal en el sentido de Estados Unidos (donde significa progre), lo tiene francamente difícil.

Lo mismo puede decirse del concepto de familia. El columnista contrapone la familia basada en lazos de sangre a la familia basada en la elección personal. Pero olvida que sin la primera, no existiría siquiera el concepto de la segunda, hablaríamos simplemente de amistad o asociación. Y en un mundo sin familia, funciones esenciales que hoy realizan en parte las familias, como la educación o la asistencia a ancianos o enfermos, pasarían a ser asunto exclusivo del Estado.

Así que, lo siento señor Ramoneda, no nos ha convencido. Castigar a la propiedad y la familia no es liberal, ni por asomo. Dios nos libre de "liberales" como usted.