viernes, 23 de mayo de 2008

La paradoja de Carlos López

No sigo con regularidad el blog de mi tocayo Carlos López (mi nombre es Carlos López Díaz). Al igual que me ocurre con otras bitácoras, sencillamente me falta tiempo. Él escribe desde Hospitalet de Llobregat, yo desde Tarragona. Él es bastante más joven que yo. En algunas cosas (básicamente el tema del 11-M) discrepo de él, pero por lo general, sus entradas me parecen brillantes y bien escritas. En su perfil tiene una frase que me hubiera gustado poner en el mío: "Soy inequívocamente de derechas, es lo más provocador que encontré". Muy bueno.

Hoy sin embargo, he leído con disgusto la siguiente frase en la que, mientras escribo esto, es la última entrada en su blog:

"...el libelo de opinión e insultos Libertad Digital..."

Hará seis o siete años que leo Libertad Digital. Es con diferencia mi diario preferido, aunque procuro leer todos los posibles. Puedo decir que gracias a él he profundizado, e incluso me he reafirmado, en mi ideología liberal-conservadora. Cuando lo descubrí ya había andado la mayor parte del camino desde el progresismo adolescente hasta mi actual manera de pensar, gracias básicamente a unas cuantas lecturas bien aprovechadas. Por cierto que como fuente de información bibliográfica, LD es una verdadera mina, que ojalá hubiera conocido antes. Pero incluso los bibliómanos como yo debemos reconocer una cosa: Los libros, aunque indispensables, por sí solos no bastan. Salvo que uno esté dotado de una inteligencia privilegiada, y no es mi caso, la interpretación del cotidiano día a día es una tarea que muy difícilmente puede acometerse en solitario, eludiendo acabar desorientado por la cantidad industrial de información manipuladora con la cual se nos bombardea sin tregua. Por eso, cuando descubrí ese soberbio plantel de profesores, escritores y periodistas, desde José María Marco a Thomas Sowell, pasando por Carlos Rodríguez Braun, Carlos Semprún Maura, Serafín Fanjul, Pío Moa, Cristina Losada, José García Domínguez o Daniel Rodríguez Herrera (de quien no podía imaginar que un día se fijaría en este mi blog), la sensación que tuve fue la de un descubrimiento felicísimo, decisivo.

Un día, leyendo cómo no LD, me enteré de que César Vidal, a quien conocía y admiraba desde que mucho tiempo antes leyera El Holocausto y otros libros suyos, había sido fichado por la cadena COPE para dirigir el programa nocturno La linterna. Así que empecé a escuchar por primera vez esta emisora. Y de la noche, pasé a La mañana. Ahora me levanto todos los días a las siete escuchando a Jiménez Losantos. El ciclo se ha completado, soy un derechista sin remisión. Pero si algún día los obispos deciden prescindir de Federico y apuntarse al centro reformista de Rajoy, Gallardón o quien haya entonces en el Ministerio de la Oposición, seguiré teniendo Libertad Digital. Eso sí, el acto matutino de afeitarse será mucho más aburrido.

Se me perdonará que haya hablado de mí. No quiero que sea el estilo de este blog. Pero si no lo digo, reviento. Ah, y Carlos, apreciado tocayo, esto no va contra ti. Al contrario, seguramente te leeré en adelante con más atención. Por mi parte, te aconsejo que hagas lo mismo con Libertad Digital, o al menos con algunos de sus columnistas. Un tío inteligente como tú se dará cuenta de lo injusta que ha sido aquella frase.