lunes, 7 de abril de 2008

Discurso histórico de Esperanza Aguirre


Existen algunos raros ejemplares de políticos que no viven sólo de las encuestas de opinión, que no se conforman con tratar de amoldarse a lo que la mayoría cree o piensa, si eso les sirve en su ascensión hacia el poder. Son aquellos que defienden unas ideas y unos principios determinados, y tratan honestamente de difundirlos entre el pueblo para poder realizarlos con su apoyo. Estos políticos son verdaderos educadores del pueblo. Se encuentran exactamente en el polo puesto de los demagogos que sólo apelan a lo que hay de más vulgar en nosotros. Ellos son los verdaderos demócratas, pues en lugar de rebajarse ante el pueblo, tratan de elevarlo y dignificarlo.

Esperanza Aguirre, con el discurso pronunciado hoy, ha demostrado ser un político en el sentido más noble del término. Y sobre todo ha demostrado que, si Dios quiere, será una gran presidenta algún día, esperemos que no muy lejano. ¿Por qué no en 2012, cuando se cumplan los doscientos años de la promulgación de la Constitución de Cádiz?

Dos son las ideas fundamentales del discurso inteligente y claro pronunciado en el Foro ABC. La primera, que entre las dos grandes posiciones ideológicas de nuestra era, estatismo y liberalismo, "entre los que creen que el Estado puede juzgar mejor que los individuos sobre sus necesidades, y elegir por ellos, y los que consideramos que cada persona debe elegir libremente", ella defiende sin ambigüedades la segunda opción.

La segunda idea fundamental es que el Partido Popular no tiene nada de qué avergonzarse, sino todo lo contrario. Es su principal adversario, el PSOE y la izquierda en general, quien tiene verdaderos motivos históricos para hacerlo, tanto por su papel durante los terribles años treinta, como por sus actuales connivencias con regímenes deplorables, pasando por su actitud no tan lejana en el tiempo hacia determinadas minorías de las que ahora se erige como su máximo defensor, léanse los homosexuales.

Esperanza ha dicho lo que muchos estábamos deseando escuchar a un político de primera fila, y sobre todo, lo que muchos deben empezar a escuchar, porque no lo saben todavía. Que la modernidad y el progreso no se encuentran en las viejas consignas de una izquierda manipuladora y profanadora de la palabra libertad, sino en esa derecha liberal que tiene como modelo a Estados Unidos, la primera potencia democrática mundial, y el primer país de la historia fundado sobre la idea de libertad. Esperanza no lo menciona en su discurso, pero nombra a España, cuyo destino está unido a América. Es suficiente.