domingo, 5 de julio de 2009

De ladridos y rebuznos


Ayer terminaba de leer un libro (Freakonomics, de Steven Levitt) mientras mi mujer (declino, pues, toda responsabilidad) ponía en la tele "La noria". La táctica de este programa dirigido y presentado por Jordi González es bastante transparente: Montar una tertulia política hábilmente manipulada a favor del bando progre, en horario de fin de semana, y con el cebo de algún tema de prensa rosa previamente anunciado. La finalidad clarísimamente es enganchar a la audiencia interesada en los líos extra o paramaritales de algunos famosillos (al final, siempre los mismos, qué aburrimiento), que sólo se abordan después de la conveniente ración de adoctrinamiento, en formato de seudotertulia.

Ayer, como siempre, teníamos a la pareja compuesta por Jabba the Hut y Monseñor Just For Men, y como invitado temático al Barón Ashler. A la derecha del presentador estaban Isabel Durán, la única que les planta cara sin dejarse avasallar (pero apenas puede decir dos palabras seguidas sin que la interrumpan), Alfonso Rojo (sabía que era blandito, pero lo de anoche me produjo vergüenza ajena) y Jaime Peñafiel, otro que ni pintado para el lucimiento de la banda progre.

El tema era si el PSOE instrumentaliza a los gays, y tanto Rojo como Durán estuvieron bien lanzándole a la cara a sus contrincantes la Alianza de Civilizaciones con los países que utilizan las grúas para ahorcar a los homosexuales. El trío de enfrente, sobre todo la pareja inefable, no se molestó en variar su cantinela habitual: Asociar a la derecha con la persecución sufrida a lo largo de siglos por el susodicho colectivo. Para ello, Sopena repitió varias veces, como si fuera una verdad revolucionaria, que los homosexuales son seres humanos, sugiriendo de esta manera que quien discrepa de él es porque no opina así.

Lo de menos son las argumentaciones, porque este tipo de shows no sirven en absoluto para que se produzca un debate racional, sino para que los de un lado, siempre el mismo, puedan pronunciar sus frases efectistas y bochornosamente simplistas, al calor de los aplausos de la claca. Más revelador es el estilo empleado por unos y otros. ¿Creerán que Sopena le dijo a Alfonso Rojo que "más que hablar, parece que ladres" y que éste se limitó a reírse? Yo me puse negro, por supuesto le habría contestado al instante que "tú, en cambio, parece que rebuznes", pero como el otro sólo respondió ji ji ji, el anuncio andante de tinte capilar masculino prosiguió con su estilo faltón, tachando de "estupideces" las palabras de Rojo.

Si a estos tíos más de una vez les trataran con recipocidad, no tendrían la popularidad que tienen entre la masa ignara y chabacana que nutre los platós de televisión. Pero claro, quienes podrían enfrentarse a ellos son precisamente los que declinan acudir a semejantes encerronas.