Se trata de un capítulo más del idilio del periódico de Pedro J con Obama, pero por su carácter indecentemente prejuicioso, resulta paradigmático. En un recuadro en primera página se nos anuncia este domingo un reportaje del corresponsal David Jiménez, desplazado a Vietnam, según el cual el rival de Barack Obama, John McCain, habría "falsificado" (así, entrecomillado) su biografía para mostrar una imagen heroica de prisionero de guerra que no se correspondería con la realidad. La cautela de las comillas ya nos pone sobre aviso de que más que una investigación que realmente aporte datos nuevos, se trata del típico artículo tendencioso con el cual el plumilla de turno se permite dar rienda suelta a sus fobias ideológicas. Porque si de verdad se demostrara que hubo una falsificación ¿para qué utilizar esas comillas?
En efecto, si leemos el reportaje descubrimos, tras el estilo truculento de "los secretos inconfesables y las traiciones que ponen en duda cuál es el verdadero McCain", que la única "revelación" que permitiría cuestionar el heroísmo del candidato republicano es la realizada... por él mismo. Al parecer McCain habría confesado "en el pasado" (el artículo no aporta referencias más precisas) haber proporcionado información a sus captores vietnamitas "para salvar la vida y recibir tratamiento médico". Entonces, si él ha sido el primero en reconocer que no fue ningún Rambo (cosa por lo demás esperable) ¿dónde está la falsificación?
Pero claro, con tan poca cosa no se podría escribir un reportaje de dos páginas. Jiménez justifica su viaje a Hanoi entrevistando a la viuda del soldado vietnamita que rescató a McCain cuando su avión cayó derribado. Muchos años después, McCain se reencontró con su salvador y ambos se fotografiaron abrazados y sonrientes. Pero el sagaz periodista de El Mundo no se deja impresionar por una foto. Al contrario, consigue obtener de la viuda algunas frases que nos la presentan dolida por el poco interés que supuestamente habría manifestado el político republicano hacia el soldado que le salvó la vida ("jamás habría aceptado dinero", aclara la digna señora).
Pero si esto les resulta penosamente mezquino, no sé cómo habría que calificar el hecho de que David Jiménez se permita incluso relativizar la importancia e incluso la verdad misma de las torturas sufridas por el prisionero McCain, aduciendo testimonios ¡del jefe de sus carceleros! Esto es lo que se llama espíritu crítico y contrastación de las fuentes, sí señor.
A estas alturas ya no debe sorprender que David Jiménez manifieste su desconcierto ante la popularidad de McCain en el propio Vietnam, "el país que ayudó a bombardear". Quizá no sean ajenos a dicha popularidad los esfuerzos del político norteamericano en pro del acercamiento entre Washington y Hanoi, que no se corresponden demasiado con la imagen del cabrón desagradecido y rencoroso que se nos pretende sugerir, sin escatimar los recursos literarios más burdos. Pero da lo mismo, es de derechas, y por tanto, tiene que ser un mal bicho, además de "borrachín y ligón". Y tampoco importa que él mismo no haya ocultado sus debilidades; se le debe acusar, siguiendo al pie de la letra el manual de perfecto progre, de haber "falsificado" una biografía "llena de claros y oscuros". Por supuesto, cuando se recuerda el pasado más bien turbio de Obama se trata en cambio de juego sucio.
Este es el patrón por el que están cortados la mayoría de nuestros corresponsales, sobre todo los que escriben o hablan en los medios que tratan de hacerse perdonar su línea supuestamente de derechas: Son -ellos sí- unos verdaderos héroes.