Apenas cinco días después del
24-M, la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo dijo en ABC lo que probablemente
piensan muchos de sus compañeros de militancia, pero no se atreven a expresar
en voz alta: que Mariano Rajoy no debería presentarse a la reelección como
presidente del gobierno, si es que quiere que su partido no pierda las próximas
elecciones generales. Modestamente, yo opino que lo mejor para España sería que
Rajoy volviera a ser el candidato del PP. Para sostener tal cosa, me baso en la
siguiente hipótesis:
El PP no va a gobernar, en cualquier caso, a partir de 2016.
Mi hipótesis se puede verificar
de dos maneras: O bien el PP gana las elecciones sin obtener mayoría absoluta,
o bien el PP pierde las elecciones.
En la primera posibilidad, pueden
formarse varios gobiernos, en solitario o en coalición. Por ejemplo, del PSOE
con el apoyo de Ciudadanos o de Podemos. Lo menos probable es que gobierne el Partido
Popular, o que gobierne otro partido con el apoyo del PP, porque para ello, deberían
darse a la vez dos condiciones: que
el PP y otro partido que no sea el PSOE ni Podemos sumen mayoría absoluta, y
que dicho partido (pongamos que hablo de Ciudadanos) no pueda formar también
mayoría absoluta con el PSOE. Como hemos visto en el municipio de Madrid, el
PSOE no esta dispuesto a apoyar a un gobierno de los populares ni aunque le
ofrezcan a cambio la presidencia del gobierno. O para decirlo más exactamente, una
de las peores pesadillas de los socialistas sería deberle semejante favor (siquiera
moralmente) a la derecha. En cuanto a Albert Rivera, no me lo imagino
dilapidando su meteórica ascensión política entregándole el gobierno al PP,
mientras tenga la menor posibilidad de evitarlo.
Eliminado, pues, el PP de la
mayoría de combinaciones, incluso como
simple apoyo del gobierno de otro partido, el resultado es que aumentan las
probabilidades de un gobierno del PSOE con el apoyo de Podemos, o al revés.
Nótese la paradoja: la llegada al poder de la extrema izquierda es más probable
si el PP “gana” las elecciones generales.
Un PP con mayoría relativa no sólo es poco probable que gobierne, sino que
podría convertirse en un tapón que beneficiaría al radicalismo, pues reduciría
el número de posibilidades en las que no entra Podemos.
Hay quien opina que a lo mejor lo
que este país necesita son cuatro años de populismo bolivariano, para que
quienes se han dejado seducir por él se desengañen de una vez. Pero cuando
estos movimientos totalitarios llegan al poder, por muchos destrozos que hagan,
tienden a enquistarse en él, como demuestra el caso paradigmático de Venezuela.
No quiero ni pensar en lo que podrían suponer ocho o más años de esa gente en
el gobierno.
Veamos ahora qué ocurre si el PP
pierde directamente las elecciones, quedando previsiblemente como segunda fuerza.
En este caso, a las posibilidades que contemplábamos antes podríamos añadir un
gobierno del PSOE o de Ciudadanos apoyados por el PP, aunque sólo fuera para la
investidura, los presupuestos y poca cosa más. Es decir, PSOE y Ciudadanos
pueden dejarse sostener, de manera más fácil de asimilar por sus votantes y
militantes, por un PP que haya perdido las elecciones, y que sólo tenga
precisamente eso que ofrecer, un apoyo barato. Ello reduce las probabilidades
de un gobierno populista, aunque sigan siendo considerables. Así que lo menos malo es que el PP pierda las
elecciones, teniendo en cuenta que de todos modos no va a gobernar
(hipótesis de partida).
Ahora bien, para que el PP
pierda, lo suyo es que siga al frente uno de los políticos que despierta menos
ilusiones entre los españoles: Mariano Rajoy. El actual presidente debe ser
candidato a las próximas elecciones para
perderlas, ofreciendo al menos ese sacrificio por su país. Eso sí, al día
siguiente que se retire a Pontevedra o a donde quiera, y que el partido comience
su merecida travesía por el desierto, con una imprescindible refundación.
El PP no puede realizar una transformación
creíble en cinco meses, como pretenden algunos. En cuatro años en la oposición
ya sería más factible, aunque entretanto también puede consolidarse una alternativa de
derecha como Vox. Votar a esta formación en las elecciones de final de año
sería sin duda un buen modo de contribuir a
que pierda el PP. Con Rajoy o sin Rajoy.