Vox es el único partido liberal-conservador que hay en España. Más concretamente, es la única formación que defiende a la vez ideas como las siguientes:
-La reducción drástica del Estado y el desmantelamiento de las autonomías.
-La vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.
-El mercado libre.
-La familia.
-La libertad educativa de los padres.
-La identidad judeocristiana de España y Occidente.
En las últimas elecciones al parlamento europeo, Vox cosechó unos 250.000 votos, insuficientes para obtener al menos un diputado. Pero se trató de un resultado notable para un partido que acababa de fundarse, y que, a diferencia de Podemos, no había tenido el menor respaldo de los medios de comunicación. Sin embargo, el pasado domingo, en las elecciones andaluzas, la formación liderada por Santiago Abascal sólo obtuvo 18.000 votos, casi catorce mil menos que el Partido Animalista. Las razones de este fracaso sin paliativos podrían ser fundamentalmente tres:
1) Vox puede haber cometido errores de comunicación y de estrategia, así como en la confección de las listas de candidatos y la elección del cabeza de cartel, Francisco Serrano.
2) El mensaje de Vox no ha llegado a mucha gente, debido al ninguneo mediático favorecido por la larga mano del gobierno de Rajoy y Soraya. A ver quién es el guapo que se juega la suculenta publicidad institucional y hasta las licencias televisivas futuras por unos ideales o simplemente por eso que llaman la libertad de información. Es indudable que mucha gente, un año después de que Abascal, Ortega Lara y Espinosa de los Monteros, entre otros, fundaran el partido liberal-conservador, sigue sin enterarse de que existe, o de que en él ya no milita Vidal-Quadras, al que algunos atribuyeron, con razón o sin ella, motivaciones oportunistas.
3) El mensaje de Vox no es sólo que no haya llegado, es que no gusta a la mayoría de la gente. Las ideas de mercado libre, responsabilidad individual, oposición al aborto, sencillamente no gustan en un país donde la mentalidad predominante es que el Estado está obligado a garantizarnos una "vida digna", e incluso una "muerte digna". Cualquier tipo de mensaje moral firme es percibido por la sociedad española actual como una inadmisible injerencia en la vida privada, como un retroceso al nacional-catolicismo. La gente muestra impúdicamente su intimidad en las redes sociales y los perfiles de WhatsApp, pero pobre de ti si sostienes que lo mejor para los niños es tener una madre y un padre, o que la baja natalidad es un grave problema, o que nadie puede decidir sobre la vida de un ser humano en edad embrionaria. ¡Te estás metiendo en sus vidas!
De estas tres explicaciones, la primera es la que me parece menos sostenible, aunque pueda tener una pequeña parte de verdad. No he seguido apenas la campaña electoral, pero creo que en general ha sido bastante potable, y aunque no conozco demasiado a Francisco Serrano, me consta que algunos candidatos son personas de gran talla intelectual y moral, con alguno de los pensadores más destacados del panorama liberal-conservador, como Francisco José Contreras (con importantes obras como El sentido de la libertad o Liberalismo, catolicismo y ley natural, entre las más recientes) y un programa económico que mereció elogios del prestigioso economista Juan Ramón Rallo, autor de Una revolución liberal para España, o Los errores de la vieja economía. Asimismo, tampoco me parecen acertadas las propuestas de pactos con otros partidos (suponiendo que esos partidos estuvieran dispuestos), pues para reducir los principios ideológicos a la mínima expresión ya hemos tenido a la UCD y al PP durante años.
La segunda explicación es innegable, pero hay que admitir que es extensible a las decenas de partidos que se presentan a las elecciones sin obtener nunca representación parlamentaria. Aunque no me cabe duda de que los medios deliberadamente eludieron informar de Vox para no indisponerse con el ejecutivo, es bien cierto que tampoco las encuestas aportaban un pretexto para ello. ¿Por qué hablar de Vox y no de FE de las JONS o Recortes Cero, que también han obtenido algunos millares de votos?
Creo que la tercera explicación es la más decisiva. Después de todo, la gente vota lo que quiere, y se entera también de lo que le interesa. Y está claro que las ideas de Vox son hoy muy minoritarias en España. Las encuestas sobre temas en profundidad confirman que somos uno de los países con mentalidad más estatista en la ya de por sí estatista Europa. Llamamos "emprendedores" a los que invierten, porque "empresario" es prácticamente un insulto, y la palabra "privatizar" es una de las más polémicas del léxico político. Además hay un déficit enorme de intelectuales, artistas o simplemente celebridades que se manifiesten claramente a favor de la vida o de la familia. Un partido que defienda la iniciativa y la responsabilidad individuales, será así por muchos años minoritario.
Pero que seamos pocos quienes creamos en las ideas liberal-conservadoras no es ningún motivo para abandonar, sino todo lo contrario. Hay que continuar defendiéndolas mientras las cuotas de afiliados y las donaciones de simpatizantes permitan distribuir algunas octavillas y mantener una presencia en internet y algunos medios. Hay que seguir intentándolo mientras materialmente se pueda, como llevan haciéndolo desde hace años los militantes y simpatizantes de muchos otros partidos sin representación.
Hay quienes opinan que estas ideas deben defenderse desde dentro de un partido grande, como el PP, o uno de los emergentes, como Ciudadanos. En primer lugar, esto sería válido si el Partido Popular fuera un partido dedocrático, digo democrático (en qué estaría pensando), como el Partido Republicano en los Estados Unidos. En segundo lugar, el ideario de Ciudadanos está demasiado alejado, en algunos puntos esenciales, de las ideas liberal-conservadoras. Y en tercer lugar, la integración en otro partido tendría sentido en una sociedad como la norteamericana, donde las ideas liberal-conservadoras (que allí se llaman simplemente conservadoras, puesto que están en el ADN de la nación) tienen un profundo arraigo en la sociedad civil, y una gran capacidad de influencia en la clase política. En España, la minoría liberal-conservadora necesita figuras visibles y distinguibles, con voz propia.
Bastaría un solo diputado, para empezar. Se trata de un objetivo muy modesto, pero al menos realista. Si un partido extraparlamentario es comparable a un equipo de fútbol de segunda división, Vox sería uno de los que tienen más posibilidades de ascender de categoría. Hay que seguir animando al equipo hasta que lo consiga.