Una mujer desnuda bañada en chocolate: nada a lo que la telebasura no nos tenga desgraciadamente acostumbrados. Pese a ello, la campaña promovida por HazteOír para que los anunciantes se retiren del programa que emitió ese espectáculo denigrante ha sido un éxito. Ello ha provocado además una polémica con el presidente de Coca-Cola España, Marcos de Quinto, que se ha negado a retirar su publicidad acusando a HazteOír de intolerante e hipócrita.
HO es tan libre de promover un boicot contra un programa indecente como Coca-Cola es libre de mantener su publicidad en Tele5. Con sus declaraciones, Marcos de Quinto hace gala de una considerable ignorancia de los principios liberales que aparentemente defiende. Posiblemente confunde, como tantos, tolerancia con relativismo, el respeto a la persona con la indiferencia ante cualquier actitud u opinión.
Confieso que no había prestado mucha atención a la campaña, y que ni siquiera firmé en apoyo del boicot, como he hecho en otras ocasiones a petición de HO. En primer lugar, no firmé porque no he visto el programa en cuestión, ni un solo minuto. Creo que uno debe ofrecer su firma en cualquier caso con conocimiento de causa, y yo no estaba dispuesto a tener ese obsceno conocimiento.
En segundo lugar, no me pareció del todo acertada la fórmula de la campaña: acusar al programa de humillar "a la mujer". Creo que bañar en chocolate a una mujer desnuda no es denigrar, humillar o vejar a la mujer, sino a un ser humano. Si ceñimos una correa al cuello de un hombre, y le decimos que ladre, no estamos denigrando "al varón", sino a un ser humano, a una persona. ¿Por qué con una mujer sería distinto? ¿No somos iguales?
Entiendo que, al enfocar la campaña como una defensa de la dignidad de la mujer, se pretendía lograr un apoyo transversal, que no pueda identificarse con una ideología de derechas ni de izquierdas. Pero creo que a la larga esto es un error. Porque ya es hora de que alguien defienda simplemente la decencia, sin necesidad de hacerse perdonar esa defensa con estribillos políticamente correctos. De lo contrario, lo único que conseguimos es que los anunciantes se retiren de una mierda de programa. No está mal, pero yo ambiciono más: que empecemos a quebrar la dictadura de la corrección política, no a asumirla como un paisaje en el que conviene camuflarse.
No ha dejado de ser previsible la respuesta del presidente de Coca-Cola exigiendo a HO que se posicione sobre el aborto y el "matrimonio" gay. Para el ejecutivo, al parecer la dignidad de la mujer incluye, además de poderse embadurnar públicamente de chocolate, el aborto libre, y la equiparación del lesbianismo con la sexualidad procreadora. No comparto ese concepto de "dignidad" (sé que HO tampoco), y por ello mismo, pienso que no deberíamos utilizar el término sin despejar antes cualquier equívoco. Por lo demás, yo no bebo Coca-Cola; como refresco me gusta mucho más la cerveza.