sábado, 7 de mayo de 2011

La tragedia de España

A finales de la segunda legislatura de Aznar, ETA agonizaba. Muchos habían advertido que la Ley de Partidos, concebida para impedir que un grupo terrorista tuviera un brazo político, provocaría un aumento de la violencia. No fue así. La kale borroka disminuyó más del 80 % tras la disolución judicial de Batasuna. ETA asesinó a tres personas en 2003, pero no cometió ningún otro asesinato en los dos años siguientes.

Aznar no negoció con los terroristas. En la primera legislatura acercó presos etarras a cárceles del País Vasco, algunos de ellos gravemente enfermos, gesto que Batasuna tachó de burla, por insuficiente. Aznar se avino a tener contactos con la organización criminal, para comprobar si estaba realmente dispuesta a abandonar las armas, tras su declaración de tregua. Cuando se comprobó que esta era solo una artimaña para reorganizarse, se terminaron las conversaciones. Desde entonces, Aznar persiguió a ETA "con todas las armas del Estado de derecho", incansablemente.

Para ello fueron valiosas las buenas relaciones con Estados Unidos, cuyos servicios de inteligencia pusieron a disposición del gobierno español tecnología avanzada para la lucha antiterrorista, como satélites espía y aplicaciones de desencriptación. No hay que olvidar que Al-Qaeda y ETA llegaron a colaborar intensamente. Terroristas de ETA se entrenaron en Afganistán, compraron misiles Stinger a los yijadistas e incluso recibieron financiación directa de Bin Laden, a través de su tesorero en Dublín, Hamid Aich. En 2001 García Jodrá, jefe del "comando Barcelona", posiblemente tuvo una reunión con Mohamed Atta (quien poco después sería el más famoso piloto suicida del 11-S) y con otro islamista. En ella planearon un atentado conjunto, organizado por ETA y ejecutado por conductores suicidas de coches-bomba, contra la cumbre de la Unión Europea, durante la presidencia española. Por suerte, el comando etarra fue desarticulado a finales de agosto, por lo que esos planes se frustraron (1).

Lo cierto es que hacia 2003, el acoso policial y judicial había dado sus resultados, y ETA se encontraba tocada de muerte. Pero al año siguiente, tres días antes de las elecciones, se produjo el mayor atentado terrorista de la historia de España. La voladura de cuatro trenes, atribuida a los islamistas, provocó casi doscientos muertos, y cerca de dos mil heridos. Instrumentalizando la masacre sin el menor escrúpulo, el PSOE y la izquierda mediática consiguieron que el PP perdiera las elecciones. Llegó entonces al poder Zapatero, un pacifista que empezó por enemistar a nuestro país con los Estados Unidos y pronto se creyó investido de una misión histórica: Lograr la "paz" con ETA. Para ello promovió negociaciones políticas, que incluían dejar sin efecto la Ley de Partidos, con la inestimable colaboración de los jueces amigos, a fin de que el brazo político de ETA pudiera tener presencia en los gobiernos locales.

En mayo del 2006 las "concesiones" llegaron hasta el punto de que desde el Ministerio de Interior se habría producido un chivatazo que permitió a unos miembros del aparato de extorsión de ETA escapar de la policía. El resultado fue que ETA pudo rearmarse, y entre 2006 y 2010 cometer una docena de asesinatos. Pese a ello, todo indica que las negociaciones con los terroristas volvieron a reanudarse, y la prueba decisiva es que el Tribunal Constitucional (dominado por magistrados afines al gobierno) ha permitido que la coalición Bildu se presente a las próximas elecciones municipales y forales. Formada por Eusko Alkartasuna, Alternatiba (comunistas) e "independientes" del entorno de Batasuna, los informes policiales consideran que esa coalición electoral no es más que el "plan B" de ETA para llegar a los ayuntamientos vascos y navarros, tras la ilegalización de Sortu, que permitió al gobierno disimular su pacto con los terroristas.

Resumiendo, siete años después de la llegada al poder de los socialistas, ETA sigue viva, rearmándose en Francia, donde mató a un gendarme, y además se puede presentar a las elecciones, pese a la ley de Aznar que podría impedirlo, si existiera un poder judicial independiente para aplicarla. Así las cosas, los socialistas, con inigualable cinismo, responden a las tibias críticas de la oposición afirmando que es esta la que "da oxígeno a los terroristas".

Una pregunta es inevitable: ¿La recuperación de ETA es un producto de la torpeza insondable de un Zapatero deseoso de pasar a la historia como el hombre de la paz, frente al Aznar de la guerra de Irak? Si es así, pocos ejemplos podemos encontrar de dilapidar la obra de un gobierno anterior de manera tan irresponsable y negligente. Pero la realidad puede ser mucho peor, que al PSOE le convenga que ETA siga existiendo. En el 11-M, fuera obra de islamistas en colaboración con ETA, o de otros, quizás se halle la clave última de nuestra tragedia.
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(1) Nacho García Mostazo, Libertad vigilada. El espionaje de las comunicaciones, Ed. B, 2003, págs. 324-328 y 336-339.