sábado, 25 de junio de 2011

Laicismo orwelliano

"La presencia de capillas en las universidades públicas constituye, a mi juicio, una sacralización del espacio docente laico, un atentado contra la autonomía universitaria, una muestra del control que sigue ejerciendo la Iglesia católica en el terreno de la ciencia y de la docencia, y una censura religiosa del pensamiento crítico y libre."

Estas sandeces, aunque parezca mentira, las escribe un teólogo. Bien es verdad que se trata de Juan José Tamayo, personaje que se distingue por sus diatribas contra Ratzinger y contra el anterior papa, y sus simpatías por el movimiento antiglobalización y la teología de la liberación. Pero centrémonos en su último escrito.

"Sacralización del espacio docente laico". Según sostiene Tamayo, España todavía no ha llevado a cabo la transición religiosa a un Estado laico. Esto es difícilmente cuestionable, salvo por la palabra "todavía", que implícitamente va más allá del hecho, sugiriendo una prescripción: Que esa transición debería hacerse. Es su respetable opinión, pero, como él mismo reconoce, la Constitución no la avala. El modelo español de relaciones entre Iglesia católica y Estado es un caso particular, que a unos podrá gustar más y a otros menos, pudiendo reformarse mediante los correspondientes procedimientos legales y democráticos. Dar por sentado que se trata de una anomalía, elevando una opinión personal a categoría de hecho, revela una escasa pulcritud intelectual.

"Atentado contra la autonomía universitaria". Esto es un ejemplo antológico de inversión de la realidad. Como el mismo Tamayo nos recuerda, la universidad Carlos III, en un ejercicio claro de autonomía, no admite capillas en sus recintos. Y lo que propone es que las otras universidades no puedan ejercer la suya para permitirlas. Por si no ha quedado meridianamente claro: ¡el "atentado contra la autonomía universitaria" es real, y lo quieren perpetrar los laicistas!

"Control que sigue ejerciendo la Iglesia católica en el terreno de la ciencia y de la docencia." Esto ya es de risa. ¿De verdad alguien cree que hoy en día la Iglesia controla la ciencia y la enseñanza? Se nos dirá que hay colegios y universidades religiosos, que existen think tanks y grupos de presión religiosos... Claro, como los hay laicistas y ateos. ¿O es que los católicos van a ser los únicos que no van a poder ejercer la docencia, la investigación o la mera libertad de expresión? ¿Quién es aquí el que quiere controlarlo absolutamente todo, sin que nada escape a su intervención, si no es el laicismo radical?

"Censura religiosa del pensamiento crítico y libre". Claro, pasa un estudiante atemorizado delante de la capilla, y automáticamente ya no se atreve a pensar con libertad, pobrecito. ¿Se pueden decir más gilipolleces en un solo párrafo?

El artículo empezaba saludando con entusiasmo la elección de José Carrillo como rector de la Complutense, el cual, en relación con el asunto de las capillas en las universidades, ha asegurado que el problema de fondo es de libertad religiosa. Y efectivamente, tiene toda la razón, aunque en el sentido exactamente opuesto al que pretende, que prohibiendo las capillas habrá más libertad y no menos. (Como diría Orwell: "La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud", etc.)

Sin embargo, Tamayo disiente en esto del nuevo rector, pues según él en realidad no se trata tanto de la libertad como de la igualdad religiosa. Es decir, si lo he entendido bien, para que no haya agravios comparativos, en la universidad no se debe poder celebrar ningún culto religioso, sea católico, judío, islámico, evangélico o mormón. Desde luego, es una manera de ver la igualdad muy propia de la izquierda. Todos iguales en la miseria y en la esclavitud, excepto los que mandan (en este caso, ateos y agnósticos) que como ya dijo el escritor citado, "son más iguales que otros".