domingo, 1 de marzo de 2009

La ecuación de Dole

¿Somos la única forma de vida inteligente en el Universo? En 1961 el profesor Frank Drake ideó la ecuación que lleva su nombre, y que es un intento de estimar el número N de civilizaciones extraterrestres en nuestra galaxia:

N = R* fp ne fl fi fc L

Donde:

R* es el número de estrellas de la Vía Láctea,
fp es la fracción de estrellas que tienen planetas,
ne el número de planetas a la distancia adecuada de la estrella,
fl la fracción de esos planetas en los que se ha desarrollado la vida,
fi la fracción de esos planetas en los que ha evolucionado vida inteligente,
fc la fracción de planetas donde la vida inteligente ha desarrollado una civilización técnica, y
L es la "esperanza de vida" de una civilización técnica.

El único factor que hoy conocemos de manera aproximada es el número de estrellas de la galaxia. En los próximos años es posible que gracias a instrumentos de observación cada vez más perfeccionados (como la sonda Kepler) podamos precisar fp y ne, y quién sabe si fl. Pero los tres últimos factores son completamente desconocidos, lo que da lugar a que se hayan propuesto los más variados valores de N, desde 1 (es decir, que la única civilización de la galaxia sería la nuestra) hasta millones.

Podría decirse que para este viaje no necesitábamos alforjas. El problema de la ecuación de Drake es que reduce los factores astronómicos y biológicos sobre los que podemos hacer conjeturas razonables -aunque aún nos quede mucho por saber- a sólo los cuatro primeros parámetros, mientras que la cuestión sobre la cual no tenemos la más remota idea la subdivide ociosamente en los tres siguientes.

Poco tiempo después de que fuera formulada la ecuación de Drake, la Rand Corporation publicó el que se convertiría en un libro de culto, Habitable Planets for Man (1964), de Stephen H. Dole, que permite una aproximación más rigurosa al tema, en mi opinión. (Existe traducción castellana, Planetas habitables, ed. Labor, 1972). Dole se propuso un objetivo comparativamente más modesto, que es determinar el número de planetas habitables para la especie humana que pudiera albergar la Vía Láctea (Nhp). Y para ello planteó la siguiente ecuación:

Nhp = Ns Pp Pi PD PM Pe PB PR PA PL

Donde:

Ns es la abundancia de estrellas de masa similar a la solar,
Pp es la probabilidad de que una estrella tenga planetas en su órbita,
Pi es la probabilidad de que la inclinación del ecuador del planeta sea correcta para su distancia orbital,
PD la probabilidad de que al menos un planeta gire en órbita a la distancia adecuada (ecosfera),
PM la probabilidad de que el planeta tenga una masa adecuada, similar a la de la Tierra,
Pe la probabilidad de que la excentricidad orbital sea lo bastante baja,
PB la probabilidad de que una segunda estrella (sistema binario) no convierta el planeta en inhabitable,
PR la probabilidad de que el tipo de rotación del planeta no sea demasiado lento ni demasiado rápido,
PA la probabilidad de que el planeta tenga la edad apropiada, y
PL la probabilidad de que dándose todas estas condiciones astronómicas adecuadas, se haya desarrollado la vida en el planeta.

Como se ve, el análisis de Dole tiene en cuenta muchos más factores. Ciertamente, los planetas aptos para la vida humana seguramente sólo son un subconjunto de aquellos en los cuales ha surgido alguna forma de vida. Pero a juzgar por el único caso que conocemos -obviamente, el nuestro- acaso sean también los únicos que permiten el desarrollo de algún tipo de civilización. Dole, en su estilo sobriamente científico, elude especular sobre la cuestión, aunque apunta que la probabilidad de aparición de la inteligencia debe ser muy remota. Según sus estimaciones, sólo el 0,47 % de las estrellas de la galaxia tienen planetas habitables. Ahora bien, dado que la Vía Láctea contiene más de cien mil millones de estrellas, esto significa que existirían 645 millones de planetas donde ha aparecido la vida. Aunque por supuesto estamos lejos de poder comprobarlo, este dato goza indudablemente de una fundamentación mucho más sólida que las especulaciones excesivamente genéricas de la ecuación de Drake.

¿En cuántos de estos centenares de millones de planetas similares a la Tierra se puede haber dado una evolución parecida a la que conocemos, desde los organismos unicelulares hasta los vuelos espaciales? Carl Sagan, en su libro Cosmos, basado en la mítica serie de televisión del mismo título que tanto nos fascinó a muchos, aventuraba un cálculo inevitablemente tosco, pero sugestivo. Si comparamos la antigüedad de la vida sobre la Tierra (miles de millones de años) con la de la radioastronomía (unas pocas décadas), podríamos decir que la probabilidad de que aparezca una civilización extraterrestre comunicativa es del orden de 1/100.000.000 (una cienmillonésima). Aplicado a la cifra de Dole, tendríamos que de esos seiscientos millones de planetas donde podría haber vida, sólo media docena habrían desarrollado una inteligencia civilizada (con capacidad técnica).

Aunque parezca mentira, quizá sea posible precisar aún más este dato. Existe una poderosa razón para pensar que el número de civilizaciones técnicas de la galaxia sea exactamente una, es decir, la nuestra. Es lo que se conoce como Paradoja de Fermi, según la cual, si las civilizaciones florecieran con relativa frecuencia, ya habríamos entrado en contacto con alguna de ellas, lo cual sugiere que estamos solos, al menos si nos circunscribimos a la Vía Láctea (las otras galaxias están demasiado alejadas para que podamos contactar jamás con sus posibles habitantes). Stephen H. Dole no menciona esta paradoja, pero su obra la sugiere. Él calcula que la distancia media entre dos planetas habitables es de unos 24 años luz. Esto significa que una civilización que iniciara un proceso de colonización de los sistemas solares próximos, los cuales se convirtieran a su vez en bases de sucesivas colonizaciones, aún viajando a velocidades inferiores a la de la luz podría haberse expandido por toda la galaxia en un millón de años. Si existieran múltiples civilizaciones extraterrestres, dado que algunas de ellas serían miles de millones de años más antiguas que la nuestra, cuesta comprender por qué ninguna habría contactado todavía con nosotros, o lo que es más probable aún, no hubiera colonizado nuestro planeta mucho antes de que evolucionáramos desde los primitivos antropoides -con lo que posiblemente el ser humano no habría llegado siquiera a aparecer.

Se han ideado multitud de explicaciones ingeniosas de la Paradoja de Fermi que pretenden eludir la que parece más sencilla y verosímil, que la inteligencia es un fenómeno muy raro a escala cósmica (no digamos ya en el gobierno). Quizás la más popular sería que en realidad, los extraterrestres ya están aquí, pero son unos seres tan altamente civilizados que no interfieren en nuestros asuntos, o lo hacen de manera muy sutil y benévola. Esta especie de concepción neohippie no tiene más fundamento que la de los extraterrestres belicosos de H. G. Wells (La película Mars Attacks es una lacerante parodia de ambas). Dados los largos periodos de tiempo a lo largo de los cuales florecerían las civilizaciones, el encuentro -violento o pacífico- es altamente improbable. Lo lógico es que la primera civilización que consiga progresar lo bastante para expandirse fuera de su planeta acabe ocupando la galaxia entera mucho antes de que pueda volver a surgir otra forma de inteligencia con capacidad técnica. Todo indica, pues, que estamos solos, al menos en esta galaxia. Pese al innegable atractivo de las novelas de Arthur C. Clarke, que desarrollan de manera tan inteligente la visión neohippie, no siento ninguna decepción por ello. Todo lo contrario, me parece reconfortante creer que sólo dependemos de nosotros mismos.

Nota: Se me ocurrió escribir este post tan alejado de mis temas habituales al leer un reciente artículo sobre las declaraciones del astrónomo Alan Boss. Por cierto que en el texto se observa la siguiente errata: "Teniendo en cuenta que hay 100.000 millones de estrellas como el Sol en nuestra galaxia, y 100.000 galaxias en el Universo, puede haber 10.000 trillones de planetas que son buenos candidatos para albergar vida." Por supuesto, se deduce que querían decir 100.000 millones de galaxias, o de lo contrario la multiplicación está mal. La sombra de Almudena Grandes es alargada...