El pasado miércoles, el profesor José Luis Sampedro pronunció un discurso en El Escorial, con ocasión de un acto organizado en su honor por la Universidad Complutense. Entre otras cosas, allí dijo que "en Estados Unidos el homo sapiens parece haber sido reemplazado por el homo faber".
Supongo que Sampedro, que ha vivido en Estados Unidos, no ignora la calidad de las universidades, bibliotecas e instituciones científicas y culturales norteamericanas. Tampoco creo que haya querido decir que el perfil del ciudadano europeo medio sea el de una persona leída y sensible, asidua de teatros, museos y galerías de arte, y no de bares, parques temáticos y televisión (como el estadounidense, se entiende). Estoy convencido de que la pretenciosa y chovinista idea que, comparativamente, a los europeos nos gusta hacernos de nosotros mismos, en el fondo no se la cree nadie -salvo los neoyorquinos progres.
Entonces, ¿qué diablos puede querer decir eso del homo faber? ¿No será una vaciedad apta sólo para públicos predispuestos a aplaudir cualquier cosa que se diga contra el Imperio Yanqui, sobre todo si aparenta ser una reflexión profunda? Sin duda, algo de eso hay.
Pero sobre todo, este tipo de retórica me recuerda poderosamente a la que se estilaba en las primeras décadas del siglo XX, de crítica de la cultura "materialista" de Estados Unidos, y que tuvo su clímax en el pensamiento de autores próximos al nazismo, o directamente nazis, como por ejemplo Spengler o Heidegger. Son concepciones cuyos antecedentes se remontan a la reacción romántica germánica contra la Ilustración anglofrancesa, que oponía el concepto de cultura o espíritu al de civilización, en un sentido no muy diferente de la oposición, algo más burdamente expresada, entre el hombre que sabe y el hombre que fabrica (pero ¿realmente son opuestos?). En fin, el viejo y conocido tufillo antiliberal de siempre.
Según El País, Sampedro es "una de las principales personalidades de la intelectualidad española de izquierda". Me lo creo. Y ello me reafirma en la opinión que me merece la izquierda.