Que enlazo a través de Martha Colmenares, y del que extracto este párrafo, absolutamente luminoso:
<<El relativismo, en realidad, es el nombre civilizado de la agitación y propaganda, aquel viejo y utilísimo agitprop del imperio soviético. Se trata, más que de negar la realidad o reemplazarla por una versión instrumental y útil a determinados fines, de invalidarla; más que de “relativizar” la verdad, mediante la falaz creencia de que toda verdad es siempre, en esencia, subjetiva, de volver inútil su búsqueda. El relativismo es la máscara soft de los viejos mecanismos de control y sofocamiento de la libertad de pensamiento y de expresión. Y no se piense que sólo los regímenes autoritarios o las dictaduras tienen interés en desdibujar y confundir, mezclándolos, los perfiles de los hechos y las ficciones: en la sólida democracia francesa, los parlamentarios llevan dos décadas legislando en materia de “memoria histórica”, y, más previsiblemente, en la España de Rodríguez Zapatero, la izquierda en el poder se ha sacado de la chistera una nueva materia de estudio, “Educación para la ciudadanía”, que en no pocos casos sirve para imponer una lectura de la Historia y unos valores morales ensalzados únicamente por ser acordes con la ideología del partido en el Gobierno. Considerar que la Historia es tributaria de la actualidad o que se reduce a la memoria, forzosamente parcial, de los hechos o, peor aún, que sea un objeto jurídico y, como tal, pasible de sanciones, es el primer paso en la transformación del ciudadano en sujeto de una tiranía. O, para decirlo con Hannah Arendt: “El sujeto ideal del régimen totalitario no es ni el nazi ferviente ni el comunista convencido, sino el hombre para el que la distinción entre hecho y ficción (la realidad de la experiencia) y entre verdadero y falso (las reglas del pensamiento) ha dejado de existir”.>>
Las negritas son mías. La idea de que la verdad no existe, de que sólo existe mi verdad, tu verdad, o más exactamente, de que la verdad no es un valor ("verdad, ¿para qué?", podríamos decir, parafraseando a Lenin) es esencial a la izquierda, para la cual vale todo con tal de conseguir el poder o mantenerse en él (en su lenguaje populista, para que no vuelva la derecha "antigua"). Ejemplo de manual: Zapatero, Príncipe del Pleno Empleo.