Enric González es un ejemplar típico de periodista occidental: Antiamericano y antiisraelí hasta la médula. Siempre en vilo a la espera de las represalias del imperio y el sionismo. Hoy firma un artículo sobre confesiones de soldados israelíes, arrepentidos por ser testigos mudos o participantes en humillaciones infligidas a los palestinos.
Los tres vídeos que ofrece El País, a decir verdad, no contienen revelaciones muy escalofriantes. Uno cuenta como un oficial druso de un puesto de control obligaba (año 2000) a arrastrarse por el suelo a los palestinos que querían conseguir permiso de paso. Es el que provoca más indignación. Otro denuncia el uso de un vehículo militar israelí camuflado como si fuera una ambulancia, y un tercero relata un registro en casa de un palestino, al que los soldados avergüenzan delante de su familia cuando descubren sus películas porno.
La ONG que ha difundido las confesiones, Breaking the Silence, está financiada por judíos, árabes y gobiernos europeos, el español incluido, como no podía ser menos. Ahora solo cabe esperar que esta iniciativa sirva de precedente, y pronto veamos confesiones de militantes palestinos, financiadas también por árabes, judíos y gobiernos europeos como el español. Que nos expliquen su arrepentimiento por haber lanzado misiles "caseros" contra la población civil, por haber utilizado escudos humanos o reprimido a rivales políticos entre sus propios compatriotas. (Los que se han suicidado en actos terroristas, evidentemente no nos podrán contar sus experiencias.)
Pero por supuesto, sé que puedo esperar sentado. Es más difícil encontrar un palestino arrepentido o pacifista que una aguja en un pajar. Y no debería extrañarnos, porque si diéramos con él, su vida estaría en vilo a la espera de las represalias de los propios palestinos.