El gobierno autonómico andaluz ha editado una guía de educación sexual para alumnos de ESO que, entre otras cosas, propone analizar revistas pornográficas. Nada que nos deba sorprender cuando la ideología de género y el hedonismo estatista son divulgados, martilleados, las veinticuatro horas del día desde la televisión y prácticamente todos los demás medios de comunicación. Por hedonismo estatista me refiero a esa ideología según la cual el Estado no debe sencillamente dejar en paz a los individuos en su personal búsqueda de la felicidad, sino que debe ayudarlos y guiarlos para que la encuentren, y hasta garantizársela. Lo cual implica, evidentemente, que el Estado sabe en qué consiste la felicidad. No debemos dejarnos engañar por la retórica falsamente pluralista, o de neutralidad ideológica, del tipo de "hay muchas formas de vivir la sexualidad, todas válidas". Aparte de la cursilería de "vivir la sexualidad", que ya implica sutilmente una determinada ideología, no es cierto que se respeten todas sus formas, pues los modelos de conducta tradicional tienden a ser ridiculizados, implícita o explícitamente, como arcaicos, basados en prejuicios que deberían desterrarse de una vez por todas.
Por esto, me parece de una gran ingenuidad la postura de quienes han criticado esta guía diciendo "no sirve para nada", porque supuestamente los jóvenes de hoy ya están enterados de sobra. Especialmente despistado me ha parecido un psicólogo que ha afirmado que el error de este tipo de material pedagógico es que trata el sexo solo desde "el punto de vista reproductivo". (Ver aquí, al final del artículo.) ¡Precisamente lo que hace el hedonismo estatista es separar la sexualidad de la reproducción, que los niños aprenden mucho antes en la asignatura de medio natural! No menos panoli me ha parecido la exigencia, que he leído en otro lugar (aquí, también al final), de que la educación pública sea "neutral". Precisamente es en nombre de la neutralidad como el gobierno lleva a cabo su adoctrinamiento ideológico, que queda de esta manera preservado de toda crítica, reduciéndola a una forma subjetiva de pensar que podrá ser como mucho tolerada, pero no "impuesta" a los demás. Lo que significa en la práctica que el gobierno sí puede imponer su neutralísima cosmovisión.
El contenido de la ideología hedonista viene perfectamente determinado por su función política. Se trata de inculcar a los jóvenes que el único criterio para las relaciones entre los individuos es la persecución del placer físico. Esto es un ataque frontal a la moral cristiana, antigualla nociva que defiende la monogamia heterosexual y la natalidad, y con ello "traumatiza" a la gente introduciendo conceptos caducos como la culpabilidad, la responsabilidad, la vergüenza y el pudor. El objetivo inmediato es meridianamente claro: Minar los vínculos familiares y desprestigiar a la Iglesia y al propio cristianismo (todo lo más, podemos trivializarlo como una forma de solidaridad con los pobres, o sea, de socialismo precientífico). Con ello se consigue dejar al individuo totalmente a la intemperie, sin mediaciones, frente al Estado, el único que procura su verdadero bien, que le garantiza la felicidad, e incluso la libertad.
El hedonismo estatista a fin de cuentas es una colección de prejuicios groseros (nunca mejor dicho) que pretende eludir toda crítica dejando en la vaguedad y la indeterminación su fuente de legitimidad. Se supone, claro, que existe un fundamento científico, que hay un consenso de los "expertos", pero este no se puede identificar con un canon accesible, sino que en todo caso se nos remitirá al intrincado bosque de las publicaciones de psicología, sexología, etc, donde por cierto hay estudios para todos los gustos. En esto se diferencia por completo del cristianismo, que se basa con toda transparencia en un texto sagrado, perfectamente fijado, cuya validez podemos aceptar o no, juzgando por nosotros mismos, asistidos por la razón y la experiencia.
En la guía editada por la Junta de Andalucía, se dice: "La sexualidad no es sólo la penetración del pene en la vagina, el ano o la boca. Es la capacidad de disfrutar de nuestro cuerpo, del cuerpo de otra persona, del mismo o de distinto sexo." Como se ve, aquí de reproducción no se habla mucho. Es más, se pone en pie de igualdad el coito anal, el oral y la masturbación con el coito vaginal, que es solo "una posibilidad más" (neutralidad). Pero lo que importa señalar aquí es que un mínimo de espíritu crítico nos debería llevar naturalmente a preguntarnos: ¿Quién afirma esto? ¿Por qué esta visión de la sexualidad es necesariamente más verdadera que otra? Obsérvese que la frase en absoluto es meramente descriptiva, no dice simplemente que entre los seres humanos se observan tales y cuales conductas, o efectos psicofisiológicos (el "orgasmo"), sino que define lo que es el sexo, en un restringido sentido materialista, reducible a términos neuro-químicos ("capacidad de disfrutar"). Pero si esto es así, ¿es función de la escuela enseñar a disfrutar? En realidad, bajo el aparente absurdo, se vislumbra el verdadero objetivo: Alejar a los jóvenes de toda tentación de escuchar discursos morales que no emanen de las autoridades laicas y "progresistas", que son las únicas que saben lo que les conviene.
Por si quedara alguna duda del espíritu totalitario que anima a los redactores, estos incluyen cuestionarios con preguntas como "¿sabes si hay algún profesor o profesora al que no le guste que se impartan esas clases en el centro? ¿cuál es la razón?" La "neutralidad" de nuestros ideólogos implica detectar a los desafectos y sugerir a la juventud que se aleje de ellos, aunque sin llegar a la persecución directa. Pero todo llegará, porque mediante leyes como la de No Discriminación y otras, pronto se conseguirá que cualquier cuestionamiento de la ideología de género y el hedonismo estatista sean considerados delitos contra la igualdad o la salud pública. Estamos solo a un pequeño paso de ello, aunque a algunos no se les ocurra otra cosa que hacer chistes sobre las revistas porno en el colegio.