miércoles, 6 de abril de 2011

Matemáticas y sentido común

Vía Almendrera, llego a un artículo de El País sobre el analfabetismo matemático, también conocido como "anumerismo". Como señala el texto, la ignorancia numérica nos hace más vulnerables a la manipulación. Pero llama la atención que la mayoría de ejemplos elegidos sean o bien triviales, o bien sin trascendencia práctica. ¿Es que no se les ocurren otros más pertinentes? El único que quizás tenga cierto interés ilustrativo es el que se refiere a la medida de reducir la velocidad máxima a 110 km/h. El ahorro de combustible, como señalaron enseguida varios comentaristas, es cuatro o cinco veces inferior al estimado por el gobierno. Pero para calcular esto no basta con "saber de números", se precisan nociones de mecánica, estadísticas de transporte, y si me apuran, de termodinámica. De hecho, la más elemental experiencia aconseja poner entre paréntesis casi todas las cifras que aducen los gobiernos, aunque no siempre estemos en condiciones de proponer otras más exactas.

Decir que jugar a la lotería es una estupidez, desde el punto de vista de las probabilidades, no disuadirá nunca a la gente de que juegue. Todo el mundo sabe que es muy difícil que le toque, pero el mero hecho de imaginarlo durante unos días compensa emocionalmente, para muchos, el precio de un número, o de una apuesta. Así que esas afirmaciones de que un ser racional no jugaría a la lotería, no dejan de ser ejercicios de abstracción alejados del mundo real. Por este razonamiento, tampoco valdría la pena votar, dado que la repercusión de un voto individual, en unas elecciones generales, es matemáticamente irrisoria. Y ejemplos como la probabilidad de que dos personas cumplan años el mismo día, en una reunión de x personas, no van más allá del mero entretenimiento.

En lugar de todo ello, sería más interesante reflexionar sobre la influencia del déficit formativo en matemáticas, o en otras ciencias, que se puede detectar en asuntos mucho más trascendentes. Por ejemplo, en embriología. Que una ministra diga que un feto no es un ser humano, eso sí que es analfabetismo funcional. O en ecología. Que algunos medios muestren su preocupación por las 11.500 toneladas de agua radiactiva arrojadas al mar por los responsables de Fukushima, y nos pretendan ilustrar sobre los peligros para la "cadena trófica"... ¿Saben cuántas toneladas de agua contienen los océanos? Yo no lo sabía, pero me he informado: 1,3 trillones. Esto significa que el agua radiactiva de Fukushima supone menos de una cien billonésima parte (aquí, un buen ejemplo de la importancia de saber dividir). Si usted no vive en Japón ¿de verdad cree que tiene muchas razones para inquietarse?

Pero es en economía donde la irracionalidad y la superstición campan a sus anchas. No hay día que, en algún foro, algún conciencia universal diga aquello tan bonito de que la riqueza del mundo está mal repartida, y que hoy no se justifica que nadie viva en la pobreza. Bien, hagamos un sencillo cálculo. ¿Cuánta riqueza se produjo en el mundo el año pasado? Aproximadamente, unos 60 billones de dólares. Pues bien, si simplemente los repartiéramos entre los habitantes del planeta, como toscamente sugieren esas almas bellas, tocarían 8.800 y pico dólares a cada uno de nosotros. ¿Remediaría eso la miseria en el mundo? Hombre, depende de cómo definamos la miseria, y por cuánto tiempo. En un país desarrollado, esa cantidad sólo serviría para vivir como un mileurista poco más de seis meses. En Kazajistán, quizá nos permitiría comer dos años, aunque llevando una vida mucho más modesta. Y pasados esos dos años ¿qué? Porque si repartes todo el pastel entre los 6.800 millones de habitantes del planeta, no está claro quién y cómo producirá el pastel del año que viene.

Efectivamente, las matemáticas son muy necesarias. Pero un poco de sentido común, ya haría milagros.