Dijo Pascal que "nada es más cobarde que hacerse el valiente contra Dios". Siempre he pensado que hay que ser un pobre hombre para sentirse ofendido por un crucifijo u otra imagen católica. Aunque no seas creyente, una mínima familiaridad con el arte, la arquitectura y la literatura de los últimos dos mil años debería bastar para llevarte a ser tolerante con la iconografía religiosa de nuestra civilización. Quienes defienden la retirada de los símbolos cristianos de los espacios públicos, o bien son unos ignorantes, o bien están dominados por una manía de tal naturaleza que la instrucción no basta para curarla.
Ahora hemos sabido que una imagen de la Virgen del Pilar fue retirada (desconozco si solo temporalmente) de la Academia de la Guardia Civil de Aranjuez, en previsión de la visita del ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. La medida, excuso decirlo, no fue una iniciativa de la academia, sino que vino dictada desde el propio ministerio. Un colaborador de Rubalcaba habría informado a Libertad Digital de que con la retirada de la Virgen se pretendió "no herir sensibilidades al considerar que no era de recibo que la talla estuviese presente en el lugar mientras Rubalcaba tomaba el tradicional ágape tras la visita." (Por cierto, lo de "ágape" demuestra la cómica ignorancia de quien haya usado esta palabra, precisamente esta.)
¿Qué les parece el tonillo soviético? "No era de recibo" que la Virgen presidiera una comida, claro, habiendo una autoridad superior como la de Rubalcaba. He aquí el origen de la obsesión antirreligiosa del poder socialista: No pueden tolerar que haya nada por encima de ellos, ni la moral, ni la religión, nada. Pero en su endiosamiento, no dejan de ser unos miserables, unos pobres hombres. Me dan profundo asco, pero algo bueno tiene el clima que están creando, al menos para mí. Hacen que cada vez me acerque más a la religión en la que fui bautizado. En el comedor de mi casa hay una pequeña imagen de la Virgen de la Peña de Francia, cuyo santuario en Salamanca visité hace un par de años. No hace falta que diga que en mi casa Rubalcaba está vetado.