El Titanic se hundió hace 99 años, en la madrugada del 15 de abril de 1912, tras chocar el día anterior (aniversario también de la República española) con un iceberg. Pues bien, suena a chiste, pero Zapatero ha aprovechado este funesto doble aniversario para comparar a España con un "poderoso transatlántico" que navega "con fortaleza". Lo que me extraña es que no haya asegurado que "ni Dios podría hundir este barco", como según la leyenda afirmó el constructor, o el capitán, que no estoy muy puesto en titanología. Hubiera sido típico de su estilo de masonazo.
En serio, lo de este tío me supera. Setenta años después de la instauración de un régimen político que a los cinco años terminó en la guerra civil, y noventa y nueve después del naufragio del Titanic, no se le ocurre otra cosa (¡para tranquilizarnos!) que comparar a España con un transatlántico. Ustedes dirán lo que quieran, pero la cosa va más allá de la anécdota, adquiere categoría de símbolo.
Tomen una fotografía cualquiera de Zapatero y auméntenla. Observarán en sus pupilas la vieja postal del Titanic yéndose a pique, palabra. Aumenten ahora todavía más la imagen de cualquiera de sus ojos hasta poder distinguir, a través de las ventanas del puente de mando, al capitán del barco agarrando firmemente el timón. Su sonrisa de joker, sus cejas circunflejas... ¿No lo reconocen?