miércoles, 10 de septiembre de 2008

Ofrenda a Rafael Casanova

Con motivo de la celebración de los nacionalistas catalanes, vale la pena reproducir aquí algunos fragmentos sobre los últimos años de vida de Rafael Casanova, el Conseller en Cap de Barcelona durante el sitio de 1714, cuyo monumento en Barcelona recibirá como cada año las ofrendas florales de partidos y otras organizaciones. Ahí va mi traducción castellana:

"La lucha se arremolinó en torno de la bandera de Santa Eulalia, que Casanova, con Lanuza, Pinós y los otros prohombres, había mantenido siempre en primera línea. (...) Sobre el terraplén de la muralla entre los baluartes del Portal Nou y de Sant Pere cayó entonces, con el muslo traspasado por una bala, el Conseller en Cap Rafael Casanova. (...) Llegó en estado grave al colegio de la Merçé, donde lo hospitalizaron. (...) Digamos todavía que la Generalitat, siguiendo el ejemplo de los Consellers, había sacado igualmente su bandera, la de Sant Jordi." (...)

"Sus amigos, ante su impotencia física, dispusieron de él. En algún aspecto, la cosa fue bien lamentable, ya que decidieron la destrucción de todos los papeles particulares del Conseller en Cap (...). Resultó acertada, en cambio, la determinación de hacerlo pasar por muerto (...). Valiéndose probablemente de un médico amigo, lo inscribieron como muerto en el registro del hospital de la Santa Creu." (...)


"Al cabo de un tiempo, el herido fue trasladado en secreto a Sant Boi de Llobregat, donde existía la casa paterna de su mujer. Muerto también el suegro de Casanova (...), la casa y las tierras eran heredadas por Rafael Casanova i Bosch, el único hijo del Conseller en Cap. El chico, todavía muy jovencito, volvió al lado de su padre después de la capitulación de Cardona, donde había servido de alférez (...). Gracias a los bienes de su hijo, quien fue jefe del Gobierno Catalán pudo evitar estrecheces económicas durante el largo periodo que vivió escondido. Durante este tiempo, el joven Casanova tenía que pasar los inviernos fuera, porque seguía sus estudios de derecho en Cervera. En esta ciudad, destacada por la adhesión a Felipe V, comenzaba a funcionar la nueva universidad, después de la supresión de todos los Estudios Generales del Principado."

"En 1719, y acogiéndose seguramente a alguna disposición moderadora que comenzaba a ser posible a los cinco años de posguerra, Casanova abandonó su escondite. Volvió a Barcelona, públicamente, y ejerció otra vez su carrera."

"En 1725, como resultado de la paz entre España y el Imperio, le fueron devueltos sus bienes. (...) En 1730 se casó el hijo Casanova. Siete años más tarde, el antiguo Conseller en Cap se retiró a Sant Boi, a vivir con el hijo y la familia que este había constituido. Murió en aquella población en 1743 [a los 83 años]." (Santiago Albertí, L'onze de setembre, Albertí, editor, 2ª ed., 1977, págs. 348-400.)

Quédense con el detalle de las banderas de Santa Eulalia y de Sant Jordi... La senyera no se menciona. Por supuesto, ni Casanova ni los demás dirigentes que defendían las pretensiones austriacistas al trono de España (sí, Es-pa-ña) abrigaron nunca remotamente algo parecido a ideas nacionalistas, que no aparecerían en Europa hasta un siglo más tarde.

En cuanto a las instituciones barcelonesas y catalanas suprimidas, es difícil y seguramente ocioso conjeturar hoy si hubieran podido evolucionar de manera favorable a las libertades. Yo no lo descartaría, a juzgar por casos comparables de otros países, como Inglaterra u Holanda, que supieron utilizar inteligentemente sus tradiciones e instituciones como diques de contención del despotismo. Y desde luego para nada calificaría a la dinastía borbónica de "liberal", como hace Álex Rosal en un artículo, por lo demás muy correcto.

Puede que no sea mala idea homenajear a Rafael Casanova, aunque por motivos muy distintos del nacionalismo. Él pensaba que con Felipe V habría menos libertad, no sólo para Cataluña, sino también para España, aunque posiblemente, la idea que el prohombre barcelonés tuviera de las libertades estaba inextricablemente unida a la conservación de los privilegios de su estamento. Pero eso es prácticamente una constante en la historia de la libertad, desde los tiempos al menos de la Carta Magna de los barones feudales ingleses. El nacionalismo, en cambio, no está esencialmente interesado en limitar el poder del Estado, sino en crear otro Estado. Posiblemente por ello su interpretación de la figura de Casanova sea la más alejada de la verdad que podría haberse hecho. Y la más injusta.