Ahora añadan la "cultura de la sostenibilidad", la igualdad de género, la promoción del catalán, los cuatro canales públicos de TV autonómica etc etc, y empezarán a barruntar ligeramente por qué el gobierno autonómico catalán está siempre tan enfadado con Madrid por el asunto de la financiación.
Eso sí, no se les ocurra criticar los gastos en "cultura de la paz". Serán tachados de militaristas desalmados. ¿No es mucho mayor el gasto en armamento? les replicarán. Claro, siempre habrá gente amargada incapaz de reconocer los importantes esfuerzos de mediación de la Generalitat entre Rusia y Georgia para evitar el estallido de las hostilidades.
Bien es cierto que las guerras no se van a acabar de un día para otro, pero claro, las cosas no son tan sencillas. Lo que hay que hacer es educar en los "valores de la paz", para que los hombres y mujeres de mañana comprendan que los conflictos bélicos no son la solución y bla bla bla.
Los "valores de la paz". Permítanme que les diga sintéticamente en qué consisten:
- Los Estados Unidos siempre tienen la culpa.
- Israel también.
- El Islam es una religión pacífica, los musulmanes que aprueban la violencia son una minoría.
- La causa de los conflictos está en la pobreza (y los Estados Unidos, no lo olviden).
- Suerte que tenemos unos gobernantes progresistas que hacen todos los esfuerzos posibles por la "solución dialogada de los conflictos". (Incluso vender armamento a Hugo Chávez y a Ahmadineyah: lo que sea por la paz).
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El Vicepresidente Segundo del Instituto Catalán Internacional por la Paz aparcó su BMW en el garaje de su casa, situada en una tranquila zona residencial, de esas donde no hay botellón. Se detuvo un instante en el jardín, contemplando la primera estrella que empezaba a brillar en el cielo, en el anochecer de un día de trabajo intenso. Se sintió satisfecho. Había impartido una conferencia a unos estudiantes, le habían aplaudido. (El chiste sobre Bush arrancó carcajadas cómplices del público.) Esos jóvenes, que constituían una muestra bien representativa de su generación, continuarían siendo votantes fieles de partidos de progreso. El Instituto podía contar con seguir recibiendo la subvención, desde luego. Viajes, comidas de trabajo en buenos restaurantes, aún tendría unos años espléndidos por delante, y ello sin necesidad de ir a mendigar a estúpidos empresarios la financiación necesaria.
Algo le distajo de sus pensamientos. Un coche deportivo cruzó frente a su casa, al parecer también de vuelta del trabajo. "Joder -se dijo para sus adentros-, no me digas que el vecino se ha comprado un Aston Martin... No estaría mal, para ir los fines de semana a la torre. Claro que con tantos radares, ¿para qué quiero ese cochazo? Pero seré tonto... ¡Si el jefe de los mossos es mi amigo Joan!"
Finalmente, se dirigió a la entrada de la casa. Se sentía aún joven, con ilusiones. Decidió servirse un Macallan 12 años, mientras meditaba sobre la paz.