Un discurso es sólo un discurso, y pretender deducir cómo será el mandato de Obama por el que ha pronunciado en su toma de posesión, sería temerario.
Es cierto que el nuevo presidente de los Estados Unidos no ha eludido los guiños a la parroquia izquierdista, suficientes para que la Bolsa lo haya recibido con una considerable caída en sus índices. Digno de nota ha sido lo de que una nación no puede prosperar ayudando sólo a los ricos (a nation cannot prosper long when it favors only the prosperous), afirmación sin duda verdadera, pero poco oportuna en el país donde probablemente los pobres tienen más oportunidades de dejar de serlo que en ningún otro.
Sin embargo, en líneas generales Obama no se ha salido del guión esperable en el discurso inaugural. De manera insistente se ha referido a la historia, la tradición y los valores de los fundadores de los Estados Unidos: la libertad, la igualdad de oportunidades, la responsabilidad, el patriotismo... Y ha reafirmado la voluntad de continuar defendiéndolos frente a los enemigos de Occidente. Especialmente relevante ha sido que haya dicho "no pediremos perdón por nuestro modo de vida" (we will not apologize for our way of life, nor will we waver in its defense), y que haya desautorizado a aquellos dirigentes que culpan a Occidente de sus males, en lugar de asumir sus responsabilidades (your people will judge you on what you can build, not what you destroy) Muy importante asimismo es el recuerdo de las victorias contra el fascismo y el comunismo, los dos hechos fundamentales del siglo XX.
Tampoco han faltado las alusiones religiosas, aunque me ha llamado más la atención que en un determinado momento se haya referido también, además de a cristianos, musulmanes, judíos e hindúes, a los "no creyentes". A algunos esto quizá les sobrará, y en parte es cierto que se suma a los "guiños" de que hablaba, pero a mí me ha parecido un indicio no desdeñable de que las connivencias islámicas de Obama (algunos han sugerido que era secretamente musulmán) serían como mucho agua pasada. Un musulmán difícilmente tendría unas palabras no excluyentes para agnósticos y ateos en un país como los Estados Unidos, donde son una minoría a la que no necesitaba mencionar.
En conjunto, pues, y dejando de lado alguna nota falsa, un más que aceptable discurso, en la mejor tradición americana, de defensa orgullosa de los propios valores que han originado la grandeza de ese país. Ahora falta saber si además de pronunciar bonitos discursos, Barack Obama estará a la altura de ellos, cosa que no tengo nada clara.