Alguno dirá que he tardado en darme cuenta, transcurrido un año largo desde que inicié este blog. Pero como suele decirse, siempre hay una gota que colma el vaso, y en mi caso ha sido mi reciente post "Consejos para evitar una violación", el cual provocó algunas reacciones que me han hecho prácticamente abandonar toda expectativa de que pueda entablarse un debate racional sobre determinados temas.
En esa entrada criticaba yo cierta tesis políticamente correcta según la cual, la violencia sexual sería básicamente consecuencia de un afán machista de dominio, y la motivación estrictamente sexual un mero elemento justificatorio. Sobre todo, intenté distinguir mi crítica de cualquier asomo de justificación de los delincuentes sexuales, pues el pensamiento políticamente correcto se basa en gran medida en esa falacia. Si tú cuestionas que el machismo o la agresividad en general sea un fenómeno puramente cultural, resulta que lo estás justificando.
Pues bien, fue inútil tratar de explicarlo. Los comentarios progres no ahorraron ironías del estilo "si es que las visten como putas"; categóricas condenas de los violadores, como si los demás no experimentáramos la misma repugnancia hacia tales sujetos; ni solemnes apologías del derecho de las mujeres a vestir y comportarse como quieran, como si yo hubiera defendido lo contrario, y no me hubiera esforzado en distinguir entre tener absoluto derecho a algo, y que sea prudente ejercer ese derecho en determinadas circunstancias.
Pero nuestros progres no atienden a los argumentos ni a las matizaciones. Si les parece que un discurso no encaja dentro del pensamiento único "progresista", el procedimiento habitual consiste en denunciar el mero hecho de que pueda existir, ridiculizándolo o criminalizándolo, para lo cual se le atribuyen determinadas tesis del pensamiento más reaccionario o más cínico, incluso aunque -como suele ser habitual, y en previsión de las críticas más burdas- dicho discurso se haya empeñado en disipar cualquier tipo de confusión al respecto.
Es decir, uno puede criticar, por ejemplo, las leyes de igualdad de género, poniendo todo el énfasis necesario en la igualdad entre hombres y mujeres. Da igual, se le acusará de machista, y de defender aquello de "la mujer en casa y con la pata quebrada".
Los progres no atacan argumentos, sino estereotipos. Uno ya puede desgañitarse exponiendo su posición, que es lo mismo. Si te apartas de la ortodoxia progre, eres un facha irrecuperable, cuyas opiniones no merecen siquiera ser debatidas, sino que en sí mismas son la ilustración de aquello en lo que no se puede caer nunca. Sólo cabe, pues, la mofa y la repetición de las consabidas consignas. Sin pretender compararme, es el mismo tipo de táctica que se emplea con autores como Pío Moa. Como su interpretación de la II República y la guerra civil no casa con los prejuicios en boga, se le tacha de neofranquista y se evita el verdadero debate, con lo cual el paradigma historiográfico "progresista", que garantiza el endogámico reparto de cargos académicos, no se ve amenazado.
Por todo ello me propongo ser más riguroso en la moderación de los comentarios. Si hasta ahora me he limitado a rechazar los ofensivos o de mal gusto, en adelante rechazaré sistemáticamente todos los off topic, las descalificaciones que no entren al fondo de los argumentos y los anónimos que no aporten nada. Con ello espero evitar que se degrade el nivel y no perder tiempo replicando las tonterías más previsibles. Así que amigos progres, habrá que esforzarse un poco más.