Un hecho resulta insoslayable, y es que la situación política en Estados Unidos es –sin exagerar demasiado– la opuesta a la de España. En nuestro país, quien se encuentra a la defensiva es la derecha, no la izquierda. Es ésta la que se ha adueñado del lenguaje y ha tenido la habilidad de llevar a su terreno el debate ideológico. El libro de Lakoff precisamente está dirigido a quien se encuentra en esta situación de desventaja, y lo que pretende es revertir tal estado de cosas. Por eso buena parte de su contenido merece ser tenido en cuenta por la derecha española.
Lakoff, además de un progre entrañablemente previsible, es profesor de Ciencia Cognitiva y Lingüística en Berkeley. Su teoría es que todos funcionamos mediante el uso de marcos y metáforas inconscientes, en las cuales integramos cualquier información objetiva que recibamos. Si un hecho no encaja con nuestro marco mental de referencia, lo rechazamos.
“Los conceptos –afirma– no son cosas que pueden cambiarse simplemente porque alguien nos cuente un hecho*.”
“La verdad, por sí sola, no te hará libre. Decirle al Poder únicamente la verdad no funciona. Tienes que enmarcar eficazmente las verdades desde tu perspectiva.” (p. 58)
“No puedes ganar exponiendo simplemente hechos ciertos y mostrando que contradicen las reivindicaciones de tu oponente. Los marcos prevalecen sobre los hechos. Los marcos de él se mantendrán y los hechos rebotarán. Reenmarca siempre.” (p. 166)
Esto implica, además, que la gente no se mueve tanto por lo que se supone son sus intereses, como por su identificación con unos valores y una visión del mundo.
“El Partido tiene que ofrecer al país –dice Lakoff– una visión moral clara, una visión común a todos los progresistas. No puede presentar sus programas como si fueran una mera lista de la compra.” (Págs. 18-19)
Y añade más adelante:
“Los candidatos liberales [= de izquierdas, en el lenguaje político norteamericano] tienden a guiarse por las encuestas, y así deciden que tienen que hacerse más «centristas», por lo que giran a la derecha. Los conservadores no giran nunca a la derecha y, sin embargo, ¡ganan!” (p. 43)
(En adelante, para adaptar estas afirmaciones a la realidad española, sustitúyanse mentalmente todos los términos referidos a la izquierda por los opuestos de la derecha y viceversa.)
Los marcos mentales son activados por determinadas palabras. Por eso, quien consigue imponer un determinado lenguaje, triunfará activando el marco de su ideología. De ahí deriva el
“principio básico del enmarcado para cuando hay que discutir con el adversario: no utilices su lenguaje.” (p. 24)
Sin embargo, no hay que caer en el error de pensar que todo es una mera cuestión de comunicación. Lo primordial es tener clara la propia visión global de las cosas (el marco). Las ideas y por tanto las palabras surgirán entonces con naturalidad. Una vez se dan estas condiciones, lo siguiente es
“repetirlas una y otra vez, continuamente, y afirmarlas hasta que ocupen el lugar adecuado en nuestras sinapsis. Pero eso lleva tiempo. No ocurre de la noche a la mañana. Por eso hay que empezar ya.” (p. 50)
“El ala derecha [recuerden: para nosotros, la izquierda] ha utilizado durante mucho tiempo la estrategia de repetir continuamente frases que evocan sus marcos y que definen las cuestiones importantes a su manera. Tal repetición consigue que su lenguaje parezca normal, que el lenguaje cotidiano y sus marcos parezcan normales, modos cotidianos de pensar acerca de las cuestiones importantes.” (p. 81)
Resumiendo, para contrarrestar esta hegemonía del modelo seudoprogresista, hay que oponer un modelo alternativo.
“Tienes que hablar desde tu perspectiva moral en todo momento (...) Clarifica tus valores y utiliza el lenguaje de los valores. Abandona el lenguaje de los fontaneros de la política.” (p. 58)
Sin entrar ahora en una valoración de las teorías cognitivas del autor, lo que escapa por completo a mis conocimientos, no hay duda de que al menos en su aplicación práctica suenan muy convincentes. El Partido Popular montó su campaña electoral en torno a “los problemas que de verdad interesan a la gente” Pero ¿qué se supone que es lo que de verdad interesa a la gente? ¿El precio de la leche y los huevos? Cierto que también defendió principios morales, como en la cuestión de las negociaciones con ETA. Pero no ha bastado con ello, ni siquiera con poner en evidencia las mentiras de Zapatero. Una mayoría de la población ha creído que el fin de la “paz” justifica los medios, y la oposición ha sido incapaz de cambiar esa mentalidad, ha creído que con su digna actitud contraria era suficiente para recibir adhesiones. Todo por no tener la valentía de salir del armario, es decir, defender su propia visión del mundo en lugar de darla por sabida (en realidad, pasar de puntillas ante las cuestiones ideológicas) y preferir refugiarse en la “buena gestión” y demás virtudes de probos funcionarios.
No deja de resultar penoso que un progre americano parezca haber aprendido más de la derecha americana (por mucho que lo enmascare como deducciones científicas) que la propia derecha española.
(En el próximo post continúo con el análisis del libro y su interesante teoría acerca de los dos modelos de familia, que recuerda a la teoría de Thomas Sowell. No os lo perdáis.)