Estar de acuerdo en todo lo que dice Federico, de las 6 de la mañana hasta me parece que las 12 que dura su programa, cinco días a la semana, incluyendo su columna en El Mundo, sus libros y su blog sería algo prodigioso, lo nunca visto. Vamos, que ni dos gemelos univitelinos podrían aspirar a semejante coincidencia.
Dicho esto, evidentemente somos muchos los que compartimos sus posiciones fundamentales. Así, en lo del 11-M, creo que tiene más razón que un santo, y se me disculpará el chiste fácil en alusión a la cadena de los obispos. Si pensar que el 14 de marzo del año 2004 triunfó en España un golpe de Estado es ser un conspiranoico, muchos desde luego lo somos.
Ahora bien, hablar como hace Iracundo, del “apoyo incondicional” al PP por parte de Federico, me parece sumamente inexacto. Yo hablaría más bien de una relación amor-odio. Para cualquiera que lo siga mínimamente, es una evidencia que FJL lleva desde hace mucho tiempo defendiendo la existencia de una derecha liberal española. Esto puede hacerse de dos maneras, básicamente. Creando un partido nuevo, o intentando que el principal partido de la derecha asuma los postulados liberales y no reniegue de ciertas concepciones del conservadurismo clásico. Como desde luego no se logrará, es creando un partido nuevo… de izquierdas. Que es lo que son UPyD y Ciutadans.
Jiménez Losantos, es cierto, no pierde oportunidad de expresar cierta simpatía hacia el partido de Rosa Díez. Y en cuanto a C’s, en sus inicios al menos hizo incluso más que eso. Pero jamás ha negado que sus posiciones están más próximas a lo que podemos llamar derecha (libertad económica y respeto a la tradición judeocristiana) que no a la izquierda más agresivamente laicista y de tendencias socialistas o víaterceristas, por mucho que en algunos puntos programáticos el discurso de los partidos citados parezca más congruentemente liberal que el del PP (crítica sin medias tintas del nacionalismo, de la escasa división de poderes, etc).
Que Jiménez Losantos sea de derechas, podrá gustar o no. Pero apuntar esa característica en el capítulo de sus “miserias”, porque implica no apoyar por encima de otros al partido en el que Isidoro milita, se asemeja mucho a una pataleta infantil. Claro que a lo mejor lo que le resulta embarazoso es ese apoyo -por tibio que sea- de la COPE. Ya se sabe que hay quien perdona antes una ofensa que un favor.