Empieza a concretarse la idea de que los militantes del Partido Popular puedan elegir al presidente del partido por democracia directa. Ciertamente, no deberíamos idealizar el procedimiento, pues la clave se encuentra en cómo se accede a ser candidato. Es como mínimo dudoso que los que se presenten sean necesariamente los mejores posibles. Ahí tenemos las dudas que despierta McCain en Estados Unidos. Pero siempre será preferible un sistema de elección democrático que no el habitual de las intrigas de despacho y de restaurante.
Sobre todo, deberían llevarse a cabo primarias en el PP por una razón. Y es que por fin sabríamos si el gran partido de la derecha es más o menos liberal, conservador, democristiano, socialdemócrata o troskista. Según el líder que salga elegido, los que nos consideramos de derechas a fuer de liberales, tendremos, ya que no un elemento de juicio definitivo para saber si el PP es nuestro partido, sí por lo menos una base mucho más sólida que el mero deseo de que lo sea. Exactamente igual que los que son liberales a fuer de derechistas.
Aquellos que creemos que tan enemigo de la libertad es el relativismo moral como el fanatismo (que además suelen aliarse objetivamente), no podemos más que sentir el máximo respeto por quienes ven en la limitación del Estado un medio para salvaguardar sus conviciones morales o religiosas y el valor de la responsabilidad individual. Y viceversa. Unos pondrán el acento en la libertad de expresión y la libertad de empresa, y otros en el derecho a la vida y a elegir la educación de sus hijos, pero es evidente que desde nuestros distintos orígenes, confluimos en nuestra oposición al estatismo y a un embaucador concepto de falsa modernización, que en realidad halaga nuestros instintos gregarios más atávicos.
¿Cómo saber si, como sospechamos, el PP es el partido en el que básicamente puede darse esa confluencia, o si más bien la realidad se corresponde con una agrupación informe de familias ideológicas cuyo único común denominador sería un sentimiento tribal de pertenencia a una organización? Pues está claro que un método excelente para decidir la cuestión es celebrar elecciones primarias dentro del partido, y cuanto antes mejor. Muchos no ocultan su regocijo ante la actual crisis en la derecha, pero si se sabe aprovechar la situación con inteligencia y honradez, más de una sonrisa podría quedarse helada. Y en plena primavera.