La hegemonía del paradigma seudoprogresista (antioccidental, anticapitalista, anticonservador) en los medios de comunicación de todo el mundo es patente. Los periodistas, intelectuales y artistas suelen adoptar mayoritariamente posiciones y actitudes "progresistas". Incluso en aquellos medios que pasan por conservadores, nos encontramos con columnistas estrellas de tendencia claramente (cuando no extremadamente) izquierdista, y crónicas de los corresponsales extranjeros ferozmente antiestadounidenses y antiisraelíes.
Sin embargo, en la mitología de la izquierda la situación se representa exactamente al revés: Los periodistas "progresistas" son como los indios resistiendo heroicamente, pero con fuerzas mucho menores, los embates del Séptimo de Caballería (la poderosa "derecha mediática").
Un artículo publicado el miércoles pasado en El País abunda en esta percepción. El autor, no contento con el dominio aplastante de los progres, la emprende contra los escasos medios en los cuales se vislumbra alguna alternativa al pensamiento único de izquierdas, a los cuales atribuye la causa de una supuesta derechización de los intelectuales y las clases medias, detectable a partir de los años noventa.
Lo más interesante del artículo es cómo explica esta supuesta pujanza del pensamiento conservador. Por una parte, la considera un fenómeno mundial, pero no analiza sus causas globales, ni menciona la caída del Muro de Berlín en 1989, sino que se circunscribe a España. En realidad, el artículo es poco más que una invectiva contra el diario El Mundo, disfrazada de pedantesca reflexión sociológica. Para el autor, la habilidad de Pedro J. Ramírez ha consistido en asociar al PSOE con la corrupción y el crimen de Estado (¡no puede ser! ¿por qué?) y en "sacar de foco al franquismo y a la derecha de UCD, hoy en el PP".
¿Cómo se puede consentir que alguien dé por sabido que Franco ha muerto? Es preciso reeducar a esta generación díscola, que porque ha vivido el felipismo, se ha hecho una imagen inexacta e injusta de lo que es el socialismo. Afortunadamente, la ley de Memoria Histórica de Zapatero pretende poner de nuevo las cosas en su sitio. A un lado tendremos a los socialistas, y al otro, a los fascistas: "No pasarán".
En definitiva, hay que "sacar de foco" los GAL y la corrupción (y el 11-M), y a nivel mundial, debe olvidarse lo antes posible el desastre descomunal del "socialismo real", para que la derecha no pueda presentar a la izquierda "como antigua, utópica o poco ilusionante". Lo ideal sería encontrar los restos mortales de Lorca y volverlos a enterrar en un lugar adecuado, por ejemplo en Paracuellos, donde, por supuesto, nunca ocurrió nada digno de... enfoque.