Quienes defienden la eutanasia ya tienen su premio. El gobierno regulará la objeción de conciencia de los médicos que no quieran ser cómplices de un asesinato. Y ya sabemos lo que significa regular en el lenguaje de la administración: Restringir una libertad que hasta entonces nadie discutía.
Así es como algunos autodenominados liberales defienden la libertad contra la carcundia y el oscurantismo teocón de la derecha vaticanista y bla bla bla: Aliándose objetivamente con el Estado Providencia. Lo bueno es que encima reparten carnés de liberales.
Algunos hemos explicado hasta la saciedad por qué el individualismo hedonista no favorece la causa de la libertad, aunque se sirva de una retórica liberal. Primero dejaremos que el Estado se haga cargo de los ancianos y enfermos, "para que no sufran" (y de paso, para que no incordien), después que se haga cargo de los niños (republicanismo laicista, educación para la ciudadanía), y por último todos los demás nos arrojaremos en brazos de la paternal administración, pues a fin de cuentas, ¿quién vela por nosotros desde la cuna a la tumba, si hemos disuelto todos los vínculos familiares y espirituales entre los individuos, a mayor gloria de unas entelequiales virtudes republicanas?
Algunos en Red Liberal tildan de reaccionarios a quienes no encajamos con su visión decimonónica del progreso. Tiene gracia. Abogan por la investigación con embriones con el "argumento" de que así se evitarán supuestamente millones de muertes. Esta clase de discurso de afectación moral me recuerda poderosamente al que trata de criminalizar a los escépticos sobre el cambio climático haciéndoles responsables de no sé qué catástrofes hipotéticas que se ciernen sobre la humanidad. Porque de los incontables frentes de investigación médica que existen, algunos experimentamos dudas éticas acerca de una en concreto, resulta que queremos parar el progreso y debemos cargar sobre nuestra consciencia todas las muertes por enfermedad de origen genético habidas y por haber en el futuro. Dudo que la desmesura sea el mejor método para defender ninguna posición, salvo que uno ande poco sobrado de recursos intelectuales.
Por supuesto que estar en contra del aborto o de la eutanasia no es una postura exclusivamente liberal. Por lo que he podido escuchar a Miró i Ardèvol, el presidente de e-cristians, no es en absoluto un liberal, sino que encaja más bien con un perfil conservador en el sentido que utilizaba Hayek en su conocido ensayo Por qué no soy conservador. Pero que un liberal coincida en algunos asuntos con un conservador no le convierte en conservador, ni viceversa. Por supuesto, en el sentido en el que se usa el término en Estados Unidos, no tengo empacho en que se me adjetive como conservador. El problema es que cuando matizaciones tan elementales se hacen necesarias, es señal de que la marrullería y la demagogia barata están en auge.
sábado, 22 de marzo de 2008
Si no me llaman teocón, algo estaré haciendo mal
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