miércoles, 15 de mayo de 2013

Equidistancia injusta

Nadia Eweida, la cristiana copta que hace siete años fue despedida de British Airways por llevar un pequeño crucifijo colgado del cuello, ha sido premiada por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, por su contribución a la libertad religiosa.

El veterano periodista Antoni Coll, en su columna diaria del Diari de Tarragona, se hace eco de esta noticia y, rememorando el papel de aquella fundación en la resistencia contra el comunismo, concluye su escrito con esta frase: "También el capitalismo necesita ejemplos de resistencia."

¿Fue el sistema capitalista la causa de que algún estúpido directivo de una empresa despidiera a una trabajadora por llevar un crucifijo? Me pregunto también si el capitalismo es la causa de las leyes a favor del aborto y del matrimonio gay. ¿Son los manifestantes provida resistentes contra el capitalismo?

El Tribunal de Estrasburgo obligó a British Airways, a principios de año, a indemnizar a Nadia. No es que las instituciones europeas se caractericen por su esmerada protección del legado cristiano de Europa, pero ¿se imaginan a un tribunal soviético fallando a favor de una empleada, despedida por razones ideológicas?

En nombre del marxismo fueron asesinados y perseguidos muchos miles de cristianos en el siglo XX. El próximo 13 de octubre, medio millar de ellos serán beatificados en Tarragona. Sospecho que quienes criticarán esta ceremonia, así como aquellos que se oponen a la presencia de simbología cristiana en el espacio público, en gran parte son también simpatizantes del socialismo, sea en su variante socialdemócrata o en otras más extremistas.

Puede que el bienestar sea una de las causas del proceso de descristianización de Occidente. Jesús dijo que antes pasará un camello por el ojo de una aguja que un rico entrará en el cielo. Y no hay duda de que en el capitalismo la gente es mucho más rica que en cualquier otro modelo social. Pero esto es, en cualquier caso, algo muy distinto de perseguir a las personas por sus creencias.

Si algo como lo que ocurrió en España en 1936 se llegara a repetir en Occidente, no sería debido a la economía de mercado, sino a la acción de gobiernos u organizaciones que no tienen nada que ver con el mercado libre, cuando no son abiertamente hostiles a él. Poner al capitalismo al mismo nivel del comunismo no sólo es hacerle un inmerecido favor al segundo: es una forma de espectacular ceguera para reconocer a los auténticos enemigos.