lunes, 24 de enero de 2011

¡Por poco!

El rebote por la ley antitabaco está bastante extendido, tanto en la izquierda como en la derecha. Si hace unos días El País nos propinaba una de sus monsergas pedagógicas tratando de convencernos de las bondades de la delación, con el argumento tan caro a los progres de que, supuestamente, es algo a lo que ya están acostumbrados los civilizados países nórdicos, Javier Marías se desahogaba ayer en el mismo periódico con un artículo en el que prácticamente comparaba al dúo Zapatero-Pajín con Franco, Pinochet, Hugo Chávez, Castro y Ahmadineyah.

No seré yo quien diga que ha exagerado un poco la nota, aunque a muchos que ahora acusan de fascista al gobierno por la prohibición de fumar en los bares se les echaba de menos cuando promulgaba leyes muchísimo peores, o cuando negaba la condición de humano al feto de una madre humana, como hacían los nazis con los judíos. Al contrario, algunos que ahora ven asomar un bigotito hitleriano en la faz de Zapatero nos afeaban la comparación a quienes la dábamos por buena, en el caso de la ley que promueve la barra libre abortiva.

En todo caso, bienvenidos al club. Marías incluso ha rozado, seguramente sin darse cuenta, alguno de los tabúes más sólidos del progresismo (y también de gran parte de la derecha) cuando se queja de que la presidenta de una organización de no fumadores (nofumadores.org) le insinuara en una carta que estaba comprado por las tabacaleras. "Es el franquismo redivivo, lo que estamos padeciendo", sentencia. Y prosigue: "Entonces era por el oro de Moscú (...) Ahora es por la industria tabaquera, o por las ganaderías si se defienden las corridas. (...) Sólo pueden discrepar de mí, que estoy en posesión de la verdad, quienes están sobornados."

¡Uy, casi! Por un pelo no ha dicho que ahora es por las compañías petroleras, si se cuestiona el cambio climático. (A fin de cuentas, esto se ha escrito muchas más veces que no la acusación de estar untado por Philip Morris o por Miura.) Cualquiera pensaría que Javier Marías ya está un poco más cerca de que El País le censure algún artículo, como a Carlos Herrera. Aunque si tenemos en cuenta dónde publica el escritor sus novelas, creo que por ambas partes antes se impondría aquello de "vamos a llevarnos bien". Yo tenso un poquito la cuerda, pero sin pasarme, y vosotros quedáis encima como un periódico abierto y plural. Excepto para fachas indóciles que defienden el derecho a la vida, se entiende.